José Luis Cuerda: “Es triste, pero temo que la España de hoy irá a peor”
El director presenta su comedia más amarga, 'Tiempo después', en la que traslada al año 9177 los problemas que aquejan a la sociedad contemporánea
José Luis Cuerda (Albacete, 1947) no se mueve mucho de la silla. Ni falta que le hace. Puede que el cuerpo ya no le dé mucho de sí, pero en su mente siguen bailando las cuchillas de afeitar que decían que tenía Billy Wilder. Su nuevo trabajo, Tiempo después, se desarrolla en la España de 9177 "mil años arriba, mil años, que tampoco hay que pillarse los dedos", como cuenta en off el director al inicio del metraje. Después llega la catarata de chistes filosófico-políticos centrados en el enfrentamiento entre quienes tienen una profesión y viven en un rascacielos -el Edificio Representativo- y los parados que habitan un campamento de chabolas en un bosque; la amargura lampedusiana del vano intento de las revoluciones por cambiar el estado del mundo, y más de 40 actores en estado de gracia. En boca de ellos, un guion escrito hace años que aunque se date en el futuro no puede sonar más actual. ¿Casualidades de la vida? ¿Magia del cine? "Las dos cosas, y si me dices una tercera, también te la acepto", contesta su creador. "En realidad, es triste que yo haya trasladado esa España al futuro, pensando que lo que ocurre en el presente irá a peor. Me temo que vaya por ahí la cosa".
¿No ha hecho Cuerda su película más pesimista? "No, porque tiene algo de comedia, me río de mí mismo con, por ejemplo, los latinoamericanos voladores...". Pero el final roza la amargura. "No he sabido levantar el ánimo a los espectadores [se escucha en los diálogos postreros un 'Hasta las ideas las empaquetan']. Puede que la realidad actual sea así. Yo lo que quiero es ponerle al espectador un espejo, que posteriormente reflexione y que cada cual tire por donde quiera. He intentado que se salga de la sala con un requiebro no muy agresivo. Yo no puedo ordenar a la gente que piense de una manera -mi análisis solo me vale a mí-, aunque sí que medite, que se plantee por qué ocurren las cosas que ocurren hoy en día". En muchos momentos del metraje, entre risas y veras, muchos personajes interpelan al espectador sobre qué es ser de izquierdas. "He vivido tan de cerca los años duros... Fui belicoso en circunstancias guerreras en el franquismo, y no quiero abaratar esos acontecimientos. Que se dé el valor que merecen aquellos momentos. Tuvimos que jugárnosla. Y recuerdo el día en que entraron en mi clase de segundo de Derecho Manuela Carmena y Cristina Almeida a proponernos que nos afiliáramos al PCE. Y lo hice... aunque duré poco, porque cuando se esquematiza demasiado no me siento cómodo".
En Tiempo después Cuerda ha construido todo un mundo en un espectacular diseño artístico que en realidad decanta la mejor España cañí. "De entrada, desde su presentamiento, la veo, con todos los matices que me hagan, como una película que contiene, efectivamente, un mundo. Pero ese concepto, denominémosle monumental, suele conllevar grandiosidad. Aquí no, aquí hay en cambio humanidad muy abundante. Son seres humanes, miradas, amores entre frailes y monjas... Me siento orgulloso de todo el sentimiento humano que provoca ese material". A su lado, el productor Félix Tusell le recuerda que sí, que disfrutó con los actores, pero que le sacaban de quicio los cromas necesarios para recrear fondos futuristas. "No te jode, estoy hasta los cojones de las películas llenas de trampantojos. Allí pierden verdad los intérpretes. Hace años mis amigos me decían que era insoportable en los rodajes. Lo acepté con tristeza. En este, en cambio, no me he peleado con nadie. Bueno, en otros tampoco". A lo que Tusell -cuyo padre ya colaboró con Cuerda- apunta: "Sabes que no es así, que has discutido con varios en pasados filmes". Y el director acaba dándole la razón.
El cineasta defiende con pasión de chiquillo algunas de los momentos de su nueva comedia, con ecos a su telefilme Total (1983), que los fans de Amanece que no es poco están esperando como agua de mayo... para el 28 de diciembre. "Creo que la secuencia en la que rezan El Quijote por la noche es de lo mejor que he rodado en mi vida", asevera. Y sobre el gag que arranca con el recitado de "Verde que te quiero verde", explica: "He incluido poemas de gente que me encandila, como César Vallejo. Hay también ripios de Lorca... e incluso uno mío". Cierto, en un momento se escucha: "El camaleón acierta en pleno sustantivo". Tusell le apostilla: "Es que en esa amargura de Tiempo después solo dejas un resquicio de esperanza con la literatura y en especial con la poesía". Otro diálogo apunta: "¿Tú has leído a Julio Camba o a Ramón María del Valle-Inclán?". "Ah, no. ¿Quiénes son? ¿Poetas?". "No, el único poeta era Durruti". Cuerda sonríe: "El mayor favor que se le puede hacer a la poesía es incorporarla a la vida. El que quiera, que la entienda".
Y ahora, ¿qué? ¿Ya hay ideas para una nueva película? Cuerda responde: "Habrá más". ¿Qué será? "Apaga la grabadora, que te cuento". Y el periodista, tras escucharle, solo puede levantar testimonio público de que ciertamente habrá más Cuerda.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.