Un señorito andaluz protagoniza el Premio de Novela Ateneo de Sevilla
El articulista Francisco Robles se alza con el galardón en su edición 50ª, mientras que Alba Ballesta triunfa en la categoría para jóvenes
La vida de un señorito andaluz en su cortijo, con su criada, a la que deja embarazada, los braceros, los cantaores... "es un resabio medieval que pervivió en Andalucía hasta la llegada de la democracia", dice Francisco Robles, ganador del Premio de Novela Ateneo de Sevilla, fallado el pasado 23 de junio, dotado con 40.000 euros y que celebra este año su 50ª edición. El último señorito, que acaba de publicar la editorial Algaida, se impuso entre las 258 obras presentadas al certamen. En ella se narra la historia de Lola, una periodista enviada por un programa de telebasura a contar la herencia y paternidad que reclama la hija que tuvo Santiago Murube con su criada, Isabelita. A esta pretensión se niega su hermana legítima. Ese conflicto familiar le sirve a Robles para remontarse a la Guerra Civil y transitar por el franquismo hasta la actualidad, "así que el protagonista de la novela es el tiempo", subraya el autor.
Robles (Sevilla, 1963), articulista del diario Abc de Sevilla y colaborador de la cadena Cope, es autor de una veintena de libros. En la presentación de su libro, este martes en Madrid, señaló que la "imagen del señoritismo ha perjudicado a Andalucía" incluso hasta hoy, por la persistencia de prejuicios, como le ocurre a la reportera televisiva que acude desde Barcelona a un pueblo de la Baja Andalucía. El retrato de brocha gorda de la periodista "tenía la intención de dejar en fuera de juego a esa clase de medios", en los que "importa más el morbo que la verdad", añade el escritor, que también se muestra crítico con lo que califica de "sociedad posmoderna, esa que come quinoa, frecuenta una determinada clase de locales y hasta se viste de una manera característica".
El ganador del premio asegura que cuando era un joven lector, le marcó una novela que precisamente se llevó el Ateneo de Sevilla en 1972, Epitafio para un señorito, de Manuel Barrios. Este relato unido a la realidad de una noticia de una demanda por herencia en una localidad andaluza le dieron los ingredientes para su obra, "pasiones, amor, venganza, rencor, dinero...", descritos con un lenguaje repleto de metáforas e imágenes, barroco. Robles, que se autodefinió varias veces en la presentación como "políticamente incorrecto", se une así a una lista de ganadores de este galardón entre los que destacan Jordi Serra i Fabra, José Manuel Caballero Bonald, Mercedes Salisachs, Juan Marsé, Jesús Torbado, Fernando Marías o Montero Glez.
En busca de una poeta desconocida
A Robles le ha acompañado la ganadora del Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla, Alba Ballesta (Orihuela, 1991), por Distinta Clara, "una obra coral pero con dos protagonistas". Una es la joven Laia, una estudiante de Literatura que investiga la vida de una poeta desconocida, Clara Dubasenca, a raíz de un libro de ella que encuentra por casualidad, un enigmático "tercer tomo de sus obras completas".
La curiosidad por conocer la vida de esta autora que se movió en la Barcelona preolímpica se convierte rápidamente en una obsesión, alimentada por las personas que conocieron a Clara y que conforman "un relato fragmentado", indica Ballesta. Con esa intención de suscitar intriga se intercalan también diálogos en primera persona, con una sola voz que, sin embargo, permite saber lo que dice su interlocutor. Otro apunte estilístico son las notas al pie que la escritora usa para dar a conocer "comentarios íntimos de Laia".
A pesar de las similitudes con la protagonista de su libro, Ballesta niega que se trate de un relato con huellas autobiográficas, "aunque sí he escrito de lo que conozco". Ballesta, de hablar pausado, como su escritura, es un ejemplo que rompe la visión estereotipada de los millennial como jóvenes solo preocupados por los móviles. La ganadora de la 23ª edición del Novela Ateneo Joven se dedica a la enseñanza del español como lengua extranjera en Francia y a la traducción. Distinta Clara, título tomado del primer verso de una melancólica canción del cantautor Joan Baptista Humet —fallecido hace 10 años—, nació de una beca de creación en la Residencia de Estudiantes y le llevó algo más de un año.
Babelia
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