Irak, fisicidad y contexto
Sus puntuales imágenes de impacto no son suficientes para sostener un guion esquelético al que le faltan toneladas de contexto
A la hora de componer una película sobre un atentado suicida con protagonismo absoluto del sujeto encargado de cometer la masacre, el creador cinematográfico puede elegir fundamentalmente dos posibles vertientes en su aparato narrativo: la física y la mental; la metodológica y la de los razonamientos; la del presente, y la del pasado que ha llevado hasta ese terrible presente.
LA DECISIÓN
Dirección: Mohamed Al Daradji.
Intérpretes: Zahraa Ghandour, Ameer Jabarah, Bennett De Brabandere.
Género: drama. Irak, 2017.
Duración: 82 minutos.
Paradise Now, dirigida por el palestino Hany Abu-Assad en 2005, una de las obras más importantes de los últimos años en su acercamiento a la realidad del terrorismo y, sobre todo, de la formación del terrorista, tenía el coraje y el talento de retratar el drama desde ambas vertientes. Sabía exponer la encrucijada mental (y el impacto físico) de los dos jóvenes reclutados para la inmolación, pero también desarrollaba con verdadera complejidad las justificaciones personales, sociales y religiosas de los fanáticos.
La decisión, sexto largometraje del iraquí Mohamed Al Daradji, prefiere centrarse únicamente en el primero de los flancos, el del momento del atentado, lo que lleva a la película a convertirse en un atisbo de experiencia física, pero en la que en todo momento se extrañan datos, relaciones y sensaciones que ayuden a entender al espectador: tanto en lo referente a la mujer protagonista, con un cinturón bomba atado a su cintura en la estación central de trenes de Bagdad, como en lo que atañe a la situación social que la rodea.
Ambientada en diciembre de 2006, poco más de tres años después de la invasión de Irak por parte de Estados Unidos y sus países aliados, La decisión centra su objetivo en la mirada de la mujer, y ahí el impactante rostro cargado de matices de Zahraa Ghandour se convierte en su principal virtud. Sin embargo, la película resulta más indolente de lo que debiera; en parte por las limitaciones de su puesta en escena, pero también por su falta de ambición. A Al Daradji, nacido en Bagdad en 1978 y formado cinematográficamente en Reino Unido, hay que valorarle el ímpetu por regresar a su país e ir forjando una carrera con producciones locales, y además centradas en la tragedia contemporánea de su tierra: Ahlam, Son of Babylon, In my Mother’s Arms, In the Sands of Babylon. Pero La decisión, mejor cuanto más delicada con esas notas de clarinete de fondo, queda como un esfuerzo un tanto alicorto.
La presencia del bebé como elemento desestabilizador, incluso en su llanto, y sus puntuales imágenes de impacto no son suficientes para sostener un guion esquelético al que le faltan toneladas de contexto.
Babelia
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