‘House of Cards’ mejor sin Kevin Spacey
El despido del actor de la producción de Netflix puede ser lo más lógico para la serie
La televisión es de las mujeres. Allí se cuentan sus historias. Las series les dan los mejores trabajos. The Handmaid's Tale, Big Little Lies o Feud demuestran que con ficción feminista, ganamos todos. Pero entre bambalinas todo sigue igual. Hollywood no ha cambiado tanto como quiere demostrar en la pantalla.
Tras destapar los casos de abusos sexuales de Harvey Weinstein, la semana pasada fue el turno de alguien todavía más público: el actor Kevin Spacey, a quien Anthony Rapp (Star Trek: Discovery) acusó de haberse propasado con él cuando solo tenía 14 años. Spacey no solo empeoró la situación con su salida del armario, donde justificaba sus actos por su identidad sexual, sino que siguieron acusaciones del hijo de Richard Dreyfuss y de varios trabajadores de House of Cards. El caso no era cosa del pasado. Si un depredador (que siempre es hombre) salía impune por su conducta, simplemente repetía.
A Netflix le ha costado reaccionar (¿alguien cree que no conocía este aparente secreto a voces?), pero al final tomó la única decisión posible: despedir al actor. Y paradójicamente puede ser lo mejor para la serie. Spacey había convertido al presidente Frank Underwood en una parodia sobreactuada, dejando espacio a la inconmensurable Robin Wright, a su vez una de las luchadoras por la igualdad salarial en la televisión. La quinta temporada dejaba a su esposa como protagonista absoluta. Una muerte a tiempo o un viaje de negocios haría el resto. La explicación ni siquiera será complicada. Es hora de que Claire brinde sola con un copazo de vino. Si no, Netflix puede sacarse de la manga un spin-off como el del fiel Stamper (interpretado por Michael Kelly) que ya escribe Eric Roth, para que los trabajadores no se queden en la estacada tras romper su silencio. House of Cards será sin Spacey o no será.
Nada importante. Solo una serie trivial, en sus peores horas. Lo relevante es que la actitud frente a Spacey demuestra que estos actos deplorables por fin reciben respuesta. ¿Pequeña? Posiblemente, pero hasta ahora todo era silencio, ninguna consecuencia. Si que un grupo de valientes destape por fin las vejaciones sistemáticas de la industria es solo moda, yo quiero todos los trajes.
Con Spacey dejamos atrás a un gran actor al que admirar por su habilidad, pero esto no va de separar entre profesional y personal. Va de dignidad. De lo injustificable. Si la justicia no puede, al menos saquémoslos de los altares donde los coloca su celebridad. Por pura vergüenza torera.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.