Karyn Kusama, una mujer para dirigirlo todo
La cineasta rompe los prejuicios de la industria con su 'thriller' 'Destroyer', tras filmar ciencia-ficción, violencia y horror Nicole Kidman impresiona con su interpretación en la película
No podía más. Tenía gripe, cansancio y apenas le quedaba algún gramo de energía. Nicole Kidman ha relatado que, hacia el final del rodaje, ya no conseguía ni aguantar de pie. Además de su enfermedad, pesaban sobre sus hombros las toneladas de dolor de su personaje. “Me lo creo”, concede la culpable, la directora Karyn Kusama (San Luis, EE UU, 1958). “Tenía una idea equivocada de ella, tal vez por su belleza clásica o sus roles, de una de esas intérpretes que entra en el papel solo las horas necesarias. Sin embargo, para esta película se ha hecho actriz del método. Llevaba Erin siempre consigo. Debe de ser extenuante vivir instalada en esa desesperación”, agrega la cineasta. Primero, Kidman sorprendió a su directora. Luego, a los críticos. Ahora, llega el turno del público: Destroyer: una mujer herida se estrena mañana viernes en España. Y, con ella, una protagonista demolida y enfurecida, tan dura como el trato que recibió de la vida, en busca de venganza. O, por lo menos, de una tregua con sus demonios.
Muchos medios de EE UU ya sentenciaron que es el papel “más impactante de la carrera de Kidman”. Pero para Kusama el asombro llegó mucho antes. “Cuando leí el guion, me quedé fascinada. Se centraba en una mujer que no había visto: tenía tantos secretos, vergüenza, rabia, dolor. A menudo hay personajes que luchan solos contra el mundo, pero ella pelea contra sí misma”, relata. Así es Erin Bell, una detective que vuelve a conectar con un grupo de criminales y drogadictos en el que se había infiltrado años antes para una operación encubierta. El pasado toca a su puerta, con un cadáver, una pistola y un fajo de dólares manchados. Y Bell se adentra en aquel abismo, decidida a ajustar cuentas con él.
El arranque pone en marcha el misterio y la caza de la protagonista. Aunque, a la vez, supone otra declaración de intenciones: la de la propia directora. “Parte de la magia del cine es percibir un punto de vista. En EE UU a menudo es monolítico: los filmes empiezan, siguen y terminan de la misma manera. Desde hace un tiempo entiendo y celebro que tengo mi propia perspectiva, qué quiero hacer y ver”, explica Kusama. De ahí que la estética, el ritmo o ciertos planos de Destroyer sirvan también para afirmar que hay una mano firme y convencida tras el timón.
Otra cosa, eso sí, es que el rumbo sea el adecuado. Destroyer baila sobre una línea sutil, según las reseñas de EE UU: algunos la aplauden por “ambiciosa”; otros la tachan de “pretenciosa”. Kusama lo abraza todo con una sonrisa: “Para mí es un honor entrar en el club de los pretenciosos. Normalmente, es exclusiva de los hombres. Todo lo que quiero es ser valiente, probar cosas nuevas, para cumplir con mis propias exigencias. Puede que suene pretencioso, y puede que lo sea. Pero lo que de verdad me ofende y me asusta son las ganas de no ofender”.
Desde luego, el recorrido de Kusama da fe de sus intenciones. En un mundo ideal, sería normal. Pero, en el real, lo obvio supone tanto una rareza como una estrella polar para otras directoras: la cineasta ha afrontado un drama independiente sobre el boxeo (Girlfight), la ciencia-ficción (Aeon Flux), el horror (Jennifer’s Body) antes de lanzarse al thriller con La invitación y la salvaje Destroyer. Algo casi inédito para una creadora que no se llame Kathryn Bigelow, más aun si se ve desde España. Ni tampoco hay muchos productores dispuestos a entregar varios millones de euros al proyecto de una cineasta.
Ella, en todo caso, tiene muy claro su camino y cómo defenderlo: "Hay gente que ayuda a levantar una película pero no contribuye a su valor creativo; a veces alguien cuyo criterio no respetas te dice qué hacer; otras, una buena idea procede de la persona más inesperada, o una pésima te llega de alguien que adoras. He mejorado tanto a la hora de decir 'no' como 'sí". Más aun después de Aeon Flux: Kusama peleó como pudo con Paramount por mantener el control del filme y, de paso, aprendió la moraleja. “No creo que vuelva a trabajar nunca más en una película en la que no tenga la palabra final”, la resume.
Tal vez Kusama, junto con la Patti Jenkins de Wonder Woman o la Lynne Ramsay de En realidad nunca estuviste aquí , sea parte del cambio hacia más inclusión y diversidad. Pero la creadora suma otra necesidad a la lucha: “Por supuesto que hacen falta más mujeres y que hay machismo y misoginia en la industria. Pero lo que me gustaría, en general, es que hubiese más oportunidades para ser autor. Se necesitan más directores, hombres y mujeres, entregados a proteger su película y dispuestos a combatir”. Como su personaje. Como su cine.
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