La diáspora de la música independiente venezolana
Seis artistas de Venezuela hablan de la convaleciente escena de su país, acorralada entre la crisis y el favoritismo de los artistas ligados al régimen
A la sombra del Gobierno de Nicolás Maduro solo florece la música oficialista, los cantos revolucionarios y la propaganda que versiona Despacito para promover su ideología. También los músicos consolidados que generan sus ingresos en el extranjero. Pero la escena musical independiente de Venezuela convalece con la crisis económica y la desaparición de los pocos festivales que promueven talentos nuevos y alternativos. Por eso la migración parece ser la única salida para los músicos indie del país sudamericano.
A pesar de las adversidades, la música venezolana destaca, aunque desde el exilio, por su originalidad y experimentación. Del país sudamericano han salido talentos como Alejandro Ghersi, conocido a nivel internacional por su proyecto electrónico Arca y por ser productor de Björk y Kanye West.
Los integrantes de seis proyectos musicales venezolanos hablan de las necesidades de su país y la desvanecida escena musical independiente que ha tenido que emigrar a otros países para mantenerse viva: “Tuvimos que salir de Venezuela para poder continuar persiguiendo lo que nos hace felices”, dice Henry D'Arthenay vocalista y guitarrista de la banda de rock, que fue portada de la revista Spin el pasado mes de abril, La vida bohème.
Sin herramientas como Spotify o Apple Music en Venezuela, plataformas a las que la mayoría del resto de los músicos latinoamericanos tienen acceso, las opciones de difusión de los proyectos nuevos en el país es limitada. En el extranjero, los ingresos que generan las reproducciones en dichas plataformas pueden ayudar, pero en Venezuela YouTube es la principal (y casi única) salida, aunque, según refiere Aroldo Contreras del proyecto electrónico VFRO, hay muchos problemas para monetizar las visitas debido al control del tipo de cambio de la moneda que implementó el Gobierno.
“Músico se puede ser en todos lados, pero si lo que se quiere es vivir de eso, pienso que lo más viable es migrar a un país que te ofrezca oportunidades, como en mi caso que me vine a Ciudad de México donde hay una escena musical bien establecida y se me han dado las condiciones necesarias para vivir de esto”, señala sobre su experiencia Manuel Ferraz, conocido en la escena electrónica como Ferraz.
En los últimos años al menos una decena de festivales musicales venezolanos han desaparecido o reducido su oferta musical y frecuencia. Por el medio de la calle, Sin mordaza, Ciclos de viernes rebeldes, WTFest, Ni tan nuevas bandas, Virgen Fest, 100% Rock Venezuela, Rap Latino Fest, Caracas Pop Festival, Ciclos Union Rock Show, son algunos de éstos.
En el caso de Ciclos de Unión Rock, un festival gratuito que ha realizado más de 85 ediciones ininterrumpidas en las calles de Caracas, este año aún no tiene fecha por la falta de patrocinadores y la crisis económica del país, según mencionaron sus organizadores al medio venezolano Caraota Digital.
Oficialismo o migración
Todos los entrevistados coinciden en que las únicas formas de vivir de la música en Venezuela es trabajar para el Gobierno o ser un músico reconocido. La escena emergente e independiente, prácticamente se ha desvanecido con la crisis. “Muchas propuestas urbanas o populares, aunque no gozan 100% del deber ser de una escena musical, son más privilegiados, sobre todo los que tienen inversión directa de políticos o entidades del Gobierno”, dice el músico José Vargas, mejor conocido como Vargas.
“El músico independiente venezolano trabaja por amor a lo que hace y tarde o temprano necesitará expandir su mercado al exterior si tiene deseos de crecer”, apunta Contreras (VFRO), quien reside actualmente en Santo Domingo (República Dominicana) y viaja constantemente a Puerto Rico, pues considera que dicho país “es un pilar muy fuerte en la música latina”.
D'Arthenay pone como ejemplo de la relación de favoritismo que hay entre algunos músicos y el Gobierno de Nicolás Maduro un video de Dani Cabello, hija del diputado oficialista y número dos del chavismo, Diosdado Cabello, en el que promociona la Feria Internacional de Turismo de Venezuela de 2014, y que se proyectó en los aeropuertos del país sudamericano durante aquel año.
“Durante el periodo actual de gobierno solo se le han brindado condiciones beneficiosas a músicos que comparten la ideología política del régimen, en algunos casos los pronunciamientos de músicos con ideologías contