El Guggenheim de Bilbao se atreve con lo que no mostró el de Nueva York
Una antológica del museo sobre arte chino incluye dos piezas retiradas de su sede en Manhattan por las críticas animalistas
Escarabajos, cucarachas, lagartijas, grillos, sapos, arañas, escorpiones, insectos palo, tortugas, serpientes… El mundo, más bien El teatro del mundo, el título de la instalación del artista chino Huang Yong Ping de la que forman parte esos insectos y reptiles. Comparte nombre con el de la muestra, Arte y China después de 1989: el teatro del mundo, que se inaugurará el 11 de mayo en el museo Guggenheim Bilbao, tras su paso por la sede de Nueva York. Hasta el 23 de septiembre, los animales formarán parte de la antológica.
Esta instalación, formada por dos estructuras a modo de jaulas o terrarios, y el vídeo de Xu Bing A Case Study of Transference (1994), que muestra a dos cerdos copulando rodeados de público, se podrán ver en la institución bilbaína. En la sede neoyorquina del Guggenheim, por el contrario, dichas obras fueron “desactivadas” en la muestra que finalizó el pasado enero, según explica a EL PAÍS Alexandra Munroe, una de sus comisarias. Las estructuras donde estaban los animales permanecieron vacías y el vídeo apagado, junto a sendos comunicados de los artistas detallando sus opiniones ante las quejas que recibieron de distintas asociaciones animalistas.
Entonces, la institución alegó motivos de seguridad para que tanto esos dos trabajos como el vídeo Dogs That Cannot Touch Each Other (2003), de Sun Yuan y Peng Yu, en el que cuatro pares de pitbulls, sujetos con arneses sobre cintas de correr, intentan luchar entre ellos, no fueran vistos por los visitantes.
“El Guggenheim lamenta que las violentas amenazas explícitas y repetidas hayan provocado que tomemos esta decisión”, declararon entonces sus responsables neoyorquinos. Varios grupos contrarios al maltrato animal acusaron al museo de mostrar violencia contra los animales “usando el arte como excusa”. Abrieron una petición online en la plataforma Change.org para que se retiraran dichas obras y consiguieron cerca de 600.000 firmas. Hoy sigue activa y supera los 822.000 apoyos.
La comisaria y el museo se mostraban ayer satisfechos de que dos de estas tres piezas señaladas se puedan apreciar ahora en Bilbao. “Estos trabajos son fundamentales para comprender el momento del arte experimental y conceptual que trata la exposición”, afirma Munroe por correo electrónico. “La discusión sobre la incorporación de animales vivos en la creación de obras de arte es importante”, responde esta experta a la pregunta sobre los límites entre el posible sufrimiento del animal y la incorporación de seres vivos a las obras de arte.
Munroe sostiene que en el caso del Guggenheim de Nueva York, la “indignación y las amenazas de los activistas” no dejaron lugar para el diálogo sobre estos asuntos y generaron malentendidos en torno a las piezas. La comisaria y el museo aseguran que para esta nueva presentación de El teatro del mundo han trabajado con Huong Yong Ping, así como con expertos en el cuidado de los animales que forman parte de la instalación. “El museo ha contratado a profesionales que supervisarán el estado de los reptiles e insectos durante toda la duración de la muestra”, precisa.
Sin vídeo de perros
Sobre A Case Study of Transference, Munroe no ve problema, ya que el vídeo fue grabado en 1994. “Fue concebido como una alegoría cultural en tono humorístico. La pieza explora la relación entre el hombre, la naturaleza y la cultura. Son dos cerdos que copulan, en su piel uno lleva estampados pictogramas chinos y otro, caracteres de nuestro alfabeto, en una suerte de unión entre Oriente y Occidente. Es un documento histórico; no hay cerdos vivos”. Incide en que los animales no fueron tatuados.
El vídeo de los perros no ha estado nunca en el listado de piezas de la muestra de Bilbao. “Las protestas por este trabajo amenazaron con eclipsar la muestra y acordamos con el dúo de artistas que seleccionaríamos otra de sus obras: Freedom, de 2009”, explica la comisaria.
Munroe inscribe las solicitudes para que se retiraran las obras que recibieron el pasado otoño en Nueva York dentro de la ola de corrección política e indignación en las redes sociales que en los últimos tiempos parece cuestionar la libertad de creación, “un fenómeno cultural que cada vez es más común en Estados Unidos”.
En diciembre pasado, el Metropolitan de Nueva York recibió una petición respaldada por 8.700 firmas para retirar Teresa soñando, de Balthus, en el que aparece una niña en una actitud “sexualmente sugerente”. El centro se negó: “Creemos en el respeto por la expresión creativa”. En España, el pasado febrero, una instalación fotográfica sobre presos españoles que el artista Santiago Sierra considera políticos fue retirada de la última edición de Arco, cuando ni siquiera había abierto la feria.
El Guggenheim de Bilbao defiende la inclusión de las obras polémicas como un ejercicio de libertad de expresión y de respeto a la libre creación artística, siempre y cuando no se cause ningún daño a los animales, según fuentes del mismo. El museo es consciente de que su decisión puede ocasionar alguna reacción entre los animalistas, pero insiste en los controles de seguridad y en el cuidado de los animales, añaden dichas fuentes.
Las piezas polémicas nunca fueron exhibidas en la muestra en el museo neoyorquino a pesar de que sus responsables sostuvieron entonces que “la libertad de expresión es un valor supremo del Guggenheim”. A esta argumentación se acoge ahora el centro bilbaíno —“a salvaguardar la libertad del artista, a no dejarlos huérfanos”—, que prepara este recorrido por el panorama artístico chino desde 1989, año de las protestas en Tiananmén, y hasta 2008, fecha de la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín. Los creadores de este país desempeñan un papel clave en la escena artística mundial. Cuatro de ellos, Qi Baishi, Zhang Daqian, Fu Baoshi y Zao Wou-Ki, se encuentran entre los pintores más vendidos del pasado año.
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