‘Star Wars’: una galaxia llena de anécdotas
Repasamos algunas de las curiosidades que rodean los 40 años de la saga de ‘Star Wars’, del episodio IV a ‘Los últimos jedis’
Cuatro décadas, ocho películas, cientos de actores y secuencias. La saga de Star Wars cumple 40 años que han generado recaudaciones millonarias, el amor incondicionado de los fans y tantas anécdotas como para llenar libros enteros. Aquí repasamos algunas de las más conocidas.
La gloria de los helados
Willrow Hood no es nadie. Menos aún frente a una galaxia entera, repleta de héroes y leyendas. Le interpreta un extra, y apenas aparece unos segundos en la saga de Star Wars. Le bastaron, sin embargo, para ganarse el amor de los fans. Cuando huye durante la evacuación de la Ciudad Nube, en El imperio contraataca, el hombre lleva un objeto que debería ser un preciado archivo lleno de contactos de rebeldes, al menos según amplias teorías surgidas a lo largo de los años. Pero lo cierto es que, en la práctica, se parece muchísimo más a una máquina para hacer helados. De ahí que los seguidores le conozcan como el “tío de los helados” o el “heladero” de la saga. Y hasta se venden muñecos de su personaje.
Sorprendente es también la fama con la que cuenta el personaje de Boba Fett. El cazarrecompensas más conocido de la galaxia apenas habla en las películas. “What if he doesn’t survive [¿Y si no sobrevive?]?”, dice, en una ocasión. Y poco más. Sin embargo, existen clubes de fans, es uno de los juguetes más vendidos de la saga y Disney hasta se plantea un filme solo centrado en su personaje. Jeremy Bulloch, que lo interpretó en la trilogía original, contaba a este periódico hace años otra anécdota: cuando tumbó al mismísimo Darth Vader. “Por suerte todavía no estábamos filmando. Me tropecé, él se cayó y justo después yo hice lo mismo”, recordaba el actor.
A la guerra, en pantuflas y afeitados
Star Wars siempre ha sido un espectáculo visual. Efectos especiales, explosiones, persecuciones galácticas. Su trama, sin embargo, se mueve en lo familiar. Y muy caseros son también algunos de los arreglos aparecidos en los distintos rodajes. Peter Cushing, por ejemplo, no podía soportar las botas que llevaba su personaje, el cruel Moff Tarkin. Por tanto, las sustituyó por unas zapatillas de andar por casa. Al fin y al cabo, sostenía, no había necesidad de filmar sus pies. Nadie se fijaría tampoco en el fondo de un hangar, debió de pensar George Lucas. Así que utilizó unos recortables de cartón para recrear más astronaves que llenaran la sala. Para poder mover el enorme muñeco de Jabba el Hutt, en cambio, hacían falta cada vez siete empleados. Y el sonido que emiten los cazas TIE imperiales procede de la peculiar mezcla del ruido de un coche sobre una carretera mojada y de barridos de elefantes.
El considerable aumento del presupuesto para la segunda trilogía no eliminó los remedios improvisados, como el transmisor con el que se comunica Qui-Gon Jinn en La amenaza fantasma. Tal vez el jedi use la fuerza para enviar sus mensajes, ya que en realidad le habla a una cuchilla de afeitar para mujeres Gillete Sensor Excel. En la misma película, por cierto, hay un cameo peculiar: en el senado galáctico se entrevén tres criaturas de la misma raza de E.T., los asogianos.
Universos paralelos
Cientos de versiones de guion y 40 años de saga dan para muchas modificaciones. Luke se iba a apellidar Starkiller, Harrison Ford pidió que Han Solo muriera en la trilogía original y Poe Dameron tendría que ser asesinado por Kylo Ren poco después de su aparición en la pantalla. Célebre para los fans es la razón de la creación de los ewoks: al principio, estaba previsto que la luna de Endor, donde se ambienta parte de la batalla final de El retorno del jedi, fuera habitada por los wookies, la raza de Chewbacca. Pero Lucas quería unas criaturas simples y primitivas, y el mejor amigo de Han Solo ya había demostrado a esas alturas poder conducir una nave espacial, jugar al ajedrez o arreglar estropeos mecánicos. Así que la solución fueron los pequeños ositos que algunos adoran y otros odian. Y a saber qué le habría parecido al público la versión original de Yoda: fue concebido como un mono con una máscara, que además llevara a un perro. Finalmente, se optó por el muñeco que hoy en día es un icono. Y cuya mirada está inspirada en la de Albert Einstein: sus diseñadores buscaban algo que representara la sabiduría.
Distinta habría sido la saga también con cada uno de los actores que pudo estar y finalmente se quedó fuera, por su rechazo o por no pasar el casting. La lista es larga: Sylvester Stallone, Jodie Foster, Joaquin Phoenix, Cindy Williams, Al Pacino (“no entendí el guion”), Leonardo DiCaprio, Gary Oldman, Christopher Lee (pudo estar en la primera trilogía, finalmente sí fue reclutado para la segunda), Burt Reynolds, Kurt Russell, Orson Welles, Tupak Shakur, Eddie Redmayne y hasta Michael Jackson, que quiso interpretar a Jar-Jar-Binks “con prótesis y maquillaje a lo Thriller”, según le desveló el propio Lucas a Ahmed Best, el actor que finalmente le puso voz al personaje, creado por ordenador.
La gran familia galáctica
Miles de personas pagarían por aparecer en Star Wars, aunque fuera un segundo. Entre los que lo han conseguido, hay varios familiares de los miembros del equipo. A los hijos de George Lucas, Katie, Amanda y Jett, se les ve respectivamente bailando en El ataque de los clones, como extra y en la piel de un joven padawan. Billie Lourd, hija de Carrie Fisher, cuenta entre sus papeles como actriz también el de la teniente Connix de El despertar de la fuerza. Y Denis Stamper Lawson se adelantó a su familiar más célebre: interpreta a Wedge Antilles, compañero de Luke en la trilogía original. Años después, su sobrino, Ewan McGregor, asumió el papel del joven Obi-Wan Kenobi.
Algunas estrellas de las últimas entregas, en cambio, ocultaron a sus familias que les había tocado el Gordo cinematográfico. John Boyega no avisó a sus padres ni siquiera de que había participado en el casting: les contó que sería Finn en la nueva saga solo cuando se confirmó oficialmente. Kelly Marie Tran, que debuta en Los últimos jedi, llegó a mentirles. Dijo que estaba rodando una película indie en Canadá y, como prueba, un día les llevó de vuelta a sus padres jarabe de arce.
Daisy Ridley optó por el camino opuesto: llevó a su padre al rodaje en la remota isla irlandesa de Skellig Michael. El plan del día preveía filmar el encuentro entre su personaje, Rey, y el mismísimo Luke Skywalker. Así que allí estaba también Mark Hamill, el actor que da vida al maestro jedi. Al parecer el padre de Riley se le acercó, antes de que filmaran. Y le preguntó: “Perdona, ¿tú a quién interpretas?”.
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