_
_
_
_

Orejas de poco peso para Pablo Mora y Francisco de Manuel en Las Ventas

Novillada mansa y noble de López Gibaja ante un público generoso

Francisco de Manuel, a la verónica en su presentación en Las Ventas.
Francisco de Manuel, a la verónica en su presentación en Las Ventas.PLAZA1

El canto de un duro le faltó a Francisco de Manuel para abrir la puerta grande de Las Ventas en la tarde de su presentación como novillero con caballos en Madrid. Y, si bien la actuación del jovencísimo torero madrileño fue de lo más meritoria, esos méritos no fueron -ni mucho menos- suficientes como para alcanzar tal logro. Eso sí, si su segundo novillo hubiera caído rápido y De Manuel no hubiera necesitado usar el descabello para acabar definitivamente con él, con total seguridad, el presidente habría atendido la petición de oreja y el novillero se habría marchado a hombros.

Ya había concedido antes el usía dos orejas de ínfimo peso, impensables hace no tantos años en esta plaza. Una de ellas la obtuvo el propio Francisco de Manuel en el tercero, tras una actuación muy voluntariosa en todos los tercios. Tras recibir con estimables verónicas al utrero de López Gibaja, De Manuel cogió los palos y banderilleó con más disposición que acierto. Salvo en el último par, colocado al quiebro, se abrió mucho a la hora de clavar, sin el necesario ajuste y pureza. Brindó al público y comenzó la faena de rodillas, aunque pronto tuvo que levantarse. Seguidamente, llegaron las tandas de derechazos y una, solo una, de naturales. De la obra, un tanto acelerada y llena de desparpajo, sobresalió un magnífico pase de pecho, rematado en la hombrera contraria y ejecutado con gran torería. Mató a la primera, afloraron los pañuelos y el presidente no tuvo más remedio que conceder el trofeo.

Habría sido toda una injusticia no darle la oreja a De Manuel teniendo en cuenta que, poco antes, se la había dado a Pablo Mora por una labor de similar peso. El también madrileño, que como su compañero trenzaba el paseíllo por vez primera en Las Ventas, demostró poseer un buen concepto del toreo y ejecutó un puñado de naturales largos y de buen trazo, pero a su faena le faltó la emoción que da la casta. Una casta y fuerza de las que careció ese segundo, y toda la novillada. Pero el chaval, inteligente, sacó a relucir las infalibles -e insoportables- bernadinas de turno, elevando inmediatamente los ánimos. Eso y una buena estocada le valieron la orejita.

LÓPEZ GIBAJA / RODRÍGUEZ, MORA, DE MANUEL

Seis novillos de López Gibaja, desiguales de presentación, mansos, nobles y descastados. El feo y chico segundo, mal presentado; quinto y sexto, más fuertes y serios.

Amor Rodríguez: estocada desprendida (palmas y sale a saludar); dos pinchazos _aviso_ estocada corta delantera y ligeramente desprendida y atravesada _2º aviso_ y dos descabellos (silencio).

Pablo Mora, que se presentaba en Madrid: estocada (oreja); pinchazo y espadazo corto delantero (palmas).

Francisco de Manuel, que se presentaba en Madrid: estocada algo trasera y atravesada (oreja); estocada corta atravesada _aviso_ y dos descabellos (vuelta al ruedo tras petición).

Plaza de toros de Las Ventas. Martes, 1 de mayo. 1ª de la Feria de la Comunidad de Madrid. Menos de un tercio de entrada (7.789 espectadores, según la empresa).

Frente al quinto, un toro, firmó algún redondo templado, aunque -como es costumbre hoy en día- casi siempre citó con el pico y no con la panza de la muleta. ¡Mira qué es difícil ver a un torero actual presentando el engaño plano! También, para no desentonar con la moda, todo su trasteo fue sobre la mano diestra. Al primer intento con la izquierda, el astado se le quedó corto, le pegó un cabezazo y Mora desistió.

Mejor estuvo Francisco de Manuel en el sexto, al que de nuevo saludó con notables verónicas, bajando las manos y ganando terreno. Volvió a banderillear y se metió al público en el bolsillo con un inicio espectacular. De rodillas, citó desde el mismo centro del ruedo y toreó con templanza. La faena, abrochada con remates por bajo muy toreros, tuvo más poso y contó con algunos naturales hondos y desmayados.

Al contrario que sus dos compañeros, Amor Rodríguez pasó de puntillas y solo escuchó unas cuantas palmas -que correspondió saliendo rápidamente a saludar al tercio- tras un trasteo largo carente de emoción ante el noble y descastado primero, que no decía nada. Peor fue lo de su segundo turno, en el que a punto estuvo de escuchar los tres avisos al ser incapaz de matar al manso y huidizo ejemplar de López Gibaja.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_