Otra vez ‘Gloria’. ¿Y?
Sebastian Lelio vuelve a contar la historia de esta insólita y desconcertada señora. Se desarrolla en Los Ángeles. Gloria habla inglés. Y la interpreta Julianne Moore

Me mosqueo casi siempre con esa moda tan antigua del remake. Ningún clásico precisa de nuevas adaptaciones. Por razones obvias. Es imposible superar lo que es perfecto. Y muy arriesgado jugar con las memorables sensaciones que provocó el modelo original en la memoria de los fascinados espectadores. Supongo que obedece exclusivamente a razones comerciales, seguir haciendo caja con la copia de aquellas películas que fueron un éxito artístico o taquillero, o ambas cosas. Solo deberían de hacer remakes de cine infame. Sospecho que nadie se sentiría decepcionado.
GLORIA BELL
Dirección: Sebastián Lelio.
Intérpretes: Julianne Moore, Sean Astin, Michael Cera, John Turturro.
Género: drama. EE UU, 2018.
Duración: 102 minutos.
Hay pocos casos en los que celebre que un autor retorne a lo que rodó años antes. Michael Mann realizó a lo largo de 19 días en 1989 un telefilme titulado con escasa originalidad Corrupción en Los Ángeles y seis años más tarde retornó a ese argumento, con infinitos medios, con dos actuaciones impresionantes de Al Pacino y Robert De Niro —era la primera vez que un director lograba ponerles frente a frente en una secuencia inolvidable; para mi gusto no han levantado cabeza desde entonces, no les aguanto—, en una obra maestra llamada Heat.
Y existen historias curiosas sobre el más prestigioso cine de autor europeo que Hollywood se empeñó en adaptar. Hablo de la tenebrosa Funny Games, dirigida por Michael Haneke y que describe el asalto, tortura y ejecución que sufre una familia muy normal a manos de dos sádicos juveniles con apariencia inmaculada que se ceban con el prójimo por placer, sin piedad, sin el mínimo sentimiento de culpa. Años después, el muy puro y radical Haneke aceptó rodar en Estados Unidos Funny Games, protagonizada por Naomi Watts y Tim Roth. Y Haneke copió plano a plano el modelo original. Cuentan que Naomi Watts se rebotó. Normal. ¿Y qué sentido tiene hacer algo idéntico a lo que creaste antes? Algún irrenunciable fan del director austriaco tal vez deduzca que fue una propuesta revolucionaria. A mí, que soy ruin, solo se me ocurre pensar en la cuenta corriente de Haneke.
Creo haber visto la película chilena Gloria hace seis o siete años en una insoportable edición de la Berlinale. Y fue una bocanada de aire fresco. El director Sebastián Lelio narraba con originalidad, humor agridulce y talento la historia de una cincuentona divorciada, empeñada en llevarse bien con la vida, con afectos familiares pero íntimamente sola, con razonables miedos e inseguridades, aficionada a salir a bailar por las noches, sola o acompañada y a ponerse guapa de copas. La vida le da sorpresas a Gloria y lo que parecía un milagro se torna en progresiva ruina. Interpretaba admirablemente a esta superviviente positiva la actriz chilena Paulina García. Recuerdo haber salido muy contento del cine.
Sebastian Lelio vuelve a contar la historia de esta insólita y desconcertada señora. Se desarrolla en Los Ángeles. Gloria habla inglés. Y la interpreta esa actriz excelsa y atractiva mujer llamada Julianne Moore. Un poquito afeada, con gafas. Lelio no ha hecho lo que Haneke. No se ha copiado plano a plano, pero tampoco hay ningún desvío argumental. Y la veo y escucho con agrado. Pero ya me la sé. Y me sigo preguntando: ¿para qué?