21 años sin Pilar

El 19 de octubre se recordó la muerte de Pilar Miró, ocurrida a sus 57 años. O no se recordó porque este país no suele ser de recordatorios fúnebres ni de agradecimientos felices aunque estos tengan la posibilidad de incitar a mejorar las cosas actuales. Pilar Miró, al margen de las películas que dirigió –alguna excelentes como El perro del hortelano, su última producción con la que obtuvo siete premios Goya– dio un vuelco a la situación del cine español cuando fue directora general de cinematografía entre 1982 y 1985, y más tarde, entre 1986 y 1989, otro viraje aún más notable al ente público Radio Televisión Española, cargo del que dimitió tras sufrir un acoso por parte de su propio partido, el PSOE, con difamaciones de malversación de caudales públicos, de lo que fue absuelta por el jurado que atendió dicha demanda. Pero mientras se dirimía lo cierto o falso de dichas acusaciones, Pilar dejó una televisión nueva y joven que nunca se había visto en España y que aún se recuerda como la mejor de su historia.

Cierto que en algunas decisiones su administración del cine español fue discutida e incluso hoy hay quienes la recuerdan en sus posibles aspectos negativos, aunque también sea indiscutible que hasta entonces no había habido por parte de ningún Gobierno tanto interés por la cultura del cine, situando al español en la órbita de los más interesantes de Europa. Se ganó entonces el primer oscar –Volver a empezar, de José Luis Garci– y varios premios en festivales internacionales, incluyendo el ganado por ella misma en en de Berlín, con Beltenebros, que dirigió en 1991 tras su dimisión de RTVE.

Mujer combativa, tenaz, también caprichosa e inestable, vivió bajo la amenaza de su frágil corazón, que tras dos operaciones a vida o muerte no pudo superar un infarto de miocardio que finalmente la hizo sucumbir.

Un recuerdo entrañable para ella en este aniversario.