“Un latinoamericano es responsable de sus padres siempre”
El director se somete al carrusel de preguntas de este diario
Una distancia física de 10.000 kilómetros dejó al descubierto otra distancia más larga, la emocional, entre Darío Aguirre (Guayaquil, 1979) y su padre, César, cuando después de años de conversaciones parcas un día le llamó a Alemania para contarle que su pequeño restaurante estaba endeudado. Y así es como surge El grill de César, un documental autobiográfico seleccionado en 30 festivales internacionales y que esta semana se proyecta en la II muestra de cine ecuatoriano Línea Imaginaria que se celebra Madrid. Al cineasta le gusta ahondar en temas que le preocupan. Por un lado quiso abordar las relaciones familiares, la inmigración y “los problemas de comunicación entre padre e hijo y entre hombres en general cuando tienen que hablarse de sentimientos”. Reconoce que, aunque migró hace 20 años a Alemania para completar sus estudios, “como hijo latinoamericano eres responsable siempre, hasta el fin de tus días, de tus padres”.
De pequeño quería ser…
¡Feliz! Mi gran problema de pequeño era que me sentía extraño respecto al resto que sabían lo que querían ser. Todos querían ser bomberos o policías… y yo no sabía. Y fui descubriendo la música, me metí en el mundo de las artes, luego descubrí la pintura, el cine y me fui convirtiendo en lo que soy.
¿Cuándo supo que quería dedicarse al cine?
“Mi mamá me dijo que disfrute la vida como si fuese una naranja jugosa”
Creo que empezó con la pintura, con 15 años empecé a trabajar el color, la composición, las imágenes, y cuando llego a Alemania, donde estudié en la escuela de Bellas Artes en Hamburgo, veo que puedo ampliar este marco.
¿Cuándo fue más feliz?
Y uno de esos momentos me pasó cuando me convertí en padre, es una felicidad mucho más profunda, inexplicable.
¿Cuál es el mejor consejo que le dio alguno de sus padres?
Mi mamá me dijo que disfrute la vida como si fuese una naranja jugosa.
¿Cambiaría algo de usted?
Creo que soy demasiado crítico conmigo mismo y, a veces, me frena en espontaneidad.
¿Cómo ve el futuro su país?
Desde el punto de vista de la migración, de lo que sucede ahora, me da un poco de miedo y me da pena que no hayamos aprendido del 99 cuando muchos ecuatorianos fueron a otros países a buscarse la vida. Hay un movimiento contra la migración que no me gusta para nada y en el cual no reconozco a mi país.
¿Qué le diría a Lenín Moreno?
No lo puedo resumir… Me llevaría una lista de temas.
Respecto a su trabajo, ¿de qué se siente más orgulloso?
Se me hace difícil decir ‘de esto me siento orgulloso‘ pero sí me siento feliz de haber crecido con mis películas. En el cine documental creces con tu trabajo y conoces situaciones de la vida real que de otra forma nunca hubieras podido encontrar. Más que orgullo es gratitud.
¿Qué es director para usted?
Ser director de documentales es como ser investigador de la vida. Tratar de entender las cosas que no entiendes, de desatar esos nudos que te incomodan porque pienso que en esos nudos puedes replantear nuevas formas de vida.
“En el cine documental creces con tu trabajo. Me siento agradecido”
¿Para qué sirven los premios?
Para poder financiar tu próxima película (ríe). Son importantes en el sentido de la promoción de tu trabajo, para mí es algo estratégico en el momento en el que tienes que financiar tus trabajos. Para eso son importantes pero no son el fin de mi búsqueda.
¿Cuál es su lugar favorito?
La sala de espera del aeropuerto. Me gusta la sensación de que todos están esperando a su próximo vuelo pero en ese momento en realidad no importa de dónde vienes… Es como que todos son de todos los lados. Sabes que estás en un espacio donde la nacionalidad no importa. No me gusta el antes de, porque eres controlado; ni el después de, por lo mismo.
¿Algún sitio que le inspire?
Cuando voy a Ecuador hay un lugar que se llama Baños, donde iba de joven cuando quería escapar de la ciudad. Está entre las montañas y la selva; tiene una naturaleza increíble y puedes despegarte de todo.
¿Con quién le gustaría quedarse atrapado en un ascensor?
Uy… Con mi familia.
¿El mejor regalo que tuvo?
Mis hijos, mis estudios y mi familia.
Babelia
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