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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Música en Venezuela

Maduro miente y trata de apoderarse de la autoría del Sistema de Orquestas

Ensayo de Gustavo Dudamel con la orquestra sinfonica Simon Bolivar en el Palau de la Musica de Barcelona, el pasado marzo.
TULIO HERNÁNDEZ

Fui testigo del momento cuando José Antonio Abreu hizo conmover hasta las lágrimas al teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías. Primeros días de enero de 1999. Chávez es presidente electo de Venezuela. Abreu, desde su fundación, director del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles de Venezuela.

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Famoso por su inderrotable capacidad para lograr apoyo político y financiero para el Sistema, el maestro Abreu decide convencer —por K.O. fulminante— al militar exgolpista sobre la continuidad del programa que ya para entonces es exitosa referencia internacional. Lo logra. El presidente entrante, un seductor de masas, deja atrás la caravana de autos imponentes con hombres trajeados de negro y camina, engrandecido, hacia la entrada del Teatro Teresa Carreño, la edificación cultural más impactante del país.

Abreú, un seductor de políticos y empresarios, sale a recibirlo y le indica el camino hacia la escalera principal. Es cuando se produce la descomunal ráfaga musical que descoloca al mandatario de estreno. Estratégicamente, el maestro fundador había colocado en la ruta fijada por el equipo de seguridad presidencial, una tropa de más de centenares de voces de sus corales y una cantidad equivalente de instrumentos, que al unísono, luego de una pequeña señal que sólo los enterados pudieron percibir, comienza a entonar, en una especie de allegro molto vivace, la Sinfonía Nº 9 de Beethoven.

Chávez, como le gusta decir al habla popular venezolana, “arruga” ante el poder grandioso de instrumentos y voces interpretando al genio alemán.. Una amenaza de lágrimas que no llegan a brotar se instala, impertinente, en sus ojos. Quienes conocen bien a Abreu comprendemos que, como se dice en el argot televisivo español, la prueba estaba superada. Cuando se despide, luego de un concierto con todas las de la ley, el neo presidente asegura que el “gobierno revolucionario” le daría continuidad al Sistema. “Un proyecto también revolucionario”, adjetiva.

El Sistema había sido creado por Abreu en el año 1975, durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, el hombre al que Hugo Chávez intentó derrocar con una asonada militar. La idea de Abreu, que la logró aunque ha tenido severos críticos, era democratizar la educación musical académica hasta entonces sólo accesible a muy pocas y elegidas personas. Pero no sólo con la intención de que hubiese más músicos, sino como un programa de desarrollo social para que en un país con tantas desigualdades sociales algunos jóvenes y niños de medianos y escasos recursos pudiesen participar de un tipo de organización —las orquestas— que les exigía disciplina, responsabilidad y aprendizaje de trabajo en equipo.

Nadie sabe por qué 42 años después Nicolás Maduro, al momento de vetar políticamente al director Gustavo Dudamel, el relevo en la dirección del Sistema, miente y trata de apoderarse de la autoría de uno de los proyectos emblemáticos de la era democrática que tanto detestan. Con la que quieren acabar.

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