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Tras las huellas de Alicia Mihai Gazcue

La Galería Espacio Mínimo presentó una retrospectiva de una artista cuya trayectoria se enmarca en la obra política y poética de la generación de artistas del Cono Sur que propusieron metáforas contra la censura

'Suceso II' (1999), de Alicia Mihai Gazcue.
'Suceso II' (1999), de Alicia Mihai Gazcue.Galería Espacio Mínimo

Si Ana Tiscornia y Liliana Porter hubieran expuesto en Madrid a principios año nos habríamos enterado. Pero si quien expuso fue Alicia Mihai Gazcue, no tanto. Uno de los deseos de John Cage era el de “ser un animal blanco, en el invierno, cuando está nevado, entonces subirse a un árbol, sabiendo que tus pasos son cubiertos por la nieve nueva, ¡De manera que nadie sabe dónde estás!”. La nieve madrileña ocultó las huellas de la artista Mihai Gazcue, animal blanco, que a su paso por España hizo realidad las pulsiones de Cage. Quiero ser preciso y describir lo que se vio en la Galería Espacio Mínimo de Madrid entre enero y marzo en esta crítica de arte caducada.

Una fila de espectadores confusos accede con dificultades al espacio expositivo: Las puertas de entrada están flanqueadas por dos militares armados. Y así como el visitante entraba a pesar del peligro, la poesía se colaba entre una realidad amenazante en la galería. Una lírica en su métrica más desafiante y rebelde. Pasar entre ellos (1969), la performance de los soldados en la puerta, es una obra original creada por una artista que no lo es tanto. Este registro de acción se reproducía en pantalla, junto con obras de carácter instalativo, dibujos y grabados. Son trabajos realizados por la artista Alicia Mihai Gazcue (Uruguay, 1949), entre los años 1971 y 2016, y muchos de ellos abordan el estado de represión que vivió Uruguay bajo dictadura cívico-militar. De forma clara, como en la performance, o de manera sutil, como en los dibujos sobre hojas de cuaderno amarilleadas por el paso del tiempo. Sobre estas láminas una inicial o una mancha son suficientes para estimular una expresión referente a la falta de libertad, a la violencia o al adoctrinamiento que se sufría en el periodo dictatorial. El trabajar sobre y bajo los renglones de las hojas remite a una rebelión doméstica, al juego conceptual de una niña que, con su imaginación, burla la vigilancia de la autoridad. Marcas que se sobreponen a lo temporal y a lo climático, animales que se esconden sin éxito, como en Confusión zoológica/política (1972), el collage en el que el gorila no está, pero queda su silueta, gorila referencia al militar represor que tan bien caricaturizó Haroldo González durante la dictadura uruguaya (basándose en los poemas del Gran Zoo de Nicolás Guillén) y refrendó Gabriel García Márquez desde páginas de EL PAÍS.

La Galería Espacio Mínimo presentó esta mínima retrospectiva de una artista cuya obra se enmarca en la obra política y poética de la generación de artistas del Cono Sur que durante los setenta propusieron metáforas contra la censura. Imbuido por este espíritu desobediente, regreso a la afirmación inicial acerca de la ausencia de originalidad de esta artista. Para ser precisos, esta ausencia incluye el nivel físico. Mihai Gazcue es una invención de Ana Tiscornia y de Liliana Porter, quienes se anuncian aquí como descubridoras y colaboradoras, cuando son algo más: sus creadoras. Con su heterónimo, parodia del artista-franquicia, siguen la estela del Jusep Torres Campalans de Max Aub, el Honorio Bustos Domecq de Borges y Bioy Casares, o el Nat Tate de los ortónimos David Bowie y William Boyd. Aunque el antecedente más directo y cercano sea el Juan Trepadori que ficcionaron en los 80 el New York Graphic Workshop (Porter, Camnitzer y Castillo), artista “generado” para alumbrar obra gráfica del gusto del circuito comercial. Su burla política y poética se colaba entre la realidad amenazante representando a aquello que no se deja adoctrinar. Ni por el espacio ni por el tiempo: Alicia Mihai Gazcue es un animal blanco que se ríe sobre la rama del árbol, y cuyas huellas quedan ocultas bajo la nieve de las reseñas, de las polémicas de feria, del rodillo de la agenda y la sobreexposición promocional del autor.

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