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crítica | clásica
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

¿Versión original?

William Christie y Les Arts Florissants celebran su 40º aniversario con una desigual interpretación de la 'Pasión según san Juan' de Bach

William Christie dirige a los instrumentistas y cantantes de Les Arts Florissants. A su derecha, el tenor Reinoud Van Mechelen, que cantó la parte del Evangelista.
William Christie dirige a los instrumentistas y cantantes de Les Arts Florissants. A su derecha, el tenor Reinoud Van Mechelen, que cantó la parte del Evangelista.Rafa Martín
Luis Gago

Fue el 7 de abril de 1724 cuando Johann Sebastian Bach dio a conocer por primera vez su Pasión según san Juan. Había llegado a Leipzig con su familia menos de un año antes tras ser elegido para ocupar el puesto de Cantor de la Thomasschule. Y muchos de los fieles congregados en aquella víspera de Viernes Santo en la Nikolaikirche de Leipzig debieron de experimentar algo parecido a una auténtica conmoción. Nada de lo que habían escuchado hasta entonces podía compararse a buen seguro con lo que pudieron oír aquella tarde, que fue mucho más, por supuesto, de lo que nosotros escuchamos modernamente cuando nos enfrentamos a la primera de las dos Pasiones de Bach que han llegado hasta nosotros, ya que aquella interpretación formó parte de un complejo servicio litúrgico, lo que quiere decir que los feligreses lipsienses escucharon asimismo otras músicas: antes, entremedias y después de los recitativos, arias, ariosos, corales y coros que a nosotros nos son familiares.

Quizás el peor defecto que ha tenido la interpretación ofrecida el jueves por William Christie y su histórico grupo Les Arts Florissants en el Auditorio Nacional ha sido justamente el de acentuar el perfil concertante de su propuesta y relegar a un excesivo segundo plano la condición litúrgica de la obra. Christie se ha quedado en la epidermis, mientras que para poder dar cuenta cabal de esta obra hay que trascenderla, por deslumbrante que esta sea. Es la idea que subyace en estas palabras de John Butt, que ha sido un formidable exégeta teórico de las dos Pasiones de Bach y que sigue siendo un intérprete práctico cualificadísimo de ambas: “Cuando oímos una Pasión de Bach, se tiene casi la sensación de que los primeros oyentes están ya oyendo la obra desde su interior, y que sólo nos separa un pequeño paso para que nosotros nos unamos también”. Es una idea similar a la que expresó Rousseau en el decimosexto capítulo, “Fausse analogie entre les couleurs et les sons”, en su Essai sur l’origine des langues: “Vemos con ello que la pintura está más cerca de la naturaleza y que la música guarda una relación más estrecha con el arte humano. También sentimos que una interesa más que la otra, precisamente porque acerca más el hombre al hombre y siempre nos proporciona alguna idea de nuestros semejantes”. Las inmortales Pasiones de Bach, por tanto, como un lugar de encuentro de sus oyentes pasados, presentes y futuros.

Pasión según san Juan

Música de Johann Sebastian Bach. Reinoud van Mechelen, Rachel Redmond, Jess Dandy y Alex Rosen, entre otros. Les Arts Florissants. Director: William Christie. Auditorio Nacional, 21 de marzo.

Hace ya cuarenta años que William Christie hizo de Les Ars Florissants una creación enteramente personal al servicio de su credo y sus intereses artísticos. Su prestigio se ha cimentado en gran medida en sus interpretaciones del Barroco francés y, en menor medida, el italiano y, a una cierta distancia, el inglés. La música barroca alemana y, más en concreto, la de Bach ha sido una invitada excepcional en su ilustrísima historia. En este año de aniversario , y tras una ascensión previa –y en gran medida fallida– a la Misa en Si menor, Christie ha decidido dar el salto a la primera de las Pasiones bachianas y, aunque la calidad de sus conjuntos asegura siempre un alto nivel interpretativo, el norteamericano no ha dejado claro que tenga realmente algo personal que aportar con respecto a aquellos directores mucho más familiarizados con este repertorio que han ido cimentando la principal jurisprudencia interpretativa sobre ambas obras.

“Se aplica a la primera de varias cosas que proceden sucesivamente una de otra”, leemos en la segunda acepción que da María Moliner del adjetivo “original”. De las cuatro opciones posibles, ya que Bach volvió una y otra vez sobre una partitura que tenía claramente en gran estima, introduciendo retoques y modificaciones en ocasiones muy significativos, Christie ha decidido tomar como base la primera versión de 1724, la primigenia u “original”. Y su versión es también merecedora de este adjetivo porque, al contrario de lo que hizo en Madrid, primero, con el Mesías de Handel y, varios meses después, con su ópera Ariodante, esta vez no se han introducido los dolorosos cortes infligidos entonces.

La Pasión según san Juan de Les Arts Florissants no ha sido original en el sentido de “distinta de lo acostumbrado”, como define María Moliner otra acepción diferente del adjetivo. Antes al contrario, su lectura ha resultado anodina, impersonal, neutra casi, especialmente durante toda la fallida primera parte, ya que en la segunda Christie logró remontar y elevar los niveles de emoción, especialmente a partir del aria “Es ist vollbracht”, una de las piedras angulares de la obra, si no la piedra angular, muy bien cantada por Jess Dandy y tocada por la violagambista Myriam Rignol. A la primera –una voz de muy atractivo timbre pero escaso volumen– apenas pudo escuchársela, sin embargo, en su aria de la primera parte, “Von den Stricken meiner Sünden”, tapada casi por completo por los oboes y el continuo. También las arias cantadas por el tenor Anthony Gregory y el bajo Renato Dolcini adolecieron de idénticos problemas de audibilidad, que se acentuaron cuando Christie, sin motivo aparente, aceleraba innecesariamente el tempo, como sucedió en el aria “Eilt, ihr angefochtnen Seelen”, confusa y precipitada de principio a fin.

Mucho mejor las arias de la soprano Rachel Redmond, poseedora de una voz límpida y dúctil que maneja admirablemente y a la que pudimos escuchar hace pocas semanas con el Dunedin Consort del citado John Butt en la Fundación Juan March. El Jesús de Alex Rosen fue austero y expresivo, aunque quizás apianó en exceso en sus últimas intervenciones, sin que ello sumara dramatismo a su interpretación, sino más bien lo contrario. Los cinco solistas se unieron en los coros a las doce voces de los cantantes de Les Arts Florissants, algo que Reinoud Van Mechelen hizo únicamente desde su privilegiado lugar al lado de Christie, y con no poca carga simbólica, en el coro y el coral conclusivos. El jovencísimo tenor belga va camino de convertirse en uno de los grandes Evangelistas de las próximas décadas. Por timbre de voz, por dicción alemana, por su comprensión de la retórica barroca, por una musicalidad natural y nunca impostada, tiene todas las virtudes que cabe esperar de un narrador sobrio, pero no indiferente, de los hechos del relato evangélico. En contacto con otros grupos y aconsejado por otros directores, su plasmación madurará a buen seguro: es uno de esos cantantes llamados a darnos grandes alegrías en este repertorio.

William Christie, sentado al clave en un momento del concierto.
William Christie, sentado al clave en un momento del concierto.Rafa Martín

Mucho podría decirse de la dirección de William Christie, impecablemente atildado con su frac, pero dejando llamativamente al descubierto cuando se sentaba al clave (tocó en algunas arias y recitativos sin un criterio claro) unos tersos calcetines de un rojo intenso. Las cosas no empezaron bien, con un coro inicial en el que nunca se distinguieron las diferentes capas tectónicas que chocan entre sí: el ostinato incesante de corcheas en el bajo, las oleadas de semicorcheas en los violines, la sincopación disonante entre flautas y oboes. Y, lo que es peor, tras la progresiva acumulación de tensión instrumental, la incomprensibilidad del texto cuando hace su aparición el coro. Todo siguió avanzando por cauces más bien anodinos, con una sección de viento manifiestamente mejorable y coros a menudo atropellados, insuficientemente articulados y con problemas recurrentes en la clara pronunciación del texto.

Hubo, sin embargo, dos notables excepciones: las intervenciones del Evangelista y la extraordinaria prestación de los cinco instrumentistas que integraban la sección del continuo, con una mención especialísima para el laudista Thomas Dunford, que a veces, y de manera casi incomprensible, lograba proporcionar, desde la modestia dinámica de su laúd, el dramatismo, la flexibilidad o la fantasía que Christie no lograba imprimir, aun cuando recurría a gestos innecesariamente aparatosos y más propios de los podios sinfónicos. Ver y escuchar a este joven prodigio francés (es de la misma generación de Van Mechelen, por lo que acaba de traspasar la treintena) pulsar o rasguear con energía o delicadeza las cuerdas de su instrumento fue, sin duda, uno de los mayores alicientes del concierto. Bach solo reserva al laúd un protagonismo inequívoco en el arioso “Betrachte, meine Seel” y la posterior aria “Erwäge, wie sein blutgefärbter Rücken”, que es donde muchos debieron de reparar en la enorme clase de Dunford. Pero sus muestras de maestría fueron constantes antes y después. Por citar un único ejemplo, su manera de completar la armonía al final del recitativo previo al aria “Es ist vollbracht”, después de que Jesús cante estas mismas palabras, remedando su propia línea melódica, fue el mejor pórtico posible del aria, un doloroso lamento interrumpido por la eclosión de una breve representación musical de un Cristo victorioso.

Justo antes, y sin que quepa adivinar el porqué, Christie decidió prescindir de instrumentos y continuo en el coral “Er nahm alles wohl in acht”. Pero el buen hacer de Jess Dandy, de Reinoud Van Mechelen, de Myriam Rignol y, sobre todo, de Thomas Dunford, encaminó a partir de entonces la interpretación en una dirección más empática con la historia que estaba contándosenos. Al final, maestro experimentadísimo como es en estas lides, Christie coreografió a la perfección las secuencias finales de aplausos, haciendo girar acompasadamente a todos sus músicos 360 grados, con lo que el concierto terminó con gran éxito para todos y con un público que abandonó el Auditorio muy satisfecho, pocas semanas antes de que se conmemore en las iglesias la Pasión real que inspiró la composición de obra de Bach. Christie volverá a ofrecer esta Pasión según san Juan el sábado en Valencia y el lunes en Zaragoza, de nuevo en espacios laicos. Pero en Madrid no ha sido un pequeño paso el que nos ha separado de la congregación original de la Nikolaikirche de Leipzig en 1724, como quiere John Butt y como él mismo consigue en su magistral reconstrucción litúrgica, de un dramatismo casi pictórico y tangible. Esta vez han sido muchos más, y no precisamente pequeños.

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Sobre la firma

Luis Gago
Luis Gago (Madrid, 1961) es crítico de música clásica de EL PAÍS. Con formación jurídica y musical, se decantó profesionalmente por la segunda. Además de tocarla, escribe, traduce y habla sobre música, intentando entenderla y ayudar a entenderla. Sus cuatro bes son Bach, Beethoven, Brahms y Britten, pero le gusta recorrer y agotar todo el alfabeto.

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