Elvira Sastre: “Estar triste es muy normal”
La poeta de 26 años que triunfa en las redes sociales y llena auditorios con sus versos sobre el desamor y la pérdida confiesa que es una anciana por dentro y ve 'Sálvame'
Es de esas guapas —y guapos— sin truco que te roban la mirada sin querer cuando te los cruzas. No es sexismo ni frivolidad ni cosificación de la mujer —ni del hombre— que valga. Es tener ojos en la cara. Pero no es su belleza lo que más atrae de esta chica que acaba de cumplir 26 años y ha sentido “un golpe de realidad” al dejar de ser oficialmente joven para tener descuento en el abono transporte. Es la rara sencillez y profundidad de su poesía, en la que se expone viva cantando el dolor y la desesperación del desamor, el duelo y la pérdida. Con ella, llena teatros recitando sus versos, congrega a cientos de miles de adoradores en las redes y vende como golosinas poemarios como Aquella orilla nuestra. Otros tardan una vida en lograrlo.
¿Qué es poesía?, le pregunto mientras clavo mi pupila, etc...
Un desahogo, una necesidad. Una forma de explicarme lo que me pasa y no entiendo. Soy muy sensible. Todo me afecta muchísimo. Puedo estar triste por cosas como que se me muera un pájaro que he rescatado. Si no tuviera la poesía, creo que explotaría.
Vivir tan en carne viva duele. ¿Ha pedido ayuda profesional?
No, porque para mí la poesía es como un psicólogo. Soy muy tímida: me cuesta menos escribir que sentarme delante de alguien que no conozco y contarle mi vida. Escribo para curarme.
Para ser tan tímida, en sus libros se desnuda. Se le ve todo.
Bueno, pero eso es un porcentaje de mí mínimo. Luego soy una persona feliz, que tiene una vida normal, que no va llorando por las esquinas. Pero sí, esa es una parte de mí. Otros lloran, yo escribo.
Ole la alegría de la huerta.
Letraherida
"Palabras", reza el tatuaje que luce Elvira Sastre (Segovia, 1992) en la parte interna del antebrazo, ahí donde se toma el pulso, Y eso es para ella la poesía: el latido de su vida. Muchos la consideran la mejor poeta de su generación. Ya vive de sus versos. No es poca cosa.
Es que para mí la tristeza no es un problema. No me importa estar triste. No es que lo disfrute, pero saco mucho de ahí. Estar triste es muy normal. Lo raro es estar feliz todo el tiempo. Muchos me agradecen que lo escriba, porque parece que hay que estar siempre feliz, y subir fotos maravillosas de la playa. Yo eso no lo veo real y no creo que aporte nada.
¿Por qué cree que la gente paga por oírla leer sus poemas?
Creo que porque se sienten identificados. Los sentimientos son universales. Todos hemos pasados por rupturas, por muertes, por duelos. Como lectora me pasa. Te sientes agradecido al poeta cuando un poema te soluciona parte de tu vida. Y también creo que ayuda que el poema sea sencillo, que te lo pongan en bandeja.
Sus versos van de mal de amores. ¿Tantos palos le han dado?
Unos cuantos.
Alguno habrá dado usted.
Pues no te lo creerás, pero no. Casi siempre me han dejado ellas, y casi siempre han querido volver y no he querido. Me entrego mucho y peleo mucho por las relaciones, pero quiero que me quieran bien y soy la primera que me bajo del barco si la otra parte no rema.
Qué intensidad, hija mía...
Por eso necesito otras cosas que me apaguen un poco la mente. Si estuviera todo el día pensando en verso, acabaría agotada. Me encantan los programas de cotilleo porque me entretienen y me ayudan a desconectar. Y además, me dan mucho tema de conversación con mi abuela.
No me diga que sabe quién es Sofía, de Supervivientes.
Claro que sí.
¿Sabrá ella quién es usted?
Ni idea. No juzgo a la gente.
Ambas son millenials. ¿Qué tienen en común como generación?
Usamos las redes para publicar cosas que le pueden interesar a la gente que nos sigue. Somos una generación muy de la imagen. Somos más frágiles porque desde pequeños nos han protegido, y también más frustrados porque nos obligan a estudiar y estás en bragas, sin trabajo ni sitio .
Tiene 26 años por fuera, pero ¿cuántos tiene por dentro?
Me considero una persona un poco anciana en ese sentido. Muchos en Internet me dicenque creían que estaba muerta, o que era una abuela, por las cosas que escribo. Pero es que he leído mucho y tengo mucha vida dentro, aunque no la haya vivido.
Con algo se desmelenará. ¿Cual es su idea de una juerga?
Cenar en casa con amigos, jugar al Party, ver el Deluxe un sábado por la noche con e ir el domingo a comprar flores a El Rastro.
Viviendo al límite.
Ya he vivido eso. Ya me hinché de discotecas cuando llegué a Madrid desde Segovia y ya me he cansado. Estoy en otra cosa.
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