¿A qué huele un Jedi?
Madrid estrena una sala de cine en la que truena y las butacas se mueven y emiten fragancias
Laura sale de la sala de cine con la expresión un poco desencajada. Acaba de ver la última de Star Wars con sus dos hijos. "Parece como si yo hubiera pilotado esas naves, hubiera luchado con espadas láser o como si a mí me hubieran disparado...", dice mientras se retira un mechón despeinado de la frente. "Es como una montaña rusa. El cine nunca fue tan agotador". Sus hijos están exultantes: "Pues yo me la vería otra vez. Ha sido una pasada".
La familia salía de la sala 4DX de Kinépolis, al norte de Madrid. Su tecnología es pionera en España y causa sensación en Reino Unido o Austria. Es lo que más se acerca al llamado "cine inmersivo": los asientos se mueven, te golpean la espalda y emiten olores según la escena. Un par de altavoces a la altura de las orejas generan la sensación de que las balas silban a tu alrededor. Un pequeño látigo situado en las piernas entra en acción cuando aparece algún ser monstruoso para darle un susto de aúpa al espectador. Desde el techo, si en la escena nieva, cae nieve. Lo mismo si llueve. También hay disponibles pompas de jabón, aunque aún no está muy claro en qué tipo de escenas se usarán. "Todo se andará", explica el jefe de Proyecciones de Kinépolis, Roberto Rello, que tiene poco que ver con el entrañable Alfredo de Cinema Paradiso. Rello parece más bien el piloto del Halcón Milenario. Le rodean varias pantallas y, junto a él, un mueble de metro y medio de luces aloja un potente ordenador. "Es el cerebro de todo esto", dice.
El cine 4DX es posible gracias a una empresa de tecnología de Corea del Sur. Allí existen este tipo de salas desde hace cinco años. La diferencia es que ahora, por primera vez, las principales distribuidoras de cine se interesan. "Esto puede ser un antes y un después en el cine de acción", explica el responsable de Ventas y Marketing de Kinépolis, Agustín Llorente: "Hasta ahora se ha usado esta tecnología con pelis frikis coreanas. En adelante, veremos las principales superproducciones así".
En Corea también diseñan los efectos especiales de cada película. Incluso ejercen de perfumeros: crean las fragancias y las envían en frascos catalogados. ¿A qué olerán las ciénagas de Dabogah, el hogar de Yoda? Rello recibe todo eso y, por medio de un programa, sincroniza la película con los efectos.
La sala 4DX tiene 160 butacas con motores que las mueven en casi todas las direcciones imaginables. La empresa no da una cifra de la inversión que ha supuesto esto, pero sí alguna pista: "Cada una de estas butacas cuesta 10 veces más que las de la sala VIP", desvela Llorente, que son reclinables, con flexo y mesita para comer una pizza durante la película. "Tuvimos que rehacer la sala. Nos dijeron que lo habitual es tardar unos tres meses. Nosotros apenas tardamos uno. Los operarios estuvieron día y noche, haciendo un gran esfuerzo. Teníamos que acabar antes del estreno de Star Wars: Los últimos Jedi".
Les ha salido bien la jugada: hasta ahora, la ocupación media de la sala es de un 98%. Una barbaridad si se tiene en cuenta que la entrada cuesta 14 euros. "Son malos tiempos para el cine, pero haber llenado de esta manera es una buena noticia", dice Llorente. "Se trata de que los jóvenes vuelvan a las salas. Este puede ser el camino".
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