¡Una tila, por favor!
Generosa puerta grande para Rubén Pinar ante una noble y descastada corrida de Torrealta
Si la fiesta de los toros es emoción, el espectáculo celebrado este miércoles en la plaza de toros de Albacete pertenece a otro tipo de fiesta. Si no, no se explica cómo en las más de dos horas que duró el festejo nadie se emocionó. Y es muy probable que alguien diga que él sí lo hizo. Puede ser. Ya se sabe: ‘Hay gente pa tó’. Pero también se dice que la cara es el espejo del alma y solo había que echar un vistazo a los tendidos y fijarse en el rostro de los espectadores. Aquello parecía un funeral.
¿Y los aplausos? De compromiso, mera formalidad. Cómo sería la cosa que un vecino de localidad dijo en alto: “Ahora, en el descanso, me voy a por una tila. Tanta emoción no se puede aguantar”. La ironía la soltó durante la lidia del tercero. Aún quedaban otros tres por salir…
Pese a todo, se cortaron tres orejas, una buena muestra del triunfalismo reinante en la tauromaquia actual. Por muy aburrida y vacía que sea una tarde de toros, raro es el festejo en el que no se concede, al menos, una oreja. Despojos que no tapan la evidencia.
TORREALTA/FERRERA, EL FANDI, PINAR
Seis toros de Torrealta, justos de presentación por su escaso remate, muy nobles, mansos, sosos y descastados.
Antonio Ferrera: dos pinchazos, estocada baja, trasera y atravesada y un descabello (silencio); estocada casi entera trasera y tendida y un descabello (saludos tras leve petición de oreja).
El Fandi: estocada trasera y tendida _aviso_ y un descabello (oreja con protestas); pinchazo, media estocada desprendida y atravesada _aviso_ y un descabello (silencio).
Rubén Pinar: estocada (oreja con leve petición de la segunda); estocada corta, tendida y atravesada y un descabello (oreja con leve petición de la segunda).
Plaza de toros de Albacete. Miércoles, 12 de septiembre. 5ª de la Feria de la Virgen de los Llanos. Casi tres cuartos de entrada.
Dos de los tres trofeos concedidos por el generoso palco los acaparó Rubén Pinar. El de Tobarra se marchó en volandas por la puerta grande tras una actuación fácil y ligera ante dos toros de Torrealta mansos y muy nobles. Anduvo tan sobrado Pinar que, al igual que sus compañeros, dio la sensación de estar en un tentadero. Mala cosa.
Manso, blando y nobilísimo fue el tercero, al que recibió Pinar por delantales. En el último tercio, y antes de dejarse llegar los pitones del muerto en vida hasta el bordado de la taleguilla, dejó algún muletazo estimable en un mar de pases lineales y despegados. El sexto, de gran calidad, se rajó tras el encontronazo con el caballo y el manchego se pasó toda la faena intentando sujetarlo para que no huyera de la pelea.
El otro apéndice fue a parar a manos de El Fandi, en su enésima actuación en Albacete. Templado por momentos, pegó pases a diestro y siniestro en dos trasteos vulgares, ventajistas y repetitivos. Su primero, un precioso melocotón sin remate alguno por detrás, se ganó ser santificado por su infinita bondad. Fijo y pronto acudió al engaño del granadino, que tras clavar las banderillas -clamorosamente- a toro pasado, se enfrentó al director de la banda de música en una escena patética y lamentable. Al final, el pobre hombre no aguantó la presión y mandó tocar. Peor aún estuvo en el quinto, otro manso que siempre llevó la cara a media altura y que le llegó a desarmar en dos ocasiones.
Lo único artístico de la tarde llevó la firma de Antonio Ferrera. Un excelso quite de tres parsimoniosas y bellas verónicas rematado con una media de ensueño para sacar del caballo al ejemplar que abrió plaza. Nadie se enteró. Ese primero, como el cuarto, tuvo la fuerza justa para seguir sin rechistar la muleta del extremeño en una labor templada, pero de escaso compromiso. Siempre al hilo o directamente fuera de cacho, Ferrera dejó detalles de torería, pero no emocionó.
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