Entender al monstruo
La ficción y la no ficción sobre asesinos en serie crece exponencialmente y hay una razón: el psicópata representado es cada vez más real
Hubo una época en la que al asesino, en la ficción, se le representaba de forma que, aun siendo humano, no tuviese nada que ver con lo humano. Se le desfiguró la cara (pensemos en Freddy Krueger), se la cubrió con una máscara (pensemos en Michael Myers y Jason, de Viernes 13), y así, dice Paz Velasco de la Fuente, abogada, criminóloga y autora del interesantísimo ensayo Criminal-mente (Ariel), “el miedo se acababa cuando terminaba la película”. Ahora la cosa ha cambiado. Puede que American Psycho (1991), el clásico de Bret Easton Ellis, abriera la veda en lo que a la representación del psicópata como alguien que podría pasar por humano sin llegar a serlo. “Tengo todas las características de un ser humano: carne, sangre, piel, pelo. Pero ninguna sola emoción clara e identificable, excepto ira y aversión”, decía de sí mismo Patrick Bateman. Algo parecido ocurría en Henry: retrato de un asesino, la cinta que había intentado aproximarse a la mente de un asesino en serie y que tardó cuatro años en estrenarse (pudo hacerlo en 1986, no lo hizo hasta 1990) porque no recibía otra calificación que la de X. Fue El silencio de los corderos (también de 1991) el primer blockbuster decidido a no quedarse en el crimen, sino a explorar qué podía llevar a alguien tan exquisito como Hannibal Lecter a comerse a sus víctimas.
“Hannibal Lecter es el psicópata más irreal que se ha creado nunca”, apunta Velasco. ¿Por qué? “Porque siente empatía por Clarice Starling. Un asesino no siente empatía por nadie”, contesta la criminóloga. Y a continuación cita un par de ejemplos de asesinos “de lo más reales” de la ficción reciente. Anton Chigurh, de No es país para viejos, de Cormac McCarthy, y César, de la cinta de Jaume Balagueró Mientras duermes. ¿Alguna chica? Amy Dunne, la protagonista de Perdida, de Gillian Flynn. “Desde el año 2000 se tienen en cuenta los rasgos del psicópata real para crear personajes de ficción, se basan en el DSM-5, el manual de diagnóstico estadístico de los trastornos mentales”, dice Paz Velasco. Y eso los ha hecho más reales. Pensemos en el asesino padre de familia encantador de The Fall, que guarda la libreta con los horarios en los que poder asaltar a sus posibles víctimas en la habitación de su hija. Parece un tipo triste y atareado corriente. “Eso ha hecho que nos den más miedo y que queramos explicarnos por qué son así, que queramos conocerlos para poder distinguirlos. Es decir, si antes el asesino desaparecía cuando la película terminaba, ahora nos lo llevamos a casa”. Para Velasco, el auge de ficción y no ficción al respecto tiene mucho que ver con ese cambio en su representación.
El serial killer da miedo porque no está loco ni su aspecto externo le delata, podría ser el vecino del rellano
Así, se publican libros sobre tipos que durante años se escribieron con psicópatas, como The Last Victim: A True-Life Journey into the Mind of the Serial Killer, de Jason Moss y Jeffrey Kottler, y Dentro del monstruo (Alba Editorial), del criminólogo del FBI Robert K. Ressler y Tom Shachtman; se ruedan películas sobre la adolescencia del despiadado Jeffrey Dahmer (My Friend Dahmer, estrenada el año pasado) que intentan aproximarse a lo que demonios fuese que se le pasase por la cabeza antes de cometer su primer asesinato —de 17—, y se examina a conciencia la figura aparentemente angelical de Carlos Eduardo Robledo Puch, el asesino en serie más famoso de Argentina, en El Ángel (aún en cartelera). Se lleva a la pequeña pantalla el libro estudio de John Douglas y Mark Olshaker, los investigadores reales que hay detrás de los ficticios de Mindhunter, la serie que comanda David Fincher —responsable de otro asesino en serie desquiciadamente terrorífico, el Kevin Spacey de Seven, y de la radiografía de otro más: Zodiac—, y que se propusieron trazar el más ambicioso mapa de la mente del criminal serial hasta la fecha. ¿Cómo lo hicieron? Entrevistando a criminales de la talla de Edmund Emil Kemper III, que mató primero a sus abuelos —con sólo 15 años— y luego a ocho chicas a las que recogía en la autopista y a las que hacía todo tipo de cosas. “El hombre, en tanto que depredador, sale de caza y mata para hacer realidad una fantasía. Como la fantasía es superior a lo que ocurre en la realidad, vuelve a matar para intentar llegar a sentir lo que imagina, pero nunca va a poder alcanzar tal nivel de intensidad”, aclara Velasco.
