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“En el cine hay más cosas importantes que la actuación”

La actriz chilena Paulina García, ganadora del Oso de Plata por 'Gloria', estrena 'La novia del desierto', y habla de su país, del misterio en la pantalla y de la interpretación

Gregorio Belinchón
Paulina García, en una imagen de 'La novia del desierto'.
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Esos ojos chiquitines y chisposos que en pantalla llaman la atención en Paulina García (Santiago de Chile, 1960), sobre los que suele haber referencias chistosas en los guiones y que aparecen habitualmente ocultos bajo cristales de culo de vaso en gafas de muy diversos estilos, son en la vida real mucho más juguetones y hermosos. Y lo mismo pasa con su dueña, que ha logrado la fama con personajes que suelen esconderse, vivir muy por debajo de la línea de atención de cualquier viandante. No siempre fue así: García posee un largo currículo de trabajos y premios gracias a su triple faceta de actriz (curtida en telenovelas), directora de teatro y dramaturga. Sin embargo, la fama internacional no le llegó hasta 2013 con Gloria, de Sebastián Lelio, que le reportó el Oso de Plata a la mejor actriz de la Berlinale.

Ella siguió con su ritmo estajanovista y esos roles de gente normal, aunque en ese momento entraron en su radar rodajes internacionales (Verano en Brooklyn, Los 33) y personajes de mayor peso institucional (encarnó a una presidenta de Chile en La cordillera). “En realidad, fue un personaje que representa más una imagen que un papel con enjundia. Pero me divirtió encarnar a un personaje que saca sus mejores plumas en una cumbre de jefes de Estado de países iberoamericanos, una congregación de pavos reales”, recuerda durante la promoción de su nueva película, La novia del desierto, que ha llegado a los cines en España meses después de su estreno televisivo español, como Isabel, esposa y madre de la perturbadora familia que retrataba la serie Matar al padre, de Mar Coll.

Por partes. De La novia del desierto, dirigida por las argentinas Cecilia Atán y Valeria Pivato, García no puede sentirse más satisfecha: “Hay algo que me resultó atractivo y fue su introversión, con lo que tenía poco diálogo que memorizar [risas]. Cuando tienes mucho diálogo, es más fácil encontrar el camino entre lo que uno dice y hace, y las contradicciones entre eso que se dice y lo que se hace... Te dibujas un mapa. Esta Teresa en cambio casi no dice nada. Da explicaciones simplonas, poco más. Me divirtió mucho más, por su complicación, construir su mapa, entender su posición en su vida y en la casa en la que trabajaba. La configuré como un caracol con una concha enorme, y al perder su trabajo en la casa, la concha, llega su deriva. El desierto en el que entra en el viaje es su nueva concha, aunque en esta ocasión sea infinita, sin límites para su mirada. Teresa es apretada en su interior, va para adentro hasta que llega el camionero, que resulta un vehículo para que Teresa encuentre algo que ni buscaba”.

García, precisa en su parlamento, acaba de definir el viaje emocional de Teresa, una criada que está viajando por primera vez entre una prisión vital y otra, encierros en los que parece encajar cómoda. “Las directoras tenían claro su final, que no traicionaba al devenir de la protagonista”, comenta la actriz, “pero rodaron varios más, y yo me quería matar si hubieran elegido otro”. Insiste mucho García en la importancia de la ruta en la película: “Teresa la encara; el Gringo, el camionero, la disfruta, se deja llevar. Ella le dice a él: ‘¿No se cansa de moverse?’. Y él le responde: ‘¿No se cansa de estar quieta?’. Un retrato brutal de filosofías vitales opuestas”.

La sorpresa del misterio

La cámara va siempre muy pegada al rostro de la chilena. “En el cine hay muchas cosas importantes además de la actuación”, reflexiona. “Y por eso me sorprenden las películas en su visionado. Cuando los cineastas logran poner al espectador en un lugar inquietante, introducen algo muy difícil de recuperar en la vida, que es el misterio. Eso que no logramos comprender, y que nuestro ojo absorbe como desenfocado. Aquí las directoras añaden un lugar especial, el santuario de la Difunta Correa, que en realidad poco tiene que ver con ninguna religión. Yo lo definiría como un lugar pagano donde la gente peregrina para pagar su ofrenda. Una es una descreída occidental, que ha leído mucho, como de vuelta, y ese sitio te pone en otra condición: ¿qué sé yo lo que encuentran allí? O ni siquiera sé si encuentran, si solo van y ponen su ofrenda”.

De Matar al padre, García habla maravillas de Coll, una cineasta “con las cosas muy claras”. Y de Chile, la actriz asegura: “Existen dos Chiles, que confluyen en un complejo sincretismo político. Allende siempre será un profeta que estuvo a punto de hacer algo y la derecha seguirá con su imagen represiva. Hoy hay un despertar impresionante en la creación audiovisual que habla por fin de nosotros. Bueno, allá vamos”.

¿Le ha cambiado mucho la vida desde Gloria? “Desde luego”. ¿Y no le duele que se olvide toda su labor anterior? “Ni me importa. Hice cosas magníficas, con poco cine y mucho teatro. Sentía que me iba muy bien, reconocida, con mi carrera. Y de repente... había más. Eso es sorprendente a estas alturas de mi vida”.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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