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Crítica | Dando la nota 3
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cantando bajo la base de Rota

La serie languidece entre convencionalismo, falta de atrevimiento y mecánica musical de andar por casa

Javier Ocaña

DANDO LA NOTA 3

Dirección: Trish Sie.

Intérpretes: Anna Kendrick, Rebel Wilson, Brittany Snow, John Lithgow.

Género: musical. EE UU, 2017.

Duración: 93 minutos.

La La Land fue apenas un espejismo. Un año después de su triunfo, cualquier rendija abierta para la resurrección del musical clásico parece haberse cerrado mientras una saga tan escuchimizada como Dando la nota anda ya por su tercera entrega. Si en la primera película de la serie, independientemente de sus virtudes musicales, que no eran demasiadas, al menos había rebeldía, refrescantes mensajes sobre la alienación juvenil, chistes escatológicos descacharrantes, incorrección política y procacidad juvenil y feminista, Dando la nota 3 languidece ahora entre convencionalismo, falta de atrevimiento y mecánica musical de andar por casa.

Como en las dos primeras películas de la franquicia, Kay Cannon, artífice de aquellas gotas de cianuro en la lengua de la estrellitas de American Idol, sigue al frente del guion, pero nada recuerda ya a aquella bomba de relojería. Porque al brío en la puesta en escena de Jason Moore, director de musicales de Broadway y candidato al premio Tony, le sucedió sin fuste alguno la actriz y productora Elizabeth Banks en la segunda parte de la saga, y ahora la todavía más pedestre Trish Sie en la tercera. Que en cuatro años Dando la nota haya pasado de estar dirigida por un prestigioso director teatral a ser comandada por la artífice de Step up: all in solo es síntoma de los derroteros que a veces toman las vidas adultas en pos de la horterada y el encefalograma plano.

Con números musicales cada vez más anodinos, la película tiene además un hilo conductor que tampoco parece demasiado revolucionario: las chicas del grupo a capella cruzan el charco para cantar en las bases militares del ejército estadounidense en tierras europeas, entre ellas la de Rota. De modo que parte del metraje se ha ido resquebrajando entre pensamientos malsanos de una posible competición en carnavales con las chirigotas gaditanas.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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