¿Estaríamos, en cualquier caso, hablando de una tendencia del mercado que intenta satisfacer la necesidad del lector y el espectador por saber más? Francisco Martínez, editor de Ariel, el sello que tiene lo más parecido a una publicación regular sobre el tema, asegura que “no sólo hay un público académico para este tipo de libros, es cada vez más un público general el que se interesa por ellos”. Está hablando de los estudios de Vicente Garrido, el profesor de criminología y autor de Asesinos múltiples y otros depredadores sociales, para quien “el serial killer se ha convertido en un icono cultural como expresión suprema de la psicopatía”, y, como Velasco, añade: “Nos da miedo porque no está loco ni su aspecto externo le delata, podría ser el vecino de nuestro rellano”.
Es complicado, dice Garrido, la divulgación al respecto porque “se corre el riesgo de crear categorías o explicaciones que muchas veces no hacen justicia a la realidad, porque ésta es tan compleja y matizada como la propia vida humana”. Aun así, nada le fascina más que intentar entender lo que resulta “incomprensible”, porque, por más que lo sea para un ser humano corriente, “todo asesino tiene razones poderosas para actuar del modo en que lo hace”. Las ventas de sus libros —“de algunos hemos vendido más de 20.000 ejemplares”, apunta el editor— confirman una tendencia que, para Martínez, han consolidado plataformas como Netflix. “Ahora que sabemos que el monstruo está ahí y tiene nuestro mismo aspecto, queremos aprender a reconocerlo”, añade.
Catálogo de criminales
Películas
El Ángel (2018). De Luis Ortega. En plena década de los setenta, un carismático y encantador jovencito se convirtió en el asesino en serie más famoso de Argentina. Esta película cuenta su historia.
My Friend Dahmer (2017). De Marc Meyers. Jeffrey Dahmer mató a 17 hombres entre 1978 y 1991. Antes, fue un chaval raro que hacía pedazos a sus mascotas. La cinta de Marc Meyers se rodó en la casa en la que creció.
Magnetizado (Anagrama, 2018). De Carlos Busqued. En el Buenos Aires de 1982 se producen cuatro asesinatos idénticos en una semana que resultaron ser obra de un postadolescente. La novela es un viaje a la mente de ese chaval y a aquella fantasmal y maldita semana.
Avenida de los Gigantes (Anagrama, 2014). De Marc Dugain. Esta novela, inspirada en Ed Kemper, narra la historia de una asesino en serie que se convierte en asesor psicológico de la polícia de Santa Cruz (California), y abre el foco de los rasgos psicópatas a otro tipo de líderes (políticos) y profesionales (médicos).
Mindhunter. Basándose en la historia real de John Douglas, David Fincher reconstruye los encuentros, ocurridos a finales de los setenta, de dos agentes del FBI con asesinos encarcelados con el fin de trazar un perfil psicológico del psicópata.
Dexter. Dexter Morgan es un asesino en serie de asesinos. Pero uno que va perdiendo en credibilidad a medida que avanza la trama puesto que empieza a desarrollar cierta empatía.
La sabiduría de los psicópatas (Ariel, 2013). De Kevin Dutton. Un clásico, un referente mundial en lo que a tratado de psicología divulgativa no sólo criminal se refiere: Dutton se aproxima a la idea de que cualquiera de nosotros puede tener rasgos psicopáticos y que estos pueden resultar positivos para ciertos trabajos (desde la neurocirugía a la política).
Criminal-mente (Ariel, 2018). De Paz Velasco de la Fuente. Un tratado sobre la mente del asesino que traza una interesantísima división entre hombres y mujeres, en lo que a psicopatía se refiere: él, el depredador, sale a cazar; ella, la recolectora, mata siempre a alguien de su entorno.
Asesinos múltiples y otros depredadores sociales (Ariel, 2018). De Vicente Garrido. En su último libro, el criminólogo se pregunta qué motiva a un asesino múltiple y qué lo diferencia de un asesino en serie, y es un terrorista debe ser considerado un homicida múltiple.
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