La Fundación Gala-Dalí quiere desenmascarar ‘La casa de papel’
Los responsables de la serie defienden que no han pedido permiso para usar el rostro del pintor por ser “una caricatura”
Salvador Dalí y Gala tuvieron fama de amar el dinero de una forma desmesurada. Tanto, que André Bretón, el padre del surrealismo, acuñó para el pintor el calificativo de Avida Dollars (sediento de dinero), alterando el orden de las letras de su nombre, para señalar así su desmesurado interés por la comercialización de sus obras. La pareja jamás pensó, que se sepa, en atracar bancos. Aunque, ahora que se cumplen 30 años de su fallecimiento, el artista protagoniza el robo más multimillonario de la historia de la televisión; los ocho atracadores de la serie La casa de papel —que asaltan la Fábrica Nacional de Moneda para imprimir 2.400 millones de euros durante 11 días de reclusión— lo hacen protegidos por una máscara con la fisonomía, el bigote y los ojos saltones propios del pintor surrealista.
Esta máscara, icono de la serie junto con el mono rojo que visten los atracadores e, incluso, el grupo de rehenes durante el asalto, preocupa a la Fundación Gala-Salvador Dalí, creada por el propio pintor en 1983 con el objetivo de fomentar, proteger y defender su legado y su imagen. Por eso, ha puesto a trabajar a sus servicios jurídicos para controlar su utilización. “Estamos en vías de regularizar los usos del derecho de imagen de Salvador Dalí”, aseguran de forma lacónica fuentes de esta entidad.
La serie de Álex Pina, producida por Atresmedia en colaboración con Vancouver Media para Antena 3, se estrenó en mayo de 2017 y tuvo una segunda temporada. Luego fue adquirida por Netflix que, tras editarla —cortó la duración de los capítulos y aumentó su número— la distribuyó por todo el mundo. Se convirtió en la ficción de habla no inglesa más vista de la historia de la plataforma, a la que reportó además premios como el Emmy Internacional de 2018 en la categoría de drama. Además ha llegado a ser una serie de culto en lugares insospechados del planeta. Un éxito que sin duda continuará en 2019, tras el nuevo golpe de la banda, que volverá a ponerse mono y máscara en la tercera temporada, que rueda desde noviembre Netflix, tras adquirir la franquicia de la serie.
Pero la Fundación Dalí quiere controlar también a los atracadores con cara de dalís que arrasan en ventas en carnavales y fiestas de Halloween y son utilizadas por famosos jugadores de fútbol, como Neymar, para celebrar su cumpleaños en las redes sociales. Y, más difícil, a los atracadores de verdad que asaltan bancos en ciudades como Santiago de Chile o Buenos Aires ocultos tras la máscara del pintor, simulando los personajes de la serie. La fundación de Figueres (Girona), pese a que recuerda que “tiene asignada la gestión en exclusiva por parte del Estado español de los derechos inmateriales derivados de la obra y de la persona de Salvador Dalí”, remarca que “no se trata tan solo de un tema económico”. Por eso, prosiguen fuentes de la entidad, “cualquier persona que desee ejercitar o explotar alguno de estos derechos debe contar con la autorización previa de la fundación. Y si la fundación tiene conocimiento de que estos derechos se han vulnerado, se intenta reconducir la situación, exigiendo que se regularicen los usos no autorizados”, sin querer añadir más detalles para no “condicionar los pasos iniciados desde los servicios jurídicos”. La fundación asegura también que ahora que La casa de papel está en manos de Netflix “es todo un poco más complejo”.
“Vancouver Media presentó un modelo de máscara y unos monos rojos que a la dirección de ficción le pareció bien”, explican fuentes de Atresmedia, que afirman que la Fundación Dalí no les ha enviado ningún requerimiento para regular el uso de la máscara y remiten a la productora de la serie, tras asegurar que “la máscara es un diseño que recuerda a Salvador Dalí, pero un bigote así lo puede llevar cualquiera, aunque Dalí lo popularizase”.
Desde Vancouver, por su parte, explican que, “como la serie tiene una estética del mundo del cómic”, se planteó que los atracadores llevasen máscara y se barajaron dos opciones: “El Quijote, por su universalidad y por su locura, y Dalí, que se impuso porque era un personaje más icónico y mucho más moderno que el ideado por Cervantes. Fue una decisión de los creadores respaldada por el equipo de arte de la productora. Entonces se encargó a un artesano que hiciera una caricatura ex profeso para la serie y se planteó si había que pedir permiso, pero nuestro equipo jurídico recomendó que no era necesario al tratarse de una caricatura”. Algo en lo que coinciden portavoces de Netflix, que tras remarcar que no pueden “dar detalles de la nueva temporada”, se limitan a repetir que “la decisión de utilizar a Dalí fue de los creadores” con el apoyo del departamento jurídico. “Es una caricatura para la serie”.
David contra Goliat
Fuentes cercanas a la producción resaltan que el éxito de La casa de papel tiene que ver con el hecho de que “al final, la serie ilustra la victoria de David contra Goliat y eso ha hecho que en países como Arabia Saudí, Turquía y Francia o también en Latinoamérica y en África la máscara se haya utilizado como icono para reivindicar derechos sociales y para la lucha contra los poderes políticos y económicos”. “La serie ha permitido que el pintor se conozca en puntos del planeta que de otra forma habría sido complicado. Es el mejor marketing para Dalí en todo el mundo”, añaden.
Caricatura o no, lo cierto es que durante la serie son varias las veces en que se menciona al pintor. En el minuto 12 del primer capítulo, cuando los atracadores van en camión en dirección a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre para asaltarla, es cuando se ven por primera vez las máscaras. En ese momento, uno de ellos se la quita y pregunta: “¿Quién eligió la careta? Porque no da miedo, lo que da miedo son los zombis y los muertos”. Y otro continúa: “Con un arma en la mano te aseguro que da más miedo un loco que un esqueleto”. E insiste: “¿Quién es el payo este del bigote?”. “Dalí, un pintor español muy bueno”, responde un cuarto. “Lo que da un miedo de cojones son los muñecos de los críos como Goofy, Pluto y el Mickey Mouse, porque las armas y los críos no se juntan nunca”, remata el anterior.
Más vivo que nunca a los 30 años de morir
Este miércoles se cumplen 30 años de la muerte de Dalí, el 23 de enero de 1989. Tres décadas en las que el pintor ha conseguido sobrevivir y no solo porque en julio de 2017 fue desenterrado por orden de un juez para realizar pruebas de ADN a sus restos, tras la denuncia presentada por Pilar Abel, quien aseguraba ser su hija. También, por las exitosas cifras que avalan su pervivencia: las dos exposiciones más visitadas del Pompidou de París en 40 años han sido las protagonizadas por Dalí y su pintura, en 1979 y 2012; por encima de las dedicadas a Matisse (1993), Kandinsky (2009) y Jeff Koons (2014). Lo mismo le ocurre al Museo Reina Sofía, donde la muestra del pintor de Figueres de 2013 superó (con 730.000 personas) a la dedicada en 2017 al Guernica de Picasso (680.000) e, incluso, a la más visitada de la historia del Prado sobre El Bosco (casi 600.000). En 2018, los Museos Dalí —el Teatre Museu de Figueres, la casa de Port Lligat y el castillo de Púbol— fueron, con 1,3 millones, el tercero más visitado de España, tras el Reina Sofía y el Prado.
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