Muerte, corrupción y un pingüino en las cenizas de la Unión Soviética
Andrei Kurkov habla de su éxito mundial, de los tiempos violentos tras la caída de la Unión Soviética y de su forja como escritor
El ucraniano Andrei Kurkov (San Petersburgo, 1961) se siente poeta desde los seis años, cuando debutó con una oda por la muerte de su hámster y otra a Lenin. Su periplo literario continúa a los 13 años en la Unión Soviética en las competiciones ilegales de bromas políticas que él y su hermano mayor y disidente en activo organizaban en el pueblo en el que vivían. Dos hechos más le empujan definitivamente a dedicar su vida a la escritura. Por un lado, gana una caja de champagne en una de esas competiciones ilegales. Por otro, alguien le dice que los escritores no tienen que ir a la oficina, que pueden trabajar en casa, su sueño.
Los pingüinos son animales muy soviéticos. Están programados por la naturaleza como la gente fue programada por el Partido Comunista.
Con estos mimbres es raro que la carrera literaria de Kurkov, una de las estrellas invitadas a esta edición de BCNegra, no despegase hasta los 37 años, cuando en los estertores del imperio soviético y tras 600 cartas de rechazo llegadas de todo el mundo un editor suizo acepta el manuscrito de Muerte con pingüino, todo un clásico del humor negro y la novela criminal que ahora recupera Blackie Books.
“Estuve tanto tiempo escribiendo sin publicar que ahora no me parece extraño hablar de un libro que he escrito hace mucho. Muerte con pingüino aguanta el paso del tiempo porque es más humano que político y porque habla de la soledad y la melancolía, que siguen siendo temas que importan a la gente”, comenta a EL PAÍS en un céntrico hotel de Barcelona.
La novela cuenta la historia de Viktor, un tipo que trata de sobrevivir en la realidad postsoviética escribiendo obituarios de personajes públicos todavía vivos pero que van muriendo poco a poco. Su pingüino, Misha, es su único vínculo sentimental con la realidad. “Cuando la URSS colapsa lo hace también el modo de vida de millones de personas. Entonces la gente empieza a evitar a sus amigos para que no les pidan nada. La moralidad es la segunda víctima de esto. Todos estábamos dispuestos a hacer cosas ilegales para sobrevivir, el único problema era el límite que se ponía cada uno y ese es el drama de Viktor. Él prefiere no darse por enterado de quién está detrás de esas muertes” comenta sin perder nunca la sonrisa en un inglés impecable. “La época que relata la novela fue muy oscura y corrupta. Todos los medios hablaban de quién había matado a quién. A la gente le divertía porque creían que eran solo mafiosos asesinando a mafiosos, incluso cuando se trataba de parlamentarios o periodistas” remata.
Con el callo que da haber hablado del libro durante más de veinte años de manera casi ininterrumpida, Kurkov resuelve así la elección del pingüino Misha como parte esencial de la novela que le catapultó a la fama: “Los pingüinos son animales muy soviéticos. No saben vivir fuera del grupo. Están programados por la naturaleza como la gente fue programada por el Partido Comunista. Enseguida se desorientan si están solos. Si uno se comporta mal es o porque está loco o porque es un líder”.
Oscuras premoniciones
Si no fuera escritor, Kurkov no podría ser mucho más. Quizás humorista. Fue, por ejemplo, un pésimo guardia de una cárcel en Odessa durante el servicio militar, época en la que se dedicaba básicamente a escribir relatos juveniles por las noches en vez de vigilar. Eso sí, habla varios idiomas que van rotando en función de su uso: llegó a tener un buen dominio del japonés, que le fue muy útil para cierta relación con la KGB, pero ahora lo ha olvidado. En cambio, habla ruso, inglés, francés, italiano, ucraniano y alemán, que aprendió para promocionar allí sus libros.
En 2014 escribe The President’s Last Love, novela que anticipa todos los movimientos de Vladimir Putin en Ucrania, incluida la anexión de Crimea, y que relata incluso el envenenamiento de su presidente tal y como ocurrió con Víctor Yuschenko. “No vuelvo a escribir nada que tenga que ver con la política y el futuro. Da miedo acertar”, cuenta tras relatar la visita de cortesía que le hicieron los servicios secretos ucranianos.
Sin perder el humor que tanto ama, Kurkov se define como un "optimista soviético que se ha transformado en un optimista oscuro". A saber: alguien que está seguro de que la vida será buena en algún momento pero que no cree que vaya a vivir para contarlo. A tenor de lo visto, a Kurkov le da para unos cuantos años, siempre que no escriba de lo que no debe.
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Autor: Andrei Kurkov.
Editorial: Blackie Books (2018).
Formato: tapa dura ( 288 páginas).
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