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narrativa

Poética de la elipsis

Los cuentos de Jordi Puntí están protagonizados por gente que vive incrustada en la realidad banal pero siempre atenta a un llamado de lo extraordinario

J. Ernesto Ayala-Dip
Interior de un bar.
Interior de un bar.getty

Siempre que leo un libro de cuentos, empiezo por el que da título a la obra. De alguna manera es como una partitura a la que hay que interpretar con la clave tonal en que fue compuesta. En el caso del nuevo ejemplar de Jordi Puntí (Manlleu, 1967), Esto no es América (en original, Aixó no és América), esa clave no existe, lo cual no quiere decir que no tenga un tono sobre el cual se apoya uno de sus grandes méritos. Leí hace ya bastantes años un libro suyo de cuentos titulado Pell d’armadillo (en castellano, Piel de armadillo), y algunos de los hallazgos que se vislumbraban se hacen en el nuevo volumen más patentes, más redondos y más sorprendentes. En Esto no es América, en cada cuento hay historias, no una sola desarrollada hasta el final, sino varias, entre las cuales no son de menor entidad narrativa y psicológica las que deslizan cada uno de sus actores, incluida, por supuesto, las que relatan los propios narradores.

La primera impresión que me dejaron estos cuentos es que los personajes de Puntí se relacionan con el pasado, no tanto mediante los recuerdos o la memoria, no tanto como haciendo funcionar la analepsis, sino como si ese pasado fuera imaginado o soñado. El presente mismo de muchos personajes de este libro parece pasar por la vida con un cierto aire de ensoñación o de pesadilla. Es gente que vive incrustada en la realidad banal, cotidiana, pero siempre atenta a un llamado de lo extraordinario o de una epifanía.

Otra característica notable: las reacciones de los personajes (también se les podría llamar personas) entre sí son de una naturalidad casi mágica. Uso como ejemplo un relato del libro: ‘Siete días en el Barco del Amor’. Un personaje toma un whisky en el bar de un crucero. De pronto un pianista toca y canta una canción que lo emociona hasta hacerle saltar las lágrimas. El barman le sirve otra copa, sin que nadie se lo pida, simplemente porque decide que esas lágrimas del cliente derramadas por la epifánica canción necesitan otro trago que las mitigue. El hecho que a Jordi Puntí se le haya ocurrido esta técnica de elipsis —yo la llamaría poética— es un mérito. Y que le haya salido tan bien en todo el libro es un arte.

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Autor: Jordi Puntí


Editorial: Anagrama (2017).


Formato: versión Kindle y tapa blanda (208 páginas).


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