Un magisterio abierto y generoso
El filólogo era el continuador de la escuela de Ramón Menéndez Pidal y Rafael Lapesa
Hace pocos días ha muerto en Madrid José Jesús de Bustos Tovar (Almería, 1936), Jesús Bustos para sus discípulos, colegas y amigos. Continuador de la llamada Escuela de Filología Española, como sus maestros Ramón Menéndez Pidal y Rafael Lapesa, supo conjugar el respeto a la tradición con un impulso renovador que le llevó a introducir nuevas corrientes de investigación, como la lingüística del texto, el análisis del discurso, la pragmática y la lingüística variacionista en los estudios de historia de la lengua española, que han supuesto reinterpretaciones iluminadoras de la evolución de nuestro idioma y de nuestra literatura desde la oscura época de los orígenes hasta el siglo XX. Fruto de tal actividad fueron sus numerosos trabajos, algunos todavía en elaboración, pues era un lúcido e infatigable estudioso. Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid desde 1983, su magisterio abierto y generoso, no solo se vertió sobre sus discípulos, a los que impulsó y enseñó a situar la filología hispánica en un puesto relevante en la moderna investigación competitiva, sino que le llevó a comprometerse con la pervivencia y resurgimiento de importantes centros de investigación como el Instituto Universitario Menéndez Pidal (UCM) y la Fundación Ramón Menéndez Pidal, de los que fue director —con el consiguiente desgaste personal—, y a los que dotó de vida y savia nuevas, defendiendo siempre la necesidad del conocimiento de las humanidades en la sociedad española y europea. Este mismo espíritu le impulsó, junto a otros catedráticos de Lengua Española, a fomentar la creación de la Asociación Internacional de Historia de la Lengua Española (1987), en la que ocupó distintos cargos hasta que en 2015 fue nombrado su presidente.
Pero Jesús Bustos, además de magnífico docente (inicialmente en la Enseñanza Media y luego en la Universidad) e investigador, fue un hombre comprometido con su tiempo y su sociedad, y dedicó una buena parte de sus mejores esfuerzos a la política (no solamente la gestión) universitaria. Así fue decano de la Facultad de Filología (1981-1987) y, posteriormente, vicerrector de la UCM (1987-1995), donde estuvo encargado de abordar la primera reforma tras la LOU de los planes de estudio de toda la Universidad así como la organización de su primera estructura departamental. Su dedicación prioritaria a la docencia y la investigación tras esas fechas no le impidió seguir ocupándose —y preocupándose— de la política, no solo universitaria, sino general, y así ingresó en el PSOE, y creó y participó en distintas asociaciones de pensamiento crítico, siempre desde una instalación vital progresista y reformadora, dentro de la mejor tradición del pensamiento liberal español. Fruto también de esta preocupación fue su participación —intensa— en la vida cultural de su ciudad natal, Almería, en la que constituía un referente intelectual.
Esta breve reseña de la intensa vida del profesor Bustos apenas puede dar una levísima idea de la pérdida que supone para todos nosotros su fallecimiento. Tan solo en un puñado de personas en cada época coinciden la alta capacidad intelectual, la magnanimidad de espíritu y la energía reformadora. Jesús Bustos fue una de esas personas, y quienes en algún momento tuvieron la fortuna de estar en contacto con él lamentan hoy la abrupta interrupción de su magisterio en tantos aspectos. Quede con nosotros el consuelo de su memoria y el compromiso de alimentar y transmitir los valores cívicos a los que dedicó su fecunda vida.
Silvia Iglesias Recuero es profesora de Lengua Española de la Universidad Complutense de Madrid.
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