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Habitantes de un limbo sónico

El grupo Deltonos publica 'Fuego', disco con el que prometen “directos estratosféricos”

Andrea Nogueira Calvar
Hendrik Röver, líder del grupo Deltonos, en Madrid.
Hendrik Röver, líder del grupo Deltonos, en Madrid. claudio álvarez

Los Deltonos son habilitantes de “un limbo sónico” logrado, en parte, gracia a la geografía. Afincados en Santander, su vocalista, Hendrik Röver, defiende que estar alejados del meollo de las tendencias ha convertido su sonido en “difícil de encasillar”. Algo tendrá que ver también que él sea un alemán que apuesta por componer rock americano en español y haya encontrado “la felicidad” en la autoedición. Esta conjunción de factores ha forjado una identidad propia que vuelven a demostrar en Fuego, su último disco, con el que prometen “directos estratosféricos”.

“Fuego’ es nuestra actitud, vamos a fuego”, resume Röver. El músico se declara optimista y así lo ha querido demostrar en el nombre del disco. Afirma que se encuentran en un buen momento, sobre todo desde que se dieron cuenta de que aunque este trabajo “es muy bueno, lo mejor aún está por llegar”. Esa actitud positiva tiene al grupo, que completan Javier Arias (Batería), Pablo Zeta (Bajo) y Fernando Macaya (guitarra), siempre atentos al futuro, “a las aventuras que vendrán”.

Este disco empezó a fraguarse hace algo más de año y medio. “Estábamos en verano y de repente dije: llevamos año y pico sin grabar un disco y, si me apuro un poco, me da tiempo a sacarlo antes de navidades. Y dicho y hecho”, relata Röver. Después de 30 años componiendo, cada vez le resulta más fácil escribir canciones. Optimiza su tiempo guardando versos de los momentos de inspiración para después acudir al cajón de los retazos y coser un tema. “Una vez que la bola empieza a rodar suelen salir bastantes canciones que estaban escondidas”, apunta.

Fuego va al grano. Prescinde de los medios tiempos y las canciones lentas. Röver explica que este es “un disco enérgico y energético” para que la gente se desahogue en los conciertos, porque “el rock es para eso”. Se podrá testar en los directos, que empiezan el 9 de marzo en Vitoria. Pasarán por algunos festivales y el día 30 de ese mismo mes por la Sala Caracol de Madrid.

El músico ha estampado en 13 canciones qué lo exaspera, qué actitud mantiene y alguna letra “escrita media en coña”. En Majestad, por ejemplo, subyace el cuento de La princesa y el guisante. “A todo el mundo le pica todo, todo le parece mal. Todo el mundo se queja, pero nadie aporta soluciones”, sostiene. Frente a los que creen que los artistas no debieran posicionarse, él considera que como ciudadano tiene opinión y puede expresarla. “Creo que lo último que tenemos que hacer es autocensurarnos y que tenemos un ancho de banda amplísimo en el que te puedes expresar, mientras lo hagas con educación y diciendo cosas con sentido. No creo que tengamos que estar siempre pensando que si vamos a molestar”. En Águilas esgrime una metáfora política con ironía: el águila remonta/ el pasado es lo que importa, dice la letra. Invita a combatir “con votos y no con escopetas” este vuelo. 

Fuera del mainstream

La crítica ha señalado a Los Deltonos como referentes del rock español, en cambio, están fuera del mainstream. Röver cree que se debe a que el rock “no está iluminado”. En su opinión, no tiene representación en la radio, con lo que los jóvenes “no van a sentir suya una música que nunca han escuchado”. Pero también en esto se muestra muy optimista: “Es uno de los pocos estilos que siempre van a estar ahí, es una cosa sinusoidal que igual ahora está menos iluminada porque también ha habido una generación de gente que fueron padres y desaparecieron una temporada y ahora, gracias a ese maravilloso invento que son las matinés, está llevando a sus hijos a conciertos y se está volviendo a repoblar. Veo brotes verdes, el rock no va a morir nunca”.

Sobre qué pasa dentro de esa espiral de la música de masas, no tiene mucha idea. Dice que Los Deltonos y esos grupos son “conjuntos que no interseccionan” porque “artísticamente no le interesa y hay demasiadas cosas a las que prestar atención”. Frente al sonido “pulido” de estas propuestas él sigue apostando por lo artesano de la autoedición, sin discusiones “bizantinas” con discográficas; por la vida en el norte, lejos de las corrientes instantáneas. Reconoce que sí se ha enterado de la existencia de Rosalía y resta importancia a acusaciones de apropiación cultural: “Nadie inventa nada de cero, la música se trata de digerir las cosas que escuchas y que te pasan, así que salvo que sea una copia flagrante, las influencias son las influencia y todo el mundo las tiene”.

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Sobre la firma

Andrea Nogueira Calvar
Redactora en EL PAÍS desde 2015. Escribe sobre temas de corporativo, cultura y sociedad. Ha trabajado para Faro de Vigo y la editorial Lonely Planet, entre otros. Es licenciada en Filología Hispánica y máster en Periodismo por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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