Vanesa Martín: “Odio a los guardianes de la moral”
La cantautora del eterno flequillo, que ha vendido 40.000 ejemplares de su libro de poemas, se confiesa como una rebelde y revela que tiene un pronto del demonio
Esta chica de melena Bardot, ojos glotones y flequillo hoy no me peino llena auditorios con canciones que hablan de lo de siempre sin aspavientos. El amor, el deseo, la gloria, la pena, la vida. Una voz, y una pluma, que ha vendido, además, 40.000 ejemplares de su poemario Mujer océano(Planeta), un retrato cabal —a veces, cardiograma, a veces colonoscopia— del corazón y las tripas de una mujer de 36 años de aquí y ahora. Llega con semblante entre serio y disuasorio, y se va relajando a base de respeto, cero protocolo y miradas a los ojos. Al final, se suelta el pelo y hace momos para el vídeo. Igual solo es cuestión de tacto.
Me juego la diestra a que adivino por qué se llama Vanesa.
En efecto, por la hija de Manolo Escobar, como tantas.. Pero era peor la alternativa: Loli, con todos mis respetos para las Lolis.
¿Qué hay debajo de ese eterno flequillo de niña buena?
Pensamientos, inquietudes y ansias de vivir. También cierta impaciencia, bastante timidez, algo de prudencia y un pronto terrible que me tengo que hacer mirar.
Ambición morena
Vanesa Martín (Málaga, 1978) siempre supo que llegaría. Quizá no tanto a tantos, pero sí lo suficiente a los suficientes para vivir de la música, aunque fuera de maestra. Ambiciosa confesa, cree que aún le queda más que decir que todo lo ya dicho. En esas sigue.
¿Sí? ¿Y qué activa a la hidra?
La hipocresía, la mala educación, la gente impertinente. Los jueces de la moral, los que juzgan sin conocer ni saber de lo que están hablando y sin meterse en la piel del otro. Eso me rebela.
¿Los ha sufrido de cerca?
Como todos. Es tan difícil a veces vivir, y tomar ciertas decisiones dolorosas, que el que venga alguien a juzgarte es para mandarlo adonde yo te diga.
¿Tan difícil es vivir, a su aún tierna edad y con la vida de cara?
Fácil no es, ni a mi edad ni a ninguna. Hay que soltar lastres para seguir avanzando, hay que trabajar el apego con la gente, con la casa, con tu ciudad, con tu familia, con tu pareja. Romper el cordón me cuesta y lo llevo mal.
¿Duele más dejar o ser dejado?
Dejar. Cuando has querido mucho y se acaba, tomar la decisión. cargar con ese peso, te devasta..
¿Se compone mejor desde el dolor o desde la felicidad?
Desde la tierra removida, para bien o para mal. Me inspira la inquietud, la incertidumbre, los temores. Puedes estar feliz y cagada de miedo. O mal y con esperanzas. Cuando estás feliz sin más no te da por componer, y cuando estás devastada, casi mejor no sacarlo a la luz, aunque a mí alguna vez se me ha ido la mano.
En sus canciones, pero sobre todo en sus poemas, se abre en canal. Y ahí no hay flequillo.
No conozco el pudor. Nunca lo he tenido, ni de más joven. Ahora tengo más herramientas, más palabras, más vivencias, más experiencia. La madurez te estiliza, pero sigo siendo la misma niñata. Por dentro tengo 23 años.
¿Era así de intensita de niña?
Pues mira, yo creía que era normal, pero mi padre dice que ya era rarita. Lo que sí recuerdo es ser muy observadora, y muy responsable y muy contestona y muy rebelde contra lo preestablecido que yo consideraba injusto.
Se declara libérrima, pero ¿cree que aún quedan armarios?
Los armarios son muy antiguos y hay gente muy cateta. Que cada uno ame a quien quiera. Cuando se meten en mi vida y me reprochan que no hable, no me siento aludida. No voy a contar nada y no es por pudor, ni porque tenga nada que ocultar ni que negar, sino porque no te conozco.
Se declara feminista. ¿Le molesta que la piropeen por la calle?
A mí no, si lo dicen con respeto, aunque entiendo que a otras, sí. Lo que tengo claro es que entre nosotras no debe haber grietas. Queremos lo mismo y vamos hacia el mismo lado: la igualdad.
¿Para qué o quién compone?
Porque necesito contar historias. No podría escribirle a un cuadro o a un coche. Cuando me siento al piano o la guitarra, inicio la búsqueda del verbo que encarne esa historia que me bulle dentro.
Pero acepta encargos. ¿Qué tomó para componerle a Raphael?.
Pues sí, fue uno de los subidones de mi vida. Le hice la canción en 15 minutos. Me imaginé a ese hombre que llega a una ciudad con un amor no resuelto y se encuentra con ella y... Yo es que soy muy peliculera, pero, en vez de películas, me hago canciones.
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Autor: Vanesa Martin.
Editorial: Planeta (2016).
Formato: versión Kindle y tapa dura (192 páginas).
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