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José María Luzón: “Toda la Academia de San Fernando está llena de polvo”

El director del museo dice que da vértigo sentir las vibraciones en la pared, provocadas por las obras en las calles aledañas

Rut de las Heras Bretín
José María Luzón, en una de las salas del museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el 17 de agosto.
José María Luzón, en una de las salas del museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el 17 de agosto. Andrea Comas

El desconocido museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Rabasf) alberga obras de artistas como Rubens, Goya, Arcimboldo, Mengs, Pedro de Mena, Sorolla, Pablo Gargallo... Piezas que serían la envidia de cualquier centro artístico y que se encuentran en medio de una zona en obras entre la madrileña Puerta del Sol y la plaza de Canalejas. Estas intervenciones están afectando a las piezas del museo, como avanzó el sábado el periódico Abc. El riesgo para los cuadros y esculturas es tal que su responsables se vieron obligados el pasado viernes a cerrar cinco salas. El director de la Rasbaf, Fernando Terán, redactó una nota en la que avisaba que cuando el sábado, primer día de septiembre, se reabriera el museo –que ha estado cerrado agosto– estos espacios no se podrían visitar: las tres salas que dan a la calle de Alcalá, por prevención (se han descolgado varias obras para que no sufran las vibraciones que se notan en la pared) y otras dos que están cumpliendo las funciones de almacén de obras.

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Jose María Luzón, académico y director del museo, ha contado a este diario que él mismo le propuso a Terán que se cobrara la mitad de la entrada a los visitantes ya que no iban a poder disfrutar de obras de nivel como La primavera (1563), la única obra de Arcimboldo en las colecciones públicas españolas, varios goyas, Susana y los viejos (1610), de Rubens...

Luzón se ha mostrado preocupado y sobre todo con incertidumbre al no saber qué iba a ocurrir a partir de ahora. Estaban avisados de las obras pero ante las vibraciones de la semana pasada tanto él como el director de la academia se acercaron para hablar con algún responsable: “Hay muchas empresas, es un lío de contratas y subcontratas. Finalmente conseguimos hablar con un ingeniero que nos dijo que la zanja que están haciendo por la calle de Alcalá tiene que continuar. Nosotros le informamos que cuando usan esa maquinaria tan pesada tiemblan las paredes que dan a esa fachada”.

El académico tiene claro que el objetivo es garantizar la seguridad de las piezas, pero aún no tienen la información exacta de cómo va a continuar la obra. El ingeniero les informó de que continuarían haciendo la zanja con un martillo menos potente que el que estaban utilizando. “Le pregunté si va a haber vibraciones y me dijo que eso era inevitable”, cuenta Luzón, que manifiesta que si se alargara la situación anómala tendrían que hacer un reajuste de salas y un montaje provisional en una zona alejada de la fachada principal, la que da a Alcalá.

Además, de las fisuras detectadas en esculturas como Hércules Farnese y en la pared, en las que se han puesto testigos para controlar los movimientos –el sábado pidió que se registraran todas las que se observaran en las salas y a la media hora le llamaron para decirle que era mejor que lo viera en persona porque eran innumerables–, Luzón asegura que “todo el museo está lleno de polvo. Pasas un dedo por una estatua y se te queda manchado”. Luego matiza esta sentencia: “En las salas está algo más amortiguado porque el aire entra filtrado, filtros que tenemos que cambiar más frecuentemente que antes de las obras”. Del gasto que esto acarrea también habla ya que la institución tiene unas condiciones precarias que no le permiten abrir el museo por las tarde ni durante agosto por falta de personal. “No tenemos los recursos para manteneros abiertos que tiene un museo público del Estado”

Ayuda de OHL

Luzón pinta un panorama desalentador para el patrimonio que conservan. El cuadro de Rubens Susana y los viejos no se ha descolgado por su delicado estado de conservación y porque cualquier movimiento podría perjudicarle. “Daba verdadero vértigo poner la mano en el marco cuando estaban golpeando”, explica y añade: “De momento, visualmente no encontramos nada pero no es lo más sano para mantener una pintura de este tipo”.

Luzón pinta un panorama desalentador para el patrimonio que conservan

Luzón sostiene que estaban informados de la obra: "El tema lo ha llevado Terán, que además es arquitecto". Incluso hicieron algunas alegaciones, por ejemplo, a un poste que les iban a colocar pegado a la fachada. Pero no cree que estuviera especificado el uso de maquinaria tan pesada que es “lo que nos ha descolocado a todos”. También apunta que la Fundación OHL (empresa constructora) les dio una ayuda al comienzo de las obras por los perjuicios que pudieran ocasionar, “pero esto lo ha superado con creces”.

A finales de la semana pasada cuando aconteció todo, daba la casualidad de que el equipo de restauración vinculado a la academia –que trabaja de manera externa– estaba realizando en el propio edificio un tratamiento de anoxia en uno de los almacenes para luchar contra los xilófagos que atacan a la madera. Notaron cómo temblaba todo con los golpes de las obras de la calle y ellos fueron los que descolgaron los cuadros para prevenir males más graves.

Al desconocimiento y la precariedad que viven obras de la talla de El entierro de la sardina (1808-1812), de Goya, se le unen los temblores que quién sabe si se transformaran en terremotos que llevarán a la Rabasf a una aún más larga cuaresma.

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