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La tuberculosis española de Orwell

Un estudio científico apunta a que el autor de ‘Homenaje a Cataluña’ contrajo la enfermedad que le mató en 1950 en un hospital de Tarragona durante la Guerra Civil

Carla Mascia
El escritor y periodista británico George Orwell en una locución radiofònica de 1941 en la BBC.
El escritor y periodista británico George Orwell en una locución radiofònica de 1941 en la BBC.

“Ninguna de las personas con quienes hablé en ese periodo —médicos, enfermeras, practicantes o pacientes— dejó de asegurarme que un hombre que sobrevive a una herida en el cuello es el ser más afortunado de la tierra. No pude dejar de pensar que habría sido aún más afortunado si la bala no me hubiera tocado”, escribía George Orwell en 1938 en Homenaje a Cataluña, a propósito del balazo que le atravesó la garganta durante la Guerra Civil española. Un estudio científico, del que se hizo eco ayer The Times, daría la razón al escritor británico al apuntar la posibilidad de que el autor de 1984 contrajo la tuberculosis que lo mató en 1950, en el hospital de Tarragona donde se estaba recuperando de la lesión.

El científico que lideró la investigación, Gleb Zilberstein, llegó a esa conclusión tras analizar muestras de bacterias que aún permanecían en una carta enviada por Orwell a Sergey Dinamov, redactor jefe de la revista soviética Foreign Literature, al poco tiempo de su regreso a Inglaterra en 1937. Después de comparar las características de la bacteria con los archivos de los registros médicos del Komintern, el equipo científico sugirió que el escritor contrajo la enfermedad en España debido a la falta de higiene y la ausencia de penicilina. “La mayoría de los heridos sufrían infecciones en los hospitales españoles, por lo que la mortalidad por causa de infección era muy alta”, explicó Zilberstein, quien tampoco descarta que hubiera podido contagiarse mediante la ingestión de comida contaminada.

La hipótesis presentada por el científico no convence sin embargo a Julián Casanova, historiador experto en la Guerra Civil. “En esa Barcelona de 1937, los hospitales donde ejercían sanitarios y médicos que habían llegado a las Brigadas Internacionales con una experiencia forjada en la Primera Guerra Mundial, habían logrado avances médicos importantes”, explica el historiador. Si bien entiende la fascinación que aún sigue ejerciendo uno de los autores más importantes del siglo XX, que entró a España como periodista al inicio del conflicto y acabó enrolándose como miliciano para combatir el fascismo, tiende a relativizar la importancia del descubrimiento desde un punto de vista historiográfico. “Entiendo que la historia también tiene que ver con las preocupaciones del presente”, concluye entre humor y resignación.

"¡Menudas heridas se veían allí! Para tratar algunas, empleaban un procedimiento que, supongo, se ajustaba a los últimos adelantos médicos, pero que resultaba particularmente desagradable a la vista", relataba el escritor, que recibió el disparo mientras se encontraba en el Frente de Aragón junto a las fuerzas del bando republicano. Al abandonar la primera línea de lucha, Orwell explicó que tardaron más de una semana en examinarle la herida que le había perforado las cuerdas vocales y que el pronóstico de los médicos fue que no volvería a recuperar la voz. "Sin embargo, el tiempo demostró que [el médico] estaba equivocado. Durante unos dos meses no pude hacer otra cosa que susurrar, pero luego mi voz se tornó de pronto normal".

Después de abandonar la Península, Orwell no solo recuperó el habla, sino que también mantuvo afilada su pluma. Tras la publicación en Homenaje a Cataluña en 1938, y antes de fallecer en Reino Unido en los cincuenta, firmó dos novelas que le han convertido en uno de los referentes morales y literarios del siglo pasado: Rebelión en la granja (1945) y 1984 (1949).

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Sobre la firma

Carla Mascia
Periodista franco-italiana, es editora en la sección de Opinión, donde se encarga de los contenidos digitales y escribe en 'Anatomía de Twitter'. Es licenciada en Estudios Europeos y en Ciencias Políticas por la Sorbona y cursó el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Antes de llegar al diario trabajó como asesora en comunicación política en Francia.

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