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Feria de Otoño

La nobleza fría, tonta y aburrida

El festejo fue soporífero a causa de los sosos novillos y novilleros sin misterio

Antonio Lorca
El debutante Carlos Ochoa dibuja un buen derechazo al sexto novillo de la tarde.
El debutante Carlos Ochoa dibuja un buen derechazo al sexto novillo de la tarde.PLAZA1

La novillada no tuvo un solo momento de interés; seis novillos, tres novilleros (los dos primeros toman la alternativa en la inminente feria de Zaragoza) y dos horas de festejo, y no pasó nada. Ya es mala suerte…

La novillada parecía elegida a modo para tres recomendados: bonita; es decir, pequeñita, muy justa, -por ser generoso-, de presentación, sin pitones ni seriedad alguna. Tan nobilísimos los seis, que desparramaron almíbar por el ruedo, y blandos, sin fuerzas, agotados. Tanto es así que varios de ellos se derrumbaron como si acabaran de correr la maratón. Y tres novilleros con escaso misterio en las muñecas; valerosos, avispados, pundonorosos, pero faltos de inspiración y sensibilidad.

En dos palabras, no hubo conexión; nada brotó de aquellos encuentros entre novilleros con desparpajo y temperamento y novillos bonancibles, tan tontos como nobles y fríos.

Se despedía de Madrid el venezolano Colombo, que ya triunfara en esta plaza. Es un torero tan joven como seguro, firme y cuajado. Accede en unos días al escalafón de matador porque el novillo se le ha quedado chico. Más que torear parece que juega con sus oponentes; y lo hace con tal suficiencia que los novillos se tornan juguetes sin vida. Conoce la técnica, los trucos, es ventajista como casi todos los toreros modernos, y no destaca por la profundidad de su toreo. Si, además, no tuvo toro, su despedida pasó sin pena ni gloria. Tuvo la gallardía, eso sí, de no salir al tercio para saludar la ovación de los tendidos. Él sabía mejor que nadie que aquello no había sido ni un ensayo de salón.

El Ventorrillo/Colombo, Valadez, Ochoa

Novillos de El Ventorrillo, muy justos de presentación, mansones, blandos, sosos y nobles.

Jesús Enrique Colombo: estocada (ovacion); pinchazo y estocada _aviso_ (ovación).

Leo Valadez: pinchazo y bajonazo (silencio); sartenazo, dos pinchazos _aviso_ (silencio).

Carlos Ochoa: buena estocada (palmas); media estocada y un descabello (silencio).

Plaza de Las Ventas. Tercer festejo de la Feria de Otoño. 27 de septiembre. Casi tres cuartos de entrada (16.572 espectadores, según la empresa).

Eso fue lo que ocurrió en su primero, el de más movilidad, quizá, de la tarde. El cuarto no dijo nada, soso y parado, y mudo también se quedó el torero. Lo citó de rodillas en el centro del anillo y resultó atropellado sin consecuencias. En fin, que con animales tan facilones no parece Colombo un torero, sino un chaval que se entretiene en su habitación con perritos de peluche.

También se despidió Leo Valadez y tampoco pudo dejar un buen recuerdo en su última comparecencia venteña. Trazó unas airosas verónicas al recibir al novillo segundo de la tarde, y hasta un natural pudo robarle. Pero este animal era, además, un inválido sin remedio que fue protestado, aunque no estimó el presidente su vuelta a los corrales. Se desplomó un par de veces y llegó sin vida al tercio final.

Otros tres naturales dibujó ante el quinto, y momentos antes había intentado el lucimiento en un quite por las vistosas zapopinas. Citó al novillo desde el centro del ruedo y consiguió un par de derechazos estimables, pero no hubo más. Bueno, sí: resbaló al entrar a matar y cobró un sartenazo (casi un espadazo entero en los costillares) antes de pinchar dos veces más. No fue esta la despedida soñada, ni mucho menos.

Dos que se iban y uno que llegaba. Carlos Ochoa se presentaba con picadores en Madrid, y ha dejado claro que acaba de empezar en la profesión, que no tiene mal concepto del toreo y que necesita toros con más casta que los de su debut. Recibió al tercero con una larga cambiada en el tercio, y al sexto con unos capotazos insulsos. Dibujó algún estimable pase de pecho en el tercero y dos derechazos y dos naturales en el otro. Y algo más: recetó una buena estocada a su primero. Un corto bagaje, sin duda, para quien debe guardar un baúl de aspiraciones.

Durante toda la novillada hubo un constante murmullo en la plaza, señal inequívoca de que lo que ocurría en el ruedo no era muy interesante…

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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