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Productores: los grandes desconocidos del cine español

Durante todos los viernes de noviembre TCM ha dedicado su programación a un eslabón fundamental en el nacimiento, desarrollo y distribución de los filmes

La afición al cine de Enrique Cerezo, presidente de Egeda, la entidad que gestiona los derechos de los productores audiovisuales, arrancó en el colegio. “Era la única diversión que había en aquella época cuando estabas estudiando”, recuerda. Entró en la industria por la puerta del “meritoriaje”: “Trabajabas en tres películas y, a partir de ahí, comenzaba un escalafón profesional”.

Su tocayo Enrique López Lavigne, responsable en la producción de títulos como Oro o La llamada, comenzó de forma autodidacta. “Había pocas escuelas de cine, poca accesibilidad a este tipo de opciones, y yo hacía cortos con una cámara pequeña de Super-8”.

Nahikari Ipiña, productora habitual de directores como Nacho Vigalondo y Borja Cobeaga, también empezó su carrera en el mundo de los cortometrajes. “Repartíamos tareas y yo hacía de productora”, rememora. En cambio, Pedro Hernández Santos, productor de Magical girl o La vida y nada más, era ingeniero industrial. “En un momento determinado Antonio Méndez Esparza me pasó el guion de Aquí y allá y me preguntó: ‘¿Me ayudas a rodar esta película?”.

Durante todos los viernes de noviembre TCM ha dedicado su programación a los productores de cine, un eslabón fundamental en el nacimiento, desarrollo y distribución de las películas, una figura muchas veces desconocida para el gran público. Un ciclo que concluye hoy viernes con un reportaje que recoge las experiencias de algunos de ellos.

Según Enrique López Lavigne, en España todos los productores son independientes y la gran mayoría, creativos “porque hacer cine en nuestro país no es sencillo y te exige una cierta creatividad”, remarca. Para Pedro Hernández Santos, en el fondo, éste se parece a otros muchos otros negocios: “Coges unos recursos, tratas de optimizarlos, haces un producto y lo tratas de vender por encima de lo que te ha costado, porque ese es nuestro objetivo”.

Un buen productor, para Enrique López Lavigne, tiene que tener la capacidad de poder ver más allá, de estar por delante de todas las situaciones. “Un productor es alguien que soluciona mil problemas por minuto”, reconoce. “Hace falta paciencia porque los proyectos son a largo plazo”, añade Nahikari Ipiña.

Lo que les une a todos, en definitiva, es su enorme pasión y amor por el cine. “Producir es algo quijotesco hoy en día”, admite López-Lavigne. “Comienzas a trabajar en una película en la fase de guion y no llega a las pantallas hasta tres años después”. “Algo que ha estado en papel, en lo que has participado y que luego salga en una pantalla y encima guste es sorprendente”, concluye Pedro Hernández Santos.

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