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Crítica | Lola y sus hermanos
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Calidez fraternal

Película que quiere a los personajes, pero ue no llega a mirarlos como personas, sino como funcionales figuras de un guion que habla sobre narcisismos cotidianos,

José García, Ludivine Sagnier y Jean-Paul Rouve, en la película.
José García, Ludivine Sagnier y Jean-Paul Rouve, en la película.

Los hermanos Esnard se reúnen periódicamente junto a las tumbas de sus padres para ponerse al día y engrasar esa relación sustentada en un afecto fraternal que pasa por encima de sus extremas diferencias: Lola (Ludivine Sagnier) es una abogada de divorcios que encuentra en uno de sus clientes un inesperado salvavidas, Pierre (José García) es un técnico en demoliciones al que un puntual error profesional envía fuera del mercado y Benoît (Jean-Paul Rouve) es un oculista que no sabe cómo lidiar con la maternidad de su tercera esposa. En su cuarta película como director, el actor Jean-Paul Rouve vuelve a colaborar con el escritor David Foenkinos, al que había adaptado en la precedente Los recuerdos (2014), para elaborar una película que tiene clara su voluntad de apartarse de los modelos de comedia de consumo, pero no consigue afirmar una mirada personal.

LOLA Y SUS HERMANOS

Dirección: Jean-Paul Rouve.

Intérpretes: Ludivine Sagnier, José García, Jean-Paul Rouve, Ramzy Bedia.

Género: comedia. Francia, 2018.

Duración: 105 minutos.

Lola y sus hermanos es una película que quiere a los personajes, pero no llega a mirarlos como personas, sino como funcionales figuras de un guion que habla sobre narcisismos cotidianos, los problemas de quien afronta una situación de desempleo en la madurez y las perplejidades sentimentales de quien cree que ya ha superado la frontera de los primeros deslumbramientos. Se nota, en cierta medida, la impronta de Foenkinos, escritor cuyas excursiones cinematográficas empiezan ya a ser una suerte de ocupación a tiempo parcial, compartida, precisamente, con un hermano cineasta. Capaz de inspirar una ingeniosa película reciente como La biblioteca de los libros olvidados (2019), el escritor tiene su cierta seña de identidad en una liviandad que sobrevuela temas de peso sin querer, en el fondo, comprometerse con nada. Y Rouve le sigue el juego con esta película en la que el grado de reconocimiento que cualquier espectador puede encontrar es inversamente proporcional a la verdad que contiene.

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