Cinco apuestas negras de pequeñas editoriales
De un peculiar cómic al mejor country noir y mucho realismo, aquí tienen cinco libros que merecen la pena
Que decidan las cerillas, Carlos Salem y Kike Narcea (Navona). Solo de la mente hiperactiva de Carlos Salem podrían salir tantos personajes y tan particulares como los que pueblan esta potente novela negra gráfica, heredera de El huevo izquierdo del talento, con dibujos de Narcea. Dejo hablar a Zanón que dice así en el epílogo:” Con salen los recelos durante el tiempo que abres un libro suyo y empiezas a leer. Las bondades del Salem narrador son muchas las exhibe sin pudor. Domina las reglas del juego, las hace flexibles para crear ficción. Carlos Salem no te escucha. Nunca. Pero de alguna manera sabe lo que dices. Te pilla el ritmo, el pálpito, la onda en la que emite y decide. Decide si se queda contigo o se va. De eso van todas las historias de Salem”.
Ya no quedan junglas a las que regresar, Carlos Augusto Casas ( M. A. R.). Mateo, Teo el gentleman, es un anciano solitario al que solo le queda una ilusión en la vida: pasar la tarde del jueves con Olga, una prostituta con la que no hace nada más que ser feliz. Cuando Olga es asesinada, Mateo decide vengarla. A partir de aquí Carlos Augusto Casas desarrolla una historia llena de mugre, soledad y desesperación, pero también de humor, rabia y sarcasmo. Encontramos en esta novela mucha violencia, explícita y estructural, momentos originales, excesivos y epatantes y un personaje secundario, la inspectora Iborra, que merece una saga ella sola. Un libro que se ha basado en el boca a boca para llegar ya a muchos lectores, una historia contada con el hígado, una buena novela negra.
Solo las bestias, Colin Niel (Principal Noir, traducción de Isabel Fuentes). “Nadie se imagina lo que ocurre en estas granjas: familias destrozadas, depresión, jubilados que se deja morir…”. La desaparición de una mujer rica y despótica le sirve Niel para retratar las miserias y vergüenzas de un pequeño lugar del rural francés. Con una estructura narrativa muy hábil el autor relaciona distintos casos, nos destapa miserias del idealizado mundo rural y nos ofrece una buena muestra de country noir francés, subgénero en boga en el país vecino y del que Niel es uno de los mejores ejemplos. La novela consiguió el año pasado algunos de los premios más importantes del panorama francés, incluido el del Quais du Polar de Lyon. Una buena manera de iniciar una colección negra para una pequeña editorial.
La ley de Carter, Ted Lewis (Sajalín, traducción de Damià Alou). Cuatro años después de haber escrito Carter, Lewis, al que Kiko Amat califica con acierto como el maestro del realismo crepuscular inglés, compuso esta precuela que sirve para situar al personaje, explicarnos algunas cosas de él y volver a disfrutar de la violencia sin contención, el lenguaje patibulario y la prosa machacante que Lewis nos regala en cada libro. Vivió solo 42 años, pero cuántos autores del género no darían un brazo por haber escrito algo como esto.
El harén del Tibidabo, Andreu Martín (Alrevés). Andreu Martín lleva ya cerca de 100 novelas escritas y por eso quizás sorprende aún más que se encuentre en buena forma. En este caso nos encontramos con un personaje, Mili Santamarta, regente de un prostíbulo histórico de Barcelona, aficionado al travestismo y qué busca la verdad sobre su madre. Una novela con buen ritmo, llevada con pulso por uno de los padres fundadores del género en España, violenta y poblada de personajes curiosos y lugares tétricos.
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