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¿Ha muerto la comedia romántica?

Después de reinar en los ochenta y noventa este género se ha visto sobrepasado por la acción y los superhéroes y ha desaparecido de las listas de éxitos. La televisión es el último refugio

Lucía Lijtmaer
Meg Ryan en 'Cuando Harry encontró a Sally'.
Meg Ryan en 'Cuando Harry encontró a Sally'.

Chico conoce chica. Se caen fatal pero una inmediata atracción física puede con ese sentimiento. Se enamoran. Alguien se enfada. Después asumen que no pueden vivir el uno sin el otro y, tras una declaración de amor apoteósica, viven felices para siempre, en una escena que probablemente incluye un perro labrador y una playa oceánica. ¿De qué estamos hablando? De todas y cada una de las comedias románticas de los últimos años. Pero no, lamentablemente, de las películas más taquilleras de los últimos años.

Algo está pasando en la comedia romántica. Según las últimas estadísticas, las películas más taquilleras de 2017 incluyen Fast n' Furious 8, Gru 3, Spiderman, Wolf Warrior 2 y Guardianes de la Galaxia 2. Todas tienen algo en común: se trata de películas de altísimo presupuesto, llenas de acción, y generalmente basadas en personajes fantásticos o franquicias de superhéroes para toda la familia. Si echamos la vista atrás, debemos irnos a 2002 –Mi gran boda griega– y 2005 –Hitch– para encontrar una comedia romántica entre las películas más taquilleras del año.

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¿Qué ha pasado con la comedia romántica? En Hollywood era un valor seguro desde, al menos, la década de los años treinta –con Howard Hawks a la cabeza– y reinó indefectiblemente en los ochenta y noventa. Desde Pretty Woman -que, no olvidemos, recaudó 463.4 millones de dólares en taquilla– a Algo pasa con Mary o Cuando Harry encontró a Sally, las comedias románticas eran un tótem en sí mismas, el género por excelencia capaz de reinventarse eternamente.

O no. Las cifras mandan: si tenemos en cuenta las comedias románticas más taquilleras de la historia, debemos remontarnos a 2009 para encontrar la más cercana: La proposición, protagonizada por Sandra Bullock y Ryan Reynolds. Desde entonces, ningún estudio apuesta por la comedia romántica como blockbuster.

¿Por qué? La respuesta más obvia podría ser que se trata de un género manido que finalmente ha cansado al público. Al fin y al cabo no ha mutado significativamente desde sus inicios. Sin embargo, si nos atenemos a las ficciones audiovisuales más allá del cine, la comedia romántica sigue más viva que nunca: las series televisivas más vistas del último año incluyen la ya longeva Anatomía de Grey, Tú, Yo y Ella y Las cuatro estaciones de las Chicas Gilmore, todas con elementos clásicos de comedia romántica. En cambio, desde 2011, solo dos comedias tradicionales –Y de repente, tú de Amy Schumer y Sígueme el rollo, de Adam Sandler y Jennifer Aniston– han recaudado más de cien millones de dólares en Estados Unidos

La televisión como respuesta

¿Ha copado la televisión el hambre de comedia romántica? Eso parece. La segunda comedia más taquillera de la historia del cine es Sexo en Nueva York (2008) , la secuela cinematográfica de la famosa serie televisiva protagonizada por Sarah Jessica Parker y sus amigas. El dato no es baladí: la comedia romántica puede estar estancada como género cinematográfico pero la gente está dispuesta a acudir a una sala de cine si así puede resolver un universo de amistad femenina y una tensión sexual y amorosa que ha arrastrado durante varias temporadas.

La excepción española

España es, a todas luces, la excepción en lo que a comedia romántica se refiere. Pese a que coincide con el resto del mundo en su preferencia por una taquilla de cine de acción y superhéroes, ha tenido sus propios fenómenos dentro del cine romántico patrio de la mano de Ocho apellidos vascos y Ocho apellidos catalanes, la primera y tercera película más taquilleras de la historia de España, respectivamente. El carácter eminentemente familiar para todos los públicos de las dos películas, combinado con un espejo antropológico humorístico plenamente reconocible en nuestro país hizo de ambas un éxito sin parangón en el cine español. Entre las dos suman cien millones de euros en taquilla, lo que confirma, una vez más, que España is different.

Así, no podemos afirmar que las comedias románticas han dejado de existir, pero sí han perdido centralidad para el público, que prefiere un desarrollo más largo y con matices en las series televisivas (por ejemplo, Master of none o Love), cuando no comedias románticas al uso estrenadas directamente en televisión, (La primera vez que nos vimos es el caso más reciente).

Si nos fijamos en los actores más prolíficos del género también encontramos que lo han abandonado: Sandra Bullock opta en esta década por papeles más cercanos a la acción o al drama –Gravity–, Meg Ryan y Julia Roberts dan el salto a la televisión  –Picture Paris y Homecoming– y otras como Cameron Diaz languidecen en un semi retiro escénico de larga duración. Lo mismo sucede con los galanes. Matthew McConaughey o Ryan Reynolds, carne de comedia romántica en la pasada década, prefieren centrarse en series de televisión de prestigio –True detective-, papeles dramáticos –Dallas Buyers Club– y de acción –Deadpool– en películas de gran presupuesto.  

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Sobre la firma

Lucía Lijtmaer
Escritora y crítica cultural. Es autora de la crónica híbrida 'Casi nada que ponerte'; el ensayo 'Ofendiditos. Sobre la criminalización de la protesta' y la novela 'Cauterio', traducida al inglés, francés, alemán e italiano. Codirige junto con Isa Calderón el podcast cultural 'Deforme Semanal', merecedor de dos Premios Ondas.

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