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El gran subidón antes de la violencia y la muerte

Gaspar Noé presenta en Sitges 'Clímax', sobre una 'rave' montada por unos bailarines a los que la fiesta se les va de las manos por el LSD y el alcohol

Gregorio Belinchón
Fotograma de 'Clímax'.
Fotograma de 'Clímax'.

Gaspar Noé (Buenos Aires, 1963) sabe cómo provocar. En todos los sentidos. Clímax es una película prodigiosa, pero que difícilmente logrará que el espectador la vea una segunda vez. "Pues no te creas. Cuando la repites ves más apuntes de humor negro", cuenta el cineasta argentino afincado en París. El autor de Irreversible o Enter the Void ha construido un filme sobre una compañía de danza que se encierra una noche de farra para disfrutar de una rave -estamos en 1996- y ensayos de una coreografía hasta que alguien echa LSD en la sangría y el subidón se convierte en violencia, muerte y destrucción. Si la primera parte es ese ascenso lúdico y disfrutón lleno de baile, la segunda enfrenta al espectador ante la peor pesadilla. Además, contiene prólogo, epílogo y diversos aditamentos, como carteles, con los que Noé se permite reírse de sí mismo, y del espectador. "Con algunos estoy de acuerdo, con otros no", cuenta en Sitges, en cuyo festival participa la película antes de su estreno comercial en España el próximo jueves 11.

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Pero la primera pregunta no va por la película, sino de un chivatazo de una mesa cercana. A Noé le gusta preguntar a otros directores qué filmes de sus países tiene que ver. J. A. Bayona le recomendó y le envió el Blu-ray de El desencanto, de Jaime Chávarri. ¿Qué le pareció? "Grande. Yo me he comprado la filmografía de Eloy de la Iglesia". El desencanto tiene un elemento que la conecta con Clímax. "Sí, ese tono sicótico de los protagonistas, burgueses que se autodestruyen. Aquí son una compañía de danza, de menos poder adquisitivo, pero sabes que mal no les va", asegura Noé. Otras películas que importan en el cóctel son La gran comilona y El ángel exterminador. "La primera no creas, la vi de adolescente y ya está. La segunda seguro, porque siempre tengo presente a Buñuel. Yo también pensaba en El coloso en llamas, La aventura del Poseidón o Terremoto, aquellas superproducciones de destrucción de los setenta y ochenta". Finalmente, otra gran referencia: Vinieron de dentro de..., uno de los primeros trabajos de Cronenberg. "Quería construir, como Cronenberg, una historia de torre de Babel creada por la colectividad y que al final se acaba derrumbando y viniendo abajo".

Noé se ríe cuando se hace referencia a la gigantesca bandera francesa que preside la sala de baile o al cartel que advierte: "Es una película francesa orgullosa de serlo". "Bueno, con las frases marco las partes temporales". Se siente reflejado más en el que dice: "Nacer es una oportunidad única", medianamente cercano al de "Vivir es una imposibilidad colectiva" y firma al 100% el de "Morir es una experiencia extraordinaria". "Digo extraordinaria", asegura, "como algo fuera de lo ordinario. Yo vi morir a mi madre y fue algo deseable. No hay que negativizar la muerte porque es un proceso natural, y a veces necesario. El mundo occidental esconde mucho la muerte. Un sinsentido. Para mí el letrero más tramposo es el de 'Vivir...', porque la misma filmación de mi película le lleva la contraria". Climax se rodó en 15 días, "con una enorme colaboración entre actores, bailarines y todo el equipo técnico".

El cineasta se siente más cómodo en este estilo de rodaje de guerrilla, con solo dos páginas de guion, algo que ya hizo en Irreversible. "Mis otros filmes son más voluntaristas. Aquí el punto de vista del director va pegado a la realidad, cercano a los personajes. Muestro los estados alterados de los personajes no desde dentro, sino desde fuera, con lo que el público los ve como si estuviera en una discoteca con gente pegándose. El alcohol puede poner a la gente más que idiota". Y llegamos a la violencia del cine, mostrada con algo de humor negro. "Toleramos mucho más lo que vemos en una pantalla que lo que observamos en la vida real", insiste. "Sabemos que son actuaciones, interpretaciones, falsedad. Y por eso subo el nivel de violencia para que la audiencia se sienta alterada. Por cierto, me encanta el humor negro, sobre todo el español o el latino en general. ¿Alguien ha visto una comedia china o rusa?".

Gaspar Noe acaba hablando de la época en que se desarrolla la película y compara con la actual. Mueve nervioso su bigote, muy fassbinderiano: "Yo me divertía más en la época en que no había móviles. Ahora siempre alguien te fotografía. Te piden selfis y no te hablan. Si hubiera trasladado Clímax a la actualidad, su segunda parte estaría protagonizada por unos tipos medio zombis que teclean sin sentido en mitad de sus delirios. No habría comunicación entre ellos". Respira y sigue: "A la vez los tiempos actuales han retrocedido en libertades de expresión. Aunque Clímax será mi primera película que se estrene en Estados Unidos con categoría R, que permite a cualquier niño verla acompañado por alguien de más de 18 años -con buenas o malas intenciones- ¿podría hoy haber estrenado Irreversible? Lo dudo. Hoy hay más censura y artistas que se autocensuran más por miedo a esa censura". En la frase postrera, subraya: "No soy nostálgico, pero hay cosas del pasado que extraño".

Gaspar Noé, en el rodaje.
Gaspar Noé, en el rodaje.
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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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