Sergio Serrano se reivindica y pierde el triunfo con la espada
Diego Carretero corta una oreja de poco peso ante una interesante corrida de Torrestrella
La vuelta al ruedo que dio Sergio Serrano tras la lidia del quinto toro fue, muy probablemente, la más agridulce de su carrera. Y, como la cara es el espejo del alma, el albaceteño agradeció el reconocimiento de sus paisanos con una sonrisa que, en vez de alegría, irradiaba una mezcla de tristeza y resignación.
Momentos antes, y tras dos pinchazos, había perdido las dos orejas y, por consiguiente, la puerta grande. Es más, de haber matado a la primera en su primer turno, seguramente habría paseado otro trofeo. Así pues, su balance, que podría haber sido de tres orejas, fue de ovación y vuelta al ruedo.
Él fue sin duda el mejor de la terna local. A sus dos toros los recibió a portagayola, gesto que casi le cuesta un serio disgusto. Si no llega a tirarse al suelo de forma inmediata, el segundo de la tarde le habría arrollado con una fuerza descomunal. Por milímetros se salvó.
TORRESTRELLA / PALACIOS, SERRANO, CARRETERO
Cinco toros de Torrestrella, correctamente presentados, mansos, con movilidad, pero justos de clase y entrega; y un remiendo de El Ventorrillo (1º), bien presentado, manso y rajado, pero de buen fondo.
Andrés Palacios: dos pinchazos y estocada trasera, tendida y algo atravesada (saludos); dos pinchazos y estocada corta tendida y atravesada (saludos con protestas).
Sergio Serrano: metisaca en los blandos, pinchazo, media atravesada y perpendicular que escupe y un descabello (saludos); dos pinchazos y estocada (vuelta al ruedo).
Diego Carretero: dos pinchazos y estocada _aviso_ (silencio); estocada trasera y atravesada (oreja).
Plaza de toros de Albacete. Domingo, 15 de septiembre. Octava de abono. Casi tres cuartos de entrada.
A punto estuvo de ser cogido, de nuevo, durante la faena de muleta por la tendencia del ejemplar de Torrestrella a meterse muy por dentro, especialmente por el pitón derecho. Con más recorrido y franqueza se comportó por el izquierdo, sobre el que Serrano ejecutó las dos mejores tandas de una labor que tuvo altibajos.
Más redonda fue su actuación frente al quinto, el más noble y bondadoso del encierro. A base de inteligencia y entrega, el torero puso el punto de emoción que le faltaba a su oponente y construyó un trasteo que fue de menos a más. Con el compás muy abierto y encajado de riñones, Serrano se abandonó y dejó naturales notables por su largura y templanza.
El que sí paseó una oreja fue Diego Carretero. Sus méritos: resultar cogido al entrar a matar al sexto. En un alarde de casta al sentirse herido, el animal, que se movió mucho durante toda la lidia, pero sin humillar, le prendió y zarandeó, milagrosamente sin consecuencias. Al igual que ante el tercero, que también tuvo más movilidad que casta y entrega, Carretero dio muchos pases, la mayoría fuera de sitio, y no dijo nada.
La corrida de Torrestrella, que mantuvo el interés de principio a fin, pese a que no terminó de romper, tuvo que ser remendada con un toro de El Ventorrillo que abrió plaza. Un astado manso, que se rajó casi de salida, pero que humilló y tuvo buen fondo y permitió expresarse a Andrés Palacios.
Por momentos inspirado y casi arrebatado, tanto con el capote como con la muleta, el albaceteño expuso y dejó detalles de gusto y torería. Frente al cuarto, al que recibió con un manojo de sentidas verónicas rematadas en el centro del ruedo, anduvo más precavido y nunca se acopló.
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