El mexicano Isaac Hernández comparte el premio Benois con el ruso Vladislav Lantratov
El certamen reconoce la obra 'Nureyev' del Bolshoi premiando a su protagonista, coreografía, escenario y música original
Isaac Hernández (Guadalajara, México, 1990) y Vladislav Lantratov (Moscú, 1988) ganaron ex aequo anteayer el galardón al mejor bailarín del año a nivel mundial, premio otorgado por los muy reputados Prix Benois de la Danse (Premios Benois de la Danza) en su 26º edición, que se entregan cada primavera en el fastuoso escenario del Teatro Bolshoi de Moscú. En 2018, año del bicentenario del nacimiento del coreógrafo francés Marius Petipa, que hizo la mayor parte de su carrera en Rusia y allí dejó su gran legado, la segunda gala de los Benois discurrió anoche bajo el lema “¡Viva Petipa!” y donde hubo presencia española.
Otros premiados de este año son como mejor bailarina la coreana Sae Eun Park, solista de la Ópera de París (lleva solamente un año en la primera agrupación francesa pero promete a base sensibilidad y un baile minucioso y preciosista que puso de manifiesto al interpretar el solo de Esmeraldas de Balanchine sobre la música de Fauré), el premio a la carrera a Natalia Makarova (que no viajó a Moscú) y el Premio Positano-Benois a Maria Kotchekova, una artista que está en su esplendor y de una probada versatilidad: su Bella durmiente fue de lo mejor que se vio este año sobre las tablas del Bolshoi. Isaac Hernández cerró la función de presentación de los nominados bailando el pas de deux de Don Quijote acompañado por Jurgita Dronina. La imparable carrera del mexicano tendrá este verano, en agosto, otro hito con una iniciativa propia: las galas Despertares, una idea del bailarín donde reúne en su tierra natal a grandes figuras del ballet mundial.
El jurado de los premios Benois de la Danza este año fue presidido de nuevo por su director-fundador Yuri Grigorovich, muy activo a sus 91 años, el que fuera director absoluto del propio Teatro Bolshoi se mantiene ligado al coliseo más importante de Rusia y estuvo acompañado en las deliberaciones por Eleonora Abbagnato (directora artística del Ballet de la Ópera de Roma); Samuel Wuersten (director del prestigioso Holland Dance Festival); Nicolas Le Riche (nuevo director del Ballet Real de Suecia); David Mcallister (director del Ballet Nacional de Australia); Tamara Rojo, también primera bailarina y directora artística del English National Ballet; el coreógrafo Boris Eifman, figura máxima del San Petersburgo Eifman Ballet y la exbailarina y maestra Nora Esteves del Teatro Municipal de Río de Janeiro.
Los Premios Benois siempre traen algo de sorpresa y de polémica. En 2018 se trató de resaltar el profundo efecto estético y político que trajo el estreno de Nureyev sobre el mismo escenario del Bolshoi tras una primera cancelación que fue muy contestada por la opinión pública. Así, el premio al mejor coreógrafo recayó en Yuri Possokov; la mejor música original a Ilia Demutski y la mejor escenografía a Kiril Serebrennikov, tres de los pilares de Nureyev, del que se vio en la gala Benois su pas de deux central entre los personajes del mítico bailarín tártaro (bailado magistral y emotivamente por Lantratov) y el danés Erik Bruhn (carácter modelado al milímetro por Denis Savin), dúo que evoca el complejo y agitado romance que los unió. Y esta fue la razón para que en el programa de mano se especificara que la gala era para mayores de 16 años, una circunstancia excepcional de acuerdo con las recientes leyes rusas contra la homosexualidad y sus manifestaciones públicas. También hubo ex aequo para Possokov, que compartió el galardón con la brasileña Deborah Colker.
La gala "¡Viva Petipa!" cerraba los actos en el Bolshoi con respecto al bicentenario (aunque está en programa la reconstrucción de La hija del faraón y otros títulos de repertorio) y en ella la directora artística Nina Kudriavtseva-Loury ideó una función donde se alternaban creaciones contemporáneas con títulos vernáculos, cisnes de hoy junto a los de siempre, tutús de filigrana junto a ceñidas mallas o leotardos actuales, potentes efectos visuales de vídeo junto a telones realistas. Ivan Vassiliev bailó un extracto de su nueva obra Faust junto a Maria Vinogradova, y Ksenia Zvereva redactó un dúo nuevo para dos estrellas del Mariinski de San Petersburgo: Oksana Skorik y Xander Parish.
Además, Eugenia Obratsova lució su dominio en la espectral Giselle del segundo acto y Natalia Osipova regaló un lírico adagio de Cascanueces a pies descalzos y coreografiado por Sidi Larbi Cherkaoui. Hubo dos cármenes. Primero Natalia Kushch bailó junto a un joven y talentoso Michele Satriano la versión de Roland Petit, y al otro día Lucia Lacarra y José Ullate hicieron un dúo del ballet homónimo de Víctor Ullate.
El final se reservó para Bayadera, protagonizado por Angelina Vorontsova (del Teatro Mijailovski) y el espectacular Denis Rodkin del propio Bolshoi. No puede dejar de mencionarse a Brooklin Mack, del Washington Ballet, que no ganó en su año, pero que en la gala Petipa se llevó la más larga ovación bailando Talismán junto a la primera bailarina del ballet Nacional Húngaro Tatiana Melnik. Mack posee un salto natural y elevado que arrancó bravos desde su aparición.
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