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CRÍTICA | DADDY COOL
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La guardería de nunca jamás

La película parece tan obsesionada en parecer irreverente que se olvida de ser simplemente eficaz en sus recursos cómicos

Fotograma de la película 'Daddy cool'.
Fotograma de la película 'Daddy cool'.

De un tiempo a esta parte, la comedia popular francesa parece empeñada en no conformarse con ser, simplemente, una degradación para multisalas de la tradición del teatro de bulevar y, de vez en cuando, tantea su reformulación supuestamente gamberra (adjetivo odioso donde los haya) bajo el influjo de la comedia norteamericana políticamente incorrecta.

DADDY COOL

Dirección: Maxime Govare.

Intérpretes: Vincent Elbaz, Laurence Arné, Jean-François Cayrey, Grégory Fitoussi.

Género: comedia.

Francia, 2017

Duración: 97 minutos.

En Daddy Cool, un montaje fotográfico resume la trayectoria de la pareja protagonista: desde un inicio de relación vocacionalmente salvaje hasta un presente donde ella ha logrado la celebridad profesional y mediática como historietista –sí, en efecto, este relato quizá sólo podría suceder en Francia- y él sigue aferrado a un perpetuo estado de inmadurez de extravíos nocturnos, excesos etílicos e inquebrantable impulso lúdico. La ruptura sentimental llevará al protagonista a convertir el piso que todavía comparte con su expareja en improvisada y caótica guardería, con la serie de bufas consecuencias que, como siempre requiere la estrategia de nadar y guardar la ropa, acabarán conduciendo la trama hacia los cauces de la redención personal y la reconciliación.

Las imágenes de niños reconvertidos en recua de animales de carga para transportar al adulto zopenco que los cuida, de un niño atrapado en el interior de un inodoro y del irresponsable cuidador ataviado con una máscara anti-gas para poder cambiar un pañal marcan el pico de falsa irreverencia de esta película que se somete sin sonrojo a las imposiciones de la comedia romántica más tradicional, al tiempo que simula transgredirlas. Un número musical infantil al ritmo del tema homónimo de Boney M que da título a la película y unos créditos finales ilustrados con los dibujos que supuestamente ejecuta la protagonista femenina en sus trabajos de auto-ficción animan levemente una propuesta que parece tan obsesionada en parecer irreverente que se olvida de ser simplemente eficaz en sus recursos cómicos.

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