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Jordi Sierra i Fabra, el hombre al que la fábula lo encuentra trabajando

Este hombre de setenta años, que los disimula con una actividad febril y generosa, tiene un alimento contra el envejecimiento: ese alimento se llama Escribir.

Juan Cruz

Cuando llegó al periódico, jóvenes y veteranos que escucharon el nombre de Jordi Sierra i Fabra se volvieron a ver y a saludar al ídolo literario que los agarró del cuello y los hizo seguir, fervientemente, sus fábulas, cuando eran chiquillos o cuando mediaban la edad que tienen.

Este hombre de setenta años, que los disimula con una actividad febril y generosa (mucho tiempo dedica a sus fundaciones, en Barcelona y Medellín, Colombia), tiene un alimento contra el envejecimiento: ese alimento se llama Escribir. Lo hace de manera febril, casi siempre aislado, verdaderamente aislado, porque lo suele hacer en pequeñas islas del universo, de Asia, de América, allí donde pueda llevarse sus aparejos de escribir. Allí va, como un director de cine, prepara el guion, se hace su hoja de ruta y ya el resto es aventura. Como este libro que publica Loqueleo (Santillana), El gran sueño, en el que aborda la emigración española a Nueva York en el siglo XIX.

Es, por supuesto, una novela sobre una aventura real de la que muy poco se ha dicho en la historia. La escribió en Manhattan, pues allí llegaron los jóvenes protagonistas de su historia. 573 páginas que se leen como si fueras en barco. La conversación con Jordi fue natural, ligera y honda, como su carácter. De ahí queda una enseñanza, entre muchas otras: la fábula ha de encontrarte trabajando.

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