Un buen guion, un buen actor y...
Vemos durante noventa minutos el rostro de un hombre tratando de encontrar una solución a una circunstancia tenebrosa. Y durante todo ese tiempo yo estoy dentro de lo que me están contando
Para algunos espectadores (quisiera pensar que a todos nos ocurre lo mismo) ir al cine implica muchas cosas, pero fundamentalmente el deseo de aislarte durante un tiempo del mundo real, que aparezca la ensoñación, apasionarte por historias que no son la tuya y que te mantienen hipnotizado, con las que conectas emocionalmente y que te provocan sensaciones impagables. En el mejor de los casos. Pero también me conformo con que me entretengan. Nada amante de los experimentalismos, ese terreno presuntamente audaz, vanguardista y revolucionario, que se presta a tanta impostura, a que la nada nadee, no soy tan estúpido ni dogmático como para ignorar que con un lenguaje insólito, y muy arriesgado, escenario único y un personaje visible que se comunica con otros a los que solo oímos a veces, se puede lograr cine apasionante, magnético o muy digno.
THE GUILTY
Dirección: Gustav Möller.
Intérpretes: Jakob Cedergren, Morten Thunbo, Jessica Dinnage.
Género: thriller. Dinamarca, 2018.
Duración: 85 minutos.
Ocurría en la espléndida película de Rodrigo Cortés Enterrado (Buried). Rodada en el espacio terroríficamente claustrofóbico de un ataúd, con un hombre encerrado allí y que dispone de un teléfono móvil (y las baterías tienen la duración que tienen) para suplicar ayuda al exterior. La acción de Locke se desarrollaba íntegramente dentro de un coche, durante un viaje de dos horas desde Birmingham a Londres, protagonizada exclusivamente por un hombre angustiado (qué actor tan admirable y camaleónico es Tom Hardy) que habla por teléfono con su esposa, sus hijos y sus jefes y sus empleados en una constructora y la olvidable amante de una noche que va a parir una criatura de ambos.
El teléfono es lo único de lo que dispone un policía destinado temporalmente a la sección de Emergencias para ayudar a una desesperada mujer que pide socorro, al haber sido secuestrada por su marido y temer por la vida de sus niños, en la muy interesante The Guilty, ópera prima de un director danés llamado Gustav Möller. Hay distintos planos en esta película y al final la cámara acompaña al policía hacia una puerta de salida envuelta en penumbra, pero fundamentalmente lo que vemos durante noventa minutos es el rostro de este hombre acompañado de unos auriculares y tratando de encontrar una solución venturosa a esa circunstancia tenebrosa. Y durante todo ese tiempo yo estoy dentro de lo que me están contando, me angustia lo que ocurre, temo su desenlace, me transmite el suspense ante situación tan pavorosa. Y puede ocurrir que nada sea lo que parece, que surja la progresiva revelación de que el receptor de esa llamada de socorro también acumule problemas muy graves en su existencia, que aparezcan múltiples e inquietantes matices en una narración que podría ser lineal.
Veo The Guilty en compañía de alguien que es actor y director. Sigue la película con tanto interés como el mío y al final me comenta: “Es el tipo de proyecto con el que cualquier productor se frota la manos”. Normal, el presupuesto es mínimo. Se necesita un buen guion y un actor veraz. También que las voces, los tonos, los personajes con los que este hombre conecta en su teléfono desprendan credibilidad y creen desasosiego en el espectador. No hay música (excepto en los títulos de crédito finales), solo sonidos que crean una atmósfera amenazante. Y repito mi aviso para navegantes: se trata de un fulano en una habitación hablando todo el rato por teléfono. Por mi parte, me ha gustado conocerle. Y no percibo que me haya vuelto zumbado.
Babelia
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