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Feria de Julio de Valencia

Tarde de grandes toros (Algarra) y excelentes toreros (Ureña y Román)

Se lidió una vibrante corrida, cumplidora en varas y crecida y exigente en el último tercio

Román (a la izquierda) y Paco Ureña, a hombros por la puerta grande de la plaza de Valencia.
Román (a la izquierda) y Paco Ureña, a hombros por la puerta grande de la plaza de Valencia.Kai Försterling (EFE)

Tarde de toros y de toreros. De la verdad del toreo. Cuando no hay trampa ni cartón surge la emoción. Y un derroche de momentos emotivos dio la tarde, que acabó con los dos toreros a hombros, el mayoral aclamado, y el recuerdo de una corrida de Algarra con mucho que torear, pero también muy agradecida cuando las cosas, como en este caso, se hicieron con la verdad por delante.

De los seis toros de Algarra, de formidable presencia, hubo tres de nota alta: tercero, quinto y sexto. Con sus matices, con sus diferencias, pero que puntuaron con notable muy alto. De esos tres, el quinto, un precioso castaño, “Malospelos” de nombre, fue la rúbrica. Tomó dos varas, la primera al relance y la segunda, ya bien colocado, arrancándose con todas sus fuerzas desde lejos. Ureña comenzó con mucha torería, con el remate a ese inicio de faena con una trincherilla de reacción inmediata del tendido. A partir de entonces, sin que el toro acabara de humillar y una cierta embestida a golpes, Ureña le consintió, le fue corrigiendo ese defectillo, sorteó una colada y acabó dominador cuando la muleta se fue a la mano izquierda. Obligó Ureña y, ya para siempre, el toro se rindió a tanto poderío. La mano siempre muy baja, sometido el toro, con el resultado de un manojo de naturales de monumental ejecución. Serio y brillante Ureña; serio y haciéndose respetar el toro, que fue el complemento ideal. La estocada, sin puntilla, dejó servido el toro a las mulillas, que lo pasearon por el ruedo en homenaje póstumo.

Ya en primer turno, Ureña había logrado cortar una oreja. Toro distraído y abanto de salida, con el que el murciano tampoco se anduvo con dudas. Muy expresivo en el toreo al natural y consentidor para que el de Algarra no desentonara. A pies juntos remató Ureña una faena muy centrada y de planta quieta. Con el tercero, toro de mucho motor, bravo de verdad en la muleta, de embestida humillada pero de fuerzas justas, Ureña se acopló por donde el bravo toro pedía. Faena muy ajustada, de gran motivación, con un final brillante a pies juntos en los naturales que remataron una emotiva labor. La estocada, de gran ejecución, cayó un pelo desprendida y a pesar de la unánime petición, el palco desoyó al personal y se llevó una gran pitada.

Román, siempre motivado por el eco que Ureña dejaba en cada uno de sus turnos, no anduvo a la zaga. Al segundo lo saludó con la muleta con doblones muy toreros a una mano, la izquierda. Fue toro que pareció perder fuerzas tras el primer tercio, pero recuperó resuello en la muleta y embistió sin condiciones aunque algo vencido por el lado izquierdo. Román combinó momentos de ajuste con otros en los que el toro le pisaba el terreno. De ahí que llegara una voltereta sin consecuencias. Valiente y responsable, el valenciano acabó por manoletinas de frente de llamativa imagen.

ALGARRA / UREÑA, ROMÁN

Toros de Luis Algarra, de formidable presencia, muy bien armados, serios de juego, destacaron sobre todos tercero, quinto y sexto. Al quinto se le dio la vuelta al ruedo.

Paco Ureña: estocada perdiendo la muleta (oreja); estocada (vuelta con gran petición); estocada perdiendo la muleta (dos orejas).

Román: estocada (oreja); estocada (palmas); pinchazo y estocada (oreja).

Los dos toreros salieron a hombros.

Plaza de Valencia, 28 de julio. 3ª de Feria. Media entrada.

En el cuarto brillaron especialmente los banderilleros Raúl Martí y El Sirio, en un tercio muy logrado tanto de ejecución como de colocación. Este fue el toro menos agradecido del envío, pues le costó tomar la muleta a pesar de la insistencia de Román. La faena fue de un valiente torero, que no logró acople total con el toro. Mérito tuvo la estocada, ejecutada en el mismo platillo.

Con la puerta grande abierta de par en par para Ureña, Román puso por delante el amor propio. Se fue a porta-gayola, aunque el trance se frustrara y se viera obligado a echar cuerpo a tierra ante la desbocada salida del toro. Pero aprovechó la inercia del toro para dar dos faroles de rodillas al hilo de las tablas. La faena fue, sobre todas las cosas, vibrante, por lo que dio el toro y por lo que dio el torero. A estas alturas lo que importaba era la respuesta del torero ante toro crecido y muy pujante. La fuerza de la pasión llevó a Román a cumplir una faena en la que asumió todos los riesgos ante la encastada embestida del astado. De muy cerca o a media distancia, Román no escatimó esfuerzos. Toro exigente, se suele llamar ahora, el que cerró la corrida, con el que Román, picado en su amor propio y orgullo, se jugó la voltereta. Tras un pinchazo, el único en toda la tarde, agarró una buena estocada. Y premio. La vuelta, acompañado del mayoral de Algarra, fue de clamor. Como también lo fue la salida por la puerta grande de los dos toreros.

Gran corrida en conjunto de Algarra, cumplidora en varas, crecida en la muleta y exigiendo decisión y seguridad en el último tercio.

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