Cesc Gelabert: “El cuerpo no dice mentiras”
El coreógrafo y bailarín, que ha regresado al Lliure de Gràcia con 'Escrit en l'aire', habla de danza, política y la vida, y anuncia libro
Cesc Gelabert (Barcelona, 1953 ) cita en el Bauma, lo que rodea la entrevista de cierto tono de nostalgia, aumentado por la luz ambarina del mediodía que se filtra por los amplios ventanales y aureolará la conversación. El coreógrafo y bailarín aparece con su desconcertante aspecto de entre monje y Buster Keaton, con la camisa cerrada hasta el útimo botón del cuello y el cinturón muy alto, con un manojo de llaves colgando. Se sienta muy recto, pide un ascético café solo mirando admonitoriamente el café con leche y el cruasán de su interlocutor como si fueran el festín de Baltasar.
Pregunta. Ha regresado al Teatre Lliure de Gràcia, después de tantos años, con Escrit en l'aire (Gelabert dansa Novarina), una fiesta de palabras, imágenes y movimientos, que la crítica ha puesto, precisamente, por las nubes.
Respuesta. Sí, me hacía mucha ilusión, no había actuado en Gràcia desde que reformaron la sala. El espectáculo lo creamos, con Moisès Maicas, para el Grec 2016. La idea fue de Moisès, asistió a una lectura que hizo Valère Novarina, el autor de los textos; él tenía una gran admiración por Novarina.
"Vivimos tiempos apabullantes, difíciles. No hay espacio para la reflexión. Es importante ahora conducir la emoción, que está disparada. No es el momento de la astucia, sino de la sabiduría".
P. El encuentro de un escritor, Novarina, y un bailarín, usted.
R. La potencia de un movimiento viene marcada por la emoción y la mente. Yo bailo lleno de palabras. La tragedia y la virtud de la danza es que la palabra está velada por el cuerpo. Yo no soy actor, mi palabra no es interesante. Pero encuentro en Valère palabras sabias que tienen que ver conmigo. Valère es un creador impetuoso, un verdadero compositor de la lengua.
P. El resultado es fascinante, hipnótico.
R. Me apasiona ver lo que pasa en la mente del espectador cuando le llegan a la vez poesía y movimiento. Este espectáculo va más allá de lo que he hecho; interesa mucho también al público de teatro. Esto es por supuesto un reto. A mi edad, 64 años, para un bailarín querer aumentar los registros, tener que aprender un texto y decirlo...
P. Moisés Maicas murió el pasado junio, precipitándose a la vías del metro.
R. Aún me vienen lágrimas al hablar de él. Estuvimos dos años trabajando juntos. Era un gran hombre de teatro, de familia teatral, muy culto, enormemente amable, apasionado por el oficio, muy discreto. Ensayar sin él se me ha hecho muy extraño. Me supo muy mal el proceso por el que pasó. Me cuesta hablar del tema. Me gustaría dedicarle estas funciones de Escrit en l'aire, que sean un homenaje a él.
P. Usted vivió cerca sus últimos días.
R. Sí. Es muy extraño. No noté nada. Y los amigos tampoco. Moisès no era nada extrovertido. Y no quería molestar. Murió el martes; el sábado anterior estábamos trabajando, y no me di cuenta de nada. No soy psicólogo, no puedo opinar. Cuando te miraba, era difícil adivinar en sus silencios. Era tozudo y tenía sus obsesiones. Pero era muy respetuoso. Lo recuerdo tanto... Me corregía la pronunciación de las palabras. Tenía una gran sensibilidad. Siento que no haya podido seguir desarrollando su talento. Había empezado un tratamiento. No sé, a veces falla algo, la química interna. Pero nadie sabe en el fondo qué es lo que hace que un día a las 9 de la mañana te lances al metro.
Se hace un silencio largo. Cesc Gelabert remueve lentamente con la cucharilla su café frío.
P. El espectáculo es muy vistoso, con esos objetos que manipula y ese vestuario.
R. Los objetos son obra de Toni Giró, y el vestuario, claro, de Lydia Azzopardi. Soy como un clown, con ese característico gorro como un cono de payaso blanco. Disfruto mucho hablando en escena, diciendo esas palabras. Hay humor, metafísica...
P. Dice que cada vez le interesa más el público.
"Bailar es mi manera de estar equilibrado. Hace años que soy budista. Son los únicos que me han enseñado qué es la mente, qué es la emoción. Me han dado una visión universal de las cosas".
R. Así es. La medida del arte la da el público. Viendo, escuchando.
P. No sé si estos días está el público muy puesto,por eso.
R. No quiero hablar de política. Ya hay mucha palabra. Es cierto que vivimos tiempos apabullantes, difíciles. No hay espacio para la reflexión. Es importante ahora conducir la emoción, que está disparada. No es el momento de la astucia, sino de la sabiduría. De encontrar soluciones. Como artista, yo siempre he trabajado para la cultura catalana abierta al mundo. Me has visto actuar en Japón. Soy de aquí, pero miro y me relaciono con el mundo. Si tuviera una idea política genial la explicaría. Pero mi función es seguir creando cultura.
