Los tormentos más íntimos de un mito incomprendido
La hermana de Nick Drake reúne en un libro cartas y diarios del músico
Hay un mito fundacional en la música inglesa. Habla de un bardo inocente, alejado de los placeres de la carne, demasiado frágil para este mundo, que creó la música más pura y hermosa para luego desaparecer, torturado por sus demonios e incomprendido por la sociedad, barcaza abajo, al cruzar el Rubicón. Ese mito de tintes románticos prerrafaelitas tiene un nombre: Nick Drake.
La narración ha quedado grabada en piedra desde la insondable búsqueda de datos en una vida que podría parecer poco dada a la épica: criado en una familia de clase media en la Inglaterra rural, fue un buen compañero, aficionado al deporte y estudiante en Cambridge. Cuando agarró una guitarra, selló su modo de vida: iba a ser cantautor, y alejarse de la mediocridad. Pero las historias no siempre son de éxito. Su don para la composición pasó desapercibido para el gran público, y las discográficas no apostaron por él. Con el tiempo, aquejado de una depresión que se agudizaba y sin esperanza por salir de una vida monótona, se suicidó en la casa de sus padres. Tenía 26 años.
El éxito le llegaría póstumamente, primero a partir del boca oreja de algunos fanáticos de su música y más adelante gracias a los medios de comunicación musicales ya en los noventa. Desde hoy, además del mito, ese éxito tiene un libro Recuerdos de un instante, la más ardua y extenuante recopilación de todo su material más íntimo: cartas, fotos, letras y diarios, editados por su hermana, la actriz Gabrielle Drake, y trufado además de ensayos que desgranan la importancia de un músico que ha crecido con el tiempo hasta convertirse en una figura inmortal.
De entre la ingente cantidad de material que muestra Recuerdos de un instante —que confirma la sensación de la sacralidad de los objetos mostrados por primera vez—, aquel relacionado con su familia es el que confiere más valor íntimo. No tiene pinta de haber sido una decisión fácil, especialmente, en lo que respecta a tratar la frágil salud mental de Nick Drake.
“Me daba mucho apuro la publicación del libro”, reconoce Gabrielle. “Pero también sentía que debía involucrarme para corregir algunas de las ridículas falsedades que se cuentan sobre mi hermano y su vida, en particular sobre su relación con nuestros padres”. Se refiere a los rumores que acusan a sus padres de negligencia en el cuidado de un Nick claramente suicida en la última etapa de su vida. Lo cierto es que tanto Molly como Rodney Drake aparecen en el libro como padres preocupados y comprensivos, que, dentro de lo posible, ayudaron a su hijo en su deriva creativa. Ambos eran aficionados a la música, especialmente Molly, que como revela el libro, también sufrió fuertes depresiones. “Ella fue una gran influencia para Nick, no necesariamente consciente”, dice Gabrielle. “Ambos hermanos crecimos con la música de nuestros padres, los dos eran músicos aficionados y vivimos como algo natural que Nick comenzara a componer y tocar canciones”.
La amargura del final de Nick Drake queda patente en las cartas y diarios de su padre, que intentó ayudarle en su creciente angustia anímica. “Nunca había sido capaz de leer los diarios de mi padre en sus totalidad. Fue una experiencia dolorosa, pero reveladora y necesaria”, agrega Gabrielle.
“Soy incapaz de valorar la trascendencia musical de Nick y su importancia”, admite. “Me hace feliz y triste al mismo tiempo: me alegra que su humanidad resuene ante el mundo, y me entristece que no viviera para ver cómo ha influido su trabajo”, añade. Como suele suceder con los mitos basados en esfinges que han quedado ya mudas, absorben todo lo que se les quiera imponer. Sin duda, queda flotando una pregunta, que se recupera al final del libro: “¿A dónde habría podido llegar?”. La pregunta del mito romántico por excelencia.
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Autor: Cally Callomon y Gabrielle Drake.
Editorial: Malpaso Ediciones (2017).
Formato: tapa dura (480 páginas).
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