Nada es verdad ni es mentira
Proliferan los ensayos sobre las 'fake news': Hector Macdonald y Bruce Bartlett recopilan historias y ejemplos didácticos para aprender a reconocerlas
¿Dijiste media verdad? Dirán que mientes dos vecessi dices la otra mitad.Antonio Machado
Como estamos en la era de la posverdad, comienzan a proliferar las fórmulas para descubrirla, combatirla y destruirla, pero también los ensayos destinados a investigar sobre la verdad misma, la capacidad de aprehenderla y la necesidad de difundirla. Según la máxima evangélica, la verdad nos hará libres, por lo que son multitud quienes se dedican a manipularla a fin de poder convertirnos en esclavos de sus deseos. Hector Macdonald, autor de best sellers de espionaje, a la vez que consultor sobre comunicación y estrategia, ha escrito un libro titulado Verdad a secas. El autor señala que no es filosofía, sino una obra “para todos los que están cansados de que políticos, expertos en marketing y responsables de relaciones públicas les tomen el pelo”. A lo largo de casi 400 páginas desgrana decenas de historias, divertidas unas, sorprendentes otras, que evocan lo acertado del poema de Campoamor cuando sentencia que “en este mundo traidor nada es verdad ni mentira”… y que todo depende a la postre “del color del cristal con que se mira”. Los muchos vidrios del catalejo que utiliza Macdonald forman un auténtico caleidoscopio, lo que le permite demostrar cómo una cosa y su contraria pueden ser ambas verdaderas simultáneamente, en lo que define como verdades contrapuestas. Aunque no son verdades en sentido estricto, y ni siquiera en el figurado, sino solo diferentes puntos de vista, elevados de rango para que funcione la máquina literaria, no muy brillante, que él mismo ha puesto en marcha.
Las historias que narra como apoyo de sus teorías y clasificaciones sobre la verdad misma (verdades parciales, subjetivas, artificiales y desconocidas) son en gran parte sabidas del gran público, pero es difícil encontrar en otra parte un catálogo tan apasionante y nutrido como este. Hay que reconocer además su habilidad a la hora de hilvanarlas y haber descubierto, o refrescado, cuestiones tan importantes como que la Fanta de naranja fue un invento de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, dado que el embargo impedía a Coca-Cola entrar en Alemania; o el hecho, sobre el que Me Too no ha dicho nada todavía, de que Clinton evitara ser destituido por perjurio cuando aseguró que no había tenido relaciones sexuales con Lewinsky, ya que la felación no figuraba explícitamente en la lista oficial de las ellas. Al lado de semejante argucia los jueces de La Manada parecen unos párvulos a la hora de manipular las calificaciones delictivas.
El libro, en definitiva, es un manual de marketing para combatir las astucias del marketing. Yergue argumentos contra las mentiras de la publicidad, las manipulaciones de los políticos y los excesos de los periodistas, aunque está escrito por alguien dedicado a asesorar precisamente a estrategas comerciales y gente por el estilo. Mediante una inteligente campaña publicitaria en redes sociales, su autor, víctima y verdugo a un tiempo de las cosas que critica, ha logrado que el ensayo se venda tanto como sus novelas.
Casi al mismo tiempo que él, Bruce Bartlett, que fue asesor en temas económicos de Reagan y Bush padre, para terminar convirtiéndose en un feroz crítico del segundo de los Bush en la presidencia, ha escrito un opúsculo donde la palabra Verdad sobresale nuevamente en la portada. Mientras en la obra de Macdonald se nos advierte de que el texto explica “cómo los distintos lados de cada historia configuran nuestra realidad”, en la de Bartlett se anuncia que se trata de “una guía para que los ciudadanos puedan separar los hechos de las mentiras y parar las fake news en su recorrido”. En realidad se trata de un manualito de periodismo en la era digital, una especie de libro de estilo cuyo objetivo principal es luchar contra la difusión de algo tan peculiar como los hechos alternativos, puestos de moda por la Casa Blanca. Ante los furibundos y frecuentes ataques a la prensa por parte de Trump, puede servir de vademécum para ayudar a mantener la credibilidad de los medios y hacer frente a la tormenta.
Ambas publicaciones tienen su interés, aunque ninguna de ellas hable finalmente de la verdad como tal, por lo que su título no deja de ser una paradoja y un pequeño abuso. Contienen recomendaciones útiles para redactores y lectores de periódicos que quieran rendir tributo a una información factual rigurosa y fiable. Es de notar, en ese sentido, la importancia que se concede al contexto como parte sustancial del conocimiento de los hechos. El contexto se pierde cuando reemplazamos el periodismo profesional por las entradas en Twitter, pues el lector reacciona “a acontecimientos, comentarios, anuncios y rumores sin saber lo que realmente ocurre”. Algo que sin duda tiene muy en cuenta Donald Trump a la hora de utilizar sus pulgares en las horas tempranas de la mañana, cuando teclea en su móvil toda clase de anuncios y declaraciones. El contexto es extremadamente necesario para que el lector comprenda la información, tanto o más que los hechos mismos. Tiene que ver, entre otras cosas, con la identificación de las fuentes, la interpretación de números y estadísticas, y la común tendencia a contar las historias como si en ellas hubiera solo dos lados de la cuestión, en vez de múltiples aspectos.
Tan importante es el contexto que los líderes de las sectas religiosas lo establecen desde el principio, “eligen las historias y determinan las verdades morales. Dicen lo que es deseable, formulan las definiciones y hacen las predicciones”. Es el sistema que el fundamentalismo religioso utiliza para enviar a sus creyentes a la muerte y provocar la de otros miles de seres humanos. En nombre de la verdad.
Verdad. Hector Macdonald. Traducción de Eduardo Adrián Hojman Altieri. Debate, 2018. 366 páginas. 20,90 euros.
The Truth Matters. Bruce Bartlett. Ten Speed Press, 2017. 144 páginas. 8,99 dólares.
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