P. ¿Cuál es su fórmula para transitar estos tiempos?
R. Me enfrento meditando y bailando. Y con los amigos, con la gente. Está demostrado que estamos todos interrelacionados, dependemos unos de otros, aunque la vida moderna te haga creer que tienes una fuerza individual. Sigo un camino de desapego de mí mismo y de ayudar en lo que pueda.
P. La ocupación global de los teatros en Barcelona ha caído de un 60 % a un 40 %, aproximadamente.
R. Depende de la sala. Me dicen que el Lliure de Gràcia va bien, que están al 80 %. Todo esto es como una montaña rusa. Pero hemos de realizar un esfuerzo para seguir la vida, independientemente de lo que tengamos que hacer como ciudadanos.
P. A la danza solo le faltaba esta situación.
R. Está en un momento difícil, apenas salidos de la crisis. Es un arte vivo, y si desaparece costará mucho volver a recuperarlo.
P. Hablando del Lliure de Gràcia, recuerdo haberle visto allí, en aquel montaje en que bailaba Juan Carlos García, el director de Lanònima.
R. ¡Desfigurat! En 1985. Fue cuando creamos la compañía Gelabert-Azzopardi. Hace mucho tiempo... La primera vez que actué en el Lliure fue en 1977, bailé con Toni, mi hermana, una pieza que montamos con Frederic Amat.
P. Bailar es para usted una forma de vida.
R. Bailar es mi manera de estar equilibrado. Hace años que soy budista. Son los únicos que me han enseñado qué es la mente, qué es la emoción. Me han dado una visión universal de las cosas.
P. Parece que ha habido una confluencia natural entre usted y el budismo. Muchas de las cosas que ha dicho siempre tienen una calidad parecida.
R. En términos de danza, mi mantra es que bailar es habitar el cuerpo con el corazón y la mente. Vivir simultáneamente con el cuerpo, el corazón y la mente. El cuerpo no dice mentiras. Un cuerpo habitado,como digo no las dice.
P. Eso se contrapone al mundo digital.
R. El mundo digital no tiene cuerpo. Una persona tiene que darle cuerpo y emoción, si no no es nada. A todos nos gusta bailar la vida en directo, no vista en la pantalla de un teléfono. Ahí puedes decir todas las mentiras que quieras, no hay riesgo.
"Tu cuerpo es el que tú percibes y sientes. Tu cuerpo de niño, de adolescente, el de la madurez y el de morir son distintos. cambias contínuamente. El secreto es aceptarlo".
P. En la madurez de bailarín sexagenario, ¿cómo es la relación con su cuerpo?
R. Tu cuerpo es el que tú percibes y sientes. Tu cuerpo de niño, de adolescente, el de la madurez y el de morir son distintos. cambias contínuamente. El secreto es aceptarlo. Ir habitándolo bien. El de ahora no tiene nada que ver con el que fue, pero está igual de vivo. hay que sustituir la cantidad por la calidad. Se trata de ser sabio con tu cuerpo, pero seguir usándolo. El día que me muera quiero poder aún ser capaz de estirame en el suelo y levantarme. El suelo es visto como un peligro por la gente mayor, pero si no te separas de tu cuerpo, no lo es.
P. Habrá algún secreto técnico.
R. La sabiduría. Somos el resultado de todos los movimientos que hemos hecho en la vida. Igual que si comes mierda acabas hecho mierda, si te mueves mal acabas hecho un nudo. El secreto está en no separar el cuerpo de la mente.
P. Denos una fórmula.
R. Lo esencial es hacer bien las cosas normales de la vida, con conciencia y emoción: si caminas házlo bien, si coges algo, si te agachas, házlo bien. Siente y encontrarás tus propias soluciones. Yo ahora ya no corro, no me va bien; subo y bajo el Putxet porque necesito masa muscular. Voy a publicar un libro, no de mi historia, sino de mis ideas sobre la danza, La dansa com a eina. Quería dejar escrita mi pequeña sabiduría sobre la danza como vida y como arte. Diré textos del libro en una performance que hago en La Pedrera el día 16.
P. Lleva anillo de casado.
R. Con Lydia. Nos casamos muy tarde. Cuando bailo me lo quito. Lydia es mi gran maestra del amor y la amistad.
P. ¿Qué opina de la pasión?
R. Es el motor. Yo soy muy emocional, como la mayoría de los catalanes. Pero hay que lidiar con las emociones. Y lamento usar esa palabra taurina, como budista deploro el maltrato a los animales.
P. ¿Se arrepiente de Belmonte, su espectáculo sobre el torero?
R. No, me atrajo enrmemente en su momento esa forma cultural, ese mundo, por sus códigos y estética, pero era otra época.
P. Es usted buen amigo de Mijaíl Baryshnikov.
R. Sí, mantenemos una gran amistad. He hecho un solo para él, pero ahora está en una etapa en que quiere hacer cosas menos de movimiento, así que lo bailaré yo en enero en su centro de Nueva York. Es un hombre muy inteligente, y te habla de Balanchine, de Barbara, de Bergman...
P. Aún así, Jessica Lange lo dejó por Sam Shepard.
R. Ah, él ha tenido tantas amantes...
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