Stan Lee, el hombre que hizo de los superhéroes un mito (de los negocios)
El creador, fallecido a los 95 años, fue sobre todo un maestro innovador del 'marketing'
Es pronto para evaluar el impacto de Stan Lee, fallecido hoy a los 95 años, en la cultura popular del siglo XX. Su figura ha sido mitificada como creador de los superhéroes más famosos y reconocibles de los tebeos de la hoy todopoderosa productora cinematográfica Marvel Comics, una paradoja si se quiere, pero que representa a la perfección a este particular personaje lleno de claroscuros y contradicciones. Lee supo cambiar la forma de hacer cómics trasladando el foco de los personajes y los artistas hacia un editor reconvertido en estrella absoluta: más allá de su discutida contribución a la creación de iconos como Spiderman o Los Cuatro Fantásticos, el éxito de Lee fue idear un sistema donde la genialidad de Jack Kirby o Steve Ditko, auténticos maestros del lápiz y verdaderos cocreadores (en muchos casos, creadores únicos) de las series, quedaba en un segundo plano.
Su “Stan Lee presenta” —como indican todavía hoy los rótulos de presentación de los cómics de la compañía— se asentaba en un “método Marvel” que diluía totalmente la autoría entre un engrasado equipo creativo donde su nombre se alzaba sobre el resto. Pero, sobre todo, Lee fue un maestro innovador del marketing en el comic-book, cuyos éxitos y aciertos deben ser más comparados con los de empresarios famosos como Lee Iaccoca que con los más reconocidos artistas del género. Es cierto que uno de esos grandes aciertos, si se le puede adjudicar algún mérito creativo, fue dirigir a los superhéroes de su editorial a la realidad, consiguiendo hacer verosímil el hecho contradictorio de que un señor o señora con superpoderes en pijama sea “más humano”; pero es probable que este éxito no sea nada comparado con otro más importante: crear la primera “red social” de la historia, el Universo Marvel, un espacio reconocible en el que los fans se implicaron con los personajes y el editor a través de correos de los lectores donde Lee charlaba con informal proximidad con los lectores, aumentando su leyenda y aprovechando para sentar las bases del cómic como eje del futuro transmedia.
Su muy discutible gestión de la autoría de los personajes y de la empresa, que terminó en bancarrota en los noventa, nunca empañó su imagen: Lee sabía venderse y recrearse continuamente como uno de sus personajes, un auténtico superhéroe de los cómics que traspasó la realidad para recrearse, él mismo, en un icono de la cultura popular del siglo XX proyectado a través de sus cameos cinematográficos en el siglo XXI.
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