¿Y si Hitler hubiera conseguido la bomba atómica?
La Abadía cierra los 25 años de José Luis Gómez con ‘Copenhague’, uno de los grandes éxitos de la temporada
Poco se sabe de aquel misterioso y corto encuentro. Que salieron a pasear al exterior, que no hubo testigos y que desde ese día aquellos dos hombres, maestro y alumno en el pasado y ahora eminentes científicos, premios Nobel de Física, no volvieron a dirigirse la palabra. Fue en 1941, en Cophenhague, la capital de Dinamarca ocupada por los nazis, cuando el físico alemán Werner Heisenberg (1901-1976), va a visitar al que fuera su adorado maestro, el científico danés Niels Bohr (1885-1962), en medio de un clima aterrador sobre la amenaza de la carrera nuclear por parte de la Alemania de Hitler. Un encuentro de dos enemigos políticos en medio de la Segunda Guerra Mundial.
La ética de la ciencia
¿Es ético como físicos trabajar en la explotación práctica de la energía atómica? La pregunta planea sobre esta obra estrenada en Londres en 1998 y representada en teatros del mundo entero. Si aquel paseo por el Copenhague ocupado por los nazis fue amargo, el que viven sobre el escenario Emilio Gutiérrez Caba (Valladolid, 1942) y Carlos Hipólito (Madrid, 1956) es, por el contrario, de una auténtica felicidad y más ante un texto que ambos consideran "brillante y poderoso". Por segunda vez coinciden en una obra -la primera fue hace 30 años cuando trabajaron en La verdad sospechosa, dirigida por Pilar Miró para la Compañía Nacional de Teatro Clásico-. "Es una obra que, más allá de la física cuántica y la bomba atómica, habla de amistad y de amor y de las consecuencias y la responsabilidad de las decisiones que cada uno toma en la vida. Cada uno de ellos necesita de la aprobación de su colega", explica Hipólito, mientras que su compañero Gutiérrez Caba pone el acento en la hostilidad y el recelo enorme de su personaje, el físico danés Niels Bohr, ante esa visita de su colega alemán. "Es la búsqueda de un diálogo imposible entre ellos".
La ruptura de estos dos gigantes de la ciencia mundial provocó múltiples especulaciones y conjeturas, además de un gran revuelo entre sus colegas. Con todo lo que cada uno fue contando a posteriori, el dramaturgo británico Michael Frayn teje un brillante e inquietante texto, Copenhague, que recibió en el año 2000 el Premio Tony a la mejor obra de teatro y que ahora, bajo la dirección de Claudio Tolchachir, autor también de su adaptación, cierra los 25 años de José Luis Gómez al frente del Teatro de la Abadía de Madrid.
Esta versión de Copenhague cuenta además con el aliciente de reunir en un escenario a dos grandes actores de teatro, Carlos Hipólito, en el papel de Heisenberg, y Emilio Gutiérrez Caba, como Bohr, a quienes acompaña Malena Gutiérrez, que interpreta a la mujer del físico danés. Copenhague se ha convertido en uno de los grandes éxitos de la temporada de este teatro que el año que viene se abrirá a la programación del nuevo responsable, Carlos Aladro. El espectáculo ha prorrogado sus representaciones hasta el 14 de julio a la vista de la masiva compra de entradas el primer fin de semana de su estreno, el pasado 23 de mayo. Solo en dos días se vendieron el 80% de la taquilla. En otoño continuará su gira por distintas ciudades, como Málaga, Córdoba,Ciudad Real o Murcia.
¿Y si Hitler hubiera tenido acceso a la bomba nuclear? Han sido muchos los que han considerado este encuentro decisivo para que la balanza de la guerra se inclinase a favor de los aliados impidiendo así la creación de la bomba atómica por parte de los alemanes. Parece que Heinsenberg quería sonsacar a su mentor como poder fabricar la bomba nuclear para Hitler, algo que siempre negó, llegando a decir, por el contrario, que gracias a él esa amenaza no pudo ser desarrollada. Física y ética se dan la mano en este texto del que Tolchachir (Buenos Aires, 1975) asegura que ha sido el más difícil que le ha tocado dirigir. “La obra de Michael Frayn es una absoluta genialidad, una mirada intima sobre personajes brillantes y poderosos. Te permite ser testigo de discusiones elevadas que te inquietan y provocan. La obra, a pesar de tratar temas complejos, es muy accesible. Teatralmente me ha supuesto un desafío enorme meterme en la cabeza de esos dos genios y contar la obra desde las diferentes perspectivas que ellos van narrando. Se revisita una misma situación desde distintos puntos de vista. La presencia de Margrethe, la mujer de Bohr, es clave para sumergirnos en ese mundo. Ella es el contrapunto de los dos, la memoria y la sensatez”, asegura el director argentino en una entrevista con este periódico. “Es una obra sobre física cuántica que tiene el poder de conmoverte. De alguna manera, le otorga al teatro la esperanza de ser algo mucho más grande, dejando a un lado los prejuicios”, añade.
Es un encuentro de dos viejos amigos, ahora enemigos en guerra, vigilados de cerca por sus respectivos Gobiernos, que sabían que estaban siendo escuchados y que lo que dijeran les podría poner en peligro de ser acusados de traición o incluso de ser condenados a muerte. Hubo reproches, también recuerdos felices familiares y un duro y brillante enfrentamiento dialéctico y físico sobre el problema ético al que se enfrenta la ciencia y su uso político. El texto es una especie de recuerdo de lo que pasó en aquella misteriosa visita, narrado cuando ya todos están muertos, en un intento de explicarse el porqué de aquellos acontecimientos históricos y de ponerse frente al espejo de si entonces hicieron bien o mal. “Este hecho permite una mayor libertad a la hora de enfrentarse a determinadas cosas, la guerra ya terminó, todos sus contemporáneos también están muertos y ya no pueden hacer daño a nadie. Los dos se sienten más libres para analizar lo que fue ese encuentro. Me gusta que el autor piense que mientras ellos no puedan resolver sus discrepancias los dos amigos científicos no podrán estar en paz jamás”, finaliza Tolchachir.
Babelia
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