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Crítica | Yomeddine
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los olvidados egipcios

La ópera prima de A. B. Shawky no pasa de la exótica curiosidad; eso sí, con un bellísimo instante en su desenlace,

Javier Ocaña
Fotograma de 'Yomeddine'.
Fotograma de 'Yomeddine'.

A pesar de su fulminante salida de la cartelera mexicana, masacrada por las denuncias de los sectores más reaccionarios del país, Los olvidados, de Luis Buñuel, fue seleccionada unos meses después por el Festival de Cannes de 1951, certamen enamorado de su cruel visión de la pobreza, de sus despojos de la sociedad y sus tullidos, con el valor añadido de poder presentar una película alejada de las cinematografías reinantes en el mundo. Buñuel ganó el premio a la mejor dirección, recuperó una carrera entonces a la deriva, y el resto es historia.

YOMEDDINE

Dirección: A. B. Shawky.

Intérpretes: Rady Gamal, Ahmed Abdelhafiz, Osama Abdallah, Shehab Ibrahim.

Género: drama. Egipto, 2018.

Duración: 97 minutos

Sesenta y siete años después, Yomeddine, otra obra de cinematografía alejada del poder, la egipcia, protagonizada por seres humanos despreciados por su propia comunidad, y con personajes de innegables parecidos con los de Buñuel, también fue premiada con el prestigio de poder participar en su sección oficial a concurso, a pesar de estar dirigida por un primerizo: A. B. Shawky. La acogida, sin embargo, fue bien distinta el pasado año. Donde en Buñuel había cuchillo largo, aquí hay pincel corto. Habrá quien prefiera la caricia a la puñalada, y la película y su presencia en Cannes son, desde luego, síntoma de los tiempos. Pero la ópera prima de Shawky no pasa de la exótica curiosidad. Eso sí, con un bellísimo instante en su desenlace, quizá el único donde los valores cinematográficos se imponen a los políticosociales, que sí que son obvios y amplios. Un maravilloso susurro de cine, un compendio de imagen y texto en off, el mejor augurio de un artista quizá por llegar.

Película de carretera protagonizada por un leproso cristiano y un niño huérfano, en busca de la familia del primero, que lo cree muerto, Yomeddine está narrada a través de un espíritu que siempre busca el confort a pesar de la dureza del camino. Entre su acumulación de situaciones dramáticas, siempre hay una serie de circunstancias felices, empáticas y casi cómicas, lo que provoca que en su relato no haya gama de grises y sí simples blancos y negros vitales poco plausibles.

Y ahí, en sus paralelismos con Los olvidados, resalta la lucha por una esquina para la mendicidad entre el leproso y el hombre sin piernas que, como el de Buñuel, anda sostenido por la fuerza de sus manos contra el suelo. Una secuencia que ejemplifica cuán distintas son ambas películas, y la opuesta mirada artística de sus autores.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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