Karra Elejalde: “En 83 años en España no nos hemos movido ni un milímetro”
El actor encarna a Miguel de Unamuno en 'Mientras dure la guerra', la película de Alejandro Amenábar que indaga en los últimos meses de vida del filósofo y novelista
Karra Elejalde (Vitoria, 58 años) chisporrotea por los pasillos del hotel María Cristina en San Sebastián. El actor vasco siempre ha sido exultante, ahora con más razón cuando llega la hora de presentar su interpretación de Miguel de Unamuno en Mientras dure la guerra, de Alejandro Amenábar, una reconstrucción de los últimos meses de vida del filósofo y novelista, rector de la Universidad de Salamanca, desde el golpe de Estado de Franco, hasta su muerte en diciembre de 1936. "Cuando encaras un personaje así, lo haces con miedo, gusto y reservas", arranca el ganador del Goya por También la lluvia y Ocho apellidos vascos. "Mira, tonto no eres. Si has ido a hacer la prueba, es que quieres hacerlo. Llámalo susti-gusti. Luego te eligen y es obvio: este tren no lo puedes dejar pasar, es un reto, un pedazo de personaje. Pero el miedo a cagarla no te deja. Porque a lo mejor sí sabes hacer una peli y otra no, a lo mejor con un director sí vas a funcionar y con otro no. No todos los platos se hacen con la misma salsa. Cuando te dedicas a la interpretación siempre estás en cuestión".
Unamuno posee unos férreos principios, pero duda. "Y eso en los tiempos que corren está mal visto, ¿verdad?", sonríe su alter ego. "Tenía una manera de pensar muy especial. Él y Ortega, probablemente, con un existencialismo muy particular. Unamuno iba dándose de hostias con la vida. A él, si la vida le agredía con x kilopondios, él le contestaba con los mismos kilopondios. Por ejemplo, pretende acceder a la cátedra de Euskera de la Universidad del País Vasco, que también ansía Sabino Arana, y se la dan a Resurrección María de Azkue, un cura antropólogo del idioma, y en ese momento Unamuno dejó de ser nacionalista y se hizo sociata". Para ahondar en ese Unamuno, Elejalde decidió leer todo lo que había escrito sobre sí mismo. "Desde fuera hablaban de lo huraño que era, soberbio, pagado de sí mismo, airado. También me informé. Y me sumergí en sus libros. De acuerdo. Pero en Internet encontré su respuesta a una carta de un chileno que le preguntaba qué fe profesaba. Ahí estaba Unamuno, ahí estaba el hecho unamunista. Entendí que a un hombre vitalista, al que se la había muerto un hijo de cinco de años, acostumbrado a tratarse con la muerte cara a cara, y que preguntaba a Dios: '¿Quién soy? ¿Qué he venido a hacer?', bueno, a ese tipo decirle a la cara '¡Viva la muerte!' le parecería un complot".
Elejalde entiende, por eso, que en el famoso incidente en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca de octubre de 1936 "a Unamuno se le calentara la boca, cuando él no quería hablar". Y continúa: "Pero es que mira qué cosas le dijeron. A eso súmale que él apostaba por el procedimiento prueba-error, con lo que le gustaba equivocarse para aprender. Y, sobre todo, que amaba subvertir, tocar los cojones". El actor desgrana su investigación sobre la pasión por la papiroflexia de Unamuno, cuya familia tenía problemas de artrosis, antes de entrar en la lectura actual de Mientras dure la guerra. "En 83 años parecería que en España no nos hemos movido ni un milímetro. No digo que haya un ambiente prebélico, pero sí que no hemos cambiado nada. Y ahora vamos a elecciones. ¿Sabes lo que somos los españoles? Raritos de cojones".
Amenábar no tenía claro que Elejalde fuera el actor adecuado para su Unamuno. "Y con toda la razón del mundo. Se estaba planteando la edad de quienes interpretaríamos a sus personajes. Alejandro vio mi prueba y me dijo que era estupenda, pero que dudaba por eso y por mi carácter tan distinto del de Unamuno. Bueno, para eso somos actores. Yo soy de mucho hablar y mira mi papel hosco, reconcentrado, en La madre muerta. También sería triste que los actores tímidos solo pudieran hacer personajes tímidos", suelta en una cascada de palabras. "Por eso agradezco a Alejandro y a Fernando Bovaira, el productor, que superaron sus dudas sobre si estaría bien este pájaro o no". A la prueba Elejalde fue maquillado y vestido como un viejo, "de abuelo de 80 años", tan caracterizado que las directoras de reparto, Eva Leira y Yolanda Serrano, no le reconocieron, asegura el actor: "Para el ortofonista es el piso de arriba', me dijeron. Necesitaba el maquillaje entonces y en el rodaje, porque si no, no me veía".
"A un hombre vitalista, al que se la había muerto un hijo de cinco de años, acostumbrado a tratarse con la muerte cara a cara, a ese tipo decirle a la cara '¡Viva la muerte!' le parecería un complot"
El actor recuerda lo duro del rodaje, "las 16 horas diarias de trabajo"; ya que él sumaba a la filmación largas sesiones de maquillaje. "Y en las otras ocho horas, entre llamar a tu hija y a tu chica, estudiar y memorizar el día siguiente, quedaba poco tiempo para descansar. Sin embargo, sarna con gusto no pica. Y ha sido una delicia trabajar con este chico. Nunca había coincidido con Alejandro en persona. Lo veía en la tele y me parecía muy correcto y educado, casi demasiado. Pensé que sería aburrido. Y para nada: menudo sentido del humor, cómo emana cariño y da autoestima a todos sus actores".
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