Cuando Xavier Dolan escribía cartas de amor a Leonardo DiCaprio
El cineasta sufre una acogida fría en Toronto con 'The Death and Life of John F. Donovan', que reflexiona sobre fama e identidad sexual a partir de sus vivencias
Después de ver Titanic, Xavier Dolan le escribió una carta de amor y admiración a Leonardo DiCaprio. También preparó misivas para Susan Sarandon, probablemente a los protagonistas de Buffy Cazavampiros, a los de Roswell… Algunas de sus series favoritas. “Escribí muchas cartas a muchos actores y gente que me gustaba. La lista es larga”, se ríe ante la confesión. “¿Cuánto tiempo tenemos?”.
La correspondencia entre un niño y la estrella del momento es uno de los hilos conductores de la séptima película del director de Montreal: The Death and Life of John F. Donovan, que tuvo una acogida fría en su estreno mundial, el lunes por la noche en el Festival de Toronto, después de que el propio Dolan la retirara de Cannes porque quería seguir editándola. Dolan montó y montó, “durante dos años”, hasta lograr “la película que quería”, asegura, la que había imaginado en 2011 cuando empezó a escribirla. Solo que en el camino se le han quedado tramas y hasta un personaje entero, el que interpretaba Jessica Chastain.
La película de Dolan, la primera que rueda en inglés y con grandes estrellas de Hollywood, es un estudio de la fama y la identidad sexual. Un intento de analizar la celebridad desde el punto de vista de quien la vive y sufre, de quienes le rodean y de quienes le celebran, sus fans. John F. Donovan es la estrella de su película. Y Rupert, un niño, su mayor fan. Rupert un día le escribe una carta y Donovan le contesta, empiezan una amistad epistolar, pero cuando Rupert lo cuenta nadie le cree y se ríen de los dos.
La estrella de Juego de tronos Kit Harington interpreta a John F. Donovan que no solo lucha contra su creciente fama sino contra su identidad sexual. Por miedo a los comentarios, a que todo se acabe, oculta que es gay. Rupert (Jacob Tremblay, con Natalie Portman en el papel de su madre), un actor infantil, también es gay y vive sin referentes en la pantalla. Mientras Harington se vio muy cerca de su personaje —“ Hubo momentos en la película en los que de verdad podía usar mi experiencia”, contó en Toronto—, Dolan se identifica más con Rupert, no solo por las cartas, sino por esa obsesión por la cultura pop con la que creció pero sin sentirse representado en ella.
“Durante mucho tiempo mi estándar de romance fue chico blanco besa chica blanca. Todos los shows que veía, como Embrujadas o Buffy, eran completamente blancos, heterosexuales”, asegura el cineasta de 29 años. Solo la llegada de A dos metros bajo tierra, que vio ya con 18 años, cambió el panorama y fue “un shock” para él.
La falta de diversidad en la cultura es parte de la denuncia que aparece en The Death and Life of John F. Donovan, recibida con tibieza en Toronto, por la autoconsciencia y repetición con las que explora la fama, por su histerismo en ocasiones. Dolan justifica esto último porque desde Esto no es el fin del mundo —su anterior película, abucheada en Cannes en 2016, donde ganó el Gran Premio del Jurado— empezó a acercarse más y más a los personajes. “Creo que en la próxima rodaré solo ojos”, bromeaba antes del estreno. “Me gustan los actores, mirarlos, entiendo que para la gente puede ser asfixiante y necesitan aire, pero yo estoy justo en el otro lado: ocurren tantas cosas en los ojos de los actores, sus expresiones, su cara, no quiero perderme nada”.
Como ya hizo en Laurence Anyways, estructura la película a partir de una entrevista entre el personaje de Rupert de mayor, cuando publica las cartas que intercambió con Donovan y una periodista “muy seria”, dice la actriz que la interpreta, Thandie Newton. En su conversación van viajando al pasado para contar tanto la vida de Donovan como la infancia del propio Rupert. Una estructura narrativa de flashbacks “muy clásica”, como reconoce el propio Dolan, alejada en ese sentido de sus anteriores filmes y que bebe estéticamente del cine americano de los noventa con el que creció: “Señora Doubtfire, Matilda, Jumanji, Titanic…”, enumera. Lo admite, porque eso buscaba: es una película “mucho más accesible” que sus anteriores títulos.
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