Las revistas alimentan a los nietos del ‘boom’
Un nutrido grupo de publicaciones latinoamericanas sirven de soporte a la crónica, la ficción y al debate
Los nietos y los hijos del boom hace rato que caminan solos. Son nombres propios que dominan los escenarios de Colombia, México, Argentina o Perú, y muchos se juntaron la semana pasada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México). Hablamos de Guadalupe Nettel, Alejandro Zambra, Juan Villoro o Claudia Piñeiro, por ejemplo, que recorren estos pasillos que también transitan Ida Vitale, Elena Poniatowska o Sergio Ramírez. Ahora el nuevo boom es de todas partes y cuenta con un soporte esencial: las revistas literarias hispanoamericanas.
Son ahora escuela de autores de ambos bandos: la literatura y el periodismo. Pasará tiempo hasta que se hable del Boom de los Nietos, pero ya hay motivo para dejar de referirse a ellos como individuos dispersos. Aún no les ha picado, parece, el bicho de la envidia que hace que los escritores se miren de reojo.
Una de esas publicaciones es Ñ, que edita el diario argentino Clarín desde 2003. Entonces, el director del periódico, Ricardo Kirschbaum, y el responsable de la nueva revista, Juan Bedoian, desembarcaron en el Congreso Internacional de la Lengua Española en Rosario, en 2004, (aquel del discurso de Fontanarrosa) con ejemplares bajo el brazo. Ñ, que ahora dirige Matilde Sánchez, también novelista, fue capaz de dar cabida a los que se enfrentaron al periódico en aquellas épocas de intrépida controversia política entre kirchneristas y antikirchneristas. Dice su editora general adjunta, Raquel Garzón, que también trabajó en EL PAÍS, “que fue uno de los pocos espacios masivos de debate intelectual que quedó fuera de la grieta que dividió entonces a la sociedad argentina”.
Querían, dice Juan Bedoian en el editorial del número conmemorativo de los 15 años, exceder “el terreno convencional de la literatura y el arte” y mezclarlo todo con lo que le pasa a la sociedad.
Ese es el patrón de esas nuevas revistas. Así se comporta El Malpensante colombiano. Han hecho de su trabajo digital un amparo decisivo del papel. Fue fundada por Andrés Hoyos en 1996. En Perú, Etiqueta Negra, dirigida por Julio Villanueva Chang, ha acogido a los nuevos cronistas. Ahora hibernada, la publicación limeña hubiera sido imposible sin la argentina Latido, que dirigió Daniel Ulanovsky Sack, como resultaría hoy inimaginable Anfibia, que dirige el escritor chileno Cristian Alarcón, sin el antecedente de Etiqueta Negra.
Y Gatopardo, también colombiana, al mando de Miguel Silva, Rafael Molano y Felipe Restrepo, sigue siendo el soporte de una escuela nueva de periodismo de crónicas. Dice Restrepo: “La revista es vehículo entre escritores del continente, un diálogo entre generaciones, con textos de veteranos y de jóvenes. Es una mirada panorámica sobre Hispanoamérica. Me gusta pensar que ha contribuido a crear una escuela de escritura de no ficción en español. Me enorgullece que hayamos jugado un papel en la construcción de este boom reciente”.
También ha renacido El País, de Montevideo, centenario ya, el suplemento que el legendario Homero Alsina Thevenet, el maestro de la periodista argentina Leila Guerriero, por ejemplo, abrió en su día a los abuelos del boom, incluido Juan Carlos Onetti. Y en Chile resiste The Clinic, una revista que tuvo un parto excepcional: nació en 1998 en el periodismo para dar noticia de la larga agonía del dictador Pinochet. Al mando siempre de Pato Fernández, sigue saludable, dando, entre otras, las crónicas de este maestro del género.
En Nicaragua, Sergio Ramírez dirige Carátula desde hace 14 años. Es digital, cuenta sobre todo con jóvenes (“a los que hay que buscar; los veteranos siempre están disponibles”) y tiene 35.000 lectores “certificados”. Él, sobrino de aquel viejo boom, está de acuerdo en que ahora “se está produciendo en América Latina un boombang. En el boom había seis escritores y no había mujeres. Ahora hay cientos y hay muchísimas mujeres”.
En México, la revista de la Universidad Autónoma, nacida en 1930, ha llegado a las manos de una de esas nietas. Es Guadalupe Nettel, una de las más importantes escritoras de la nueva generación. Ella cree que, con todo, “las revistas literarias están en peligro de extinción”. “Pero su papel fue fundamental para que haya un debate intelectual, así como un diálogo de calidad, más profundo y argumentado que el que se da en las redes. Y sí, creo que sí estamos influyendo en la existencia de un resurgir”.
Que ella esté al frente de una revista de tanta vejez es metáfora de que el nuevo boom latinoamericano, el boom de los nietos, ya está aquí y grita como un recién nacido.
Babelia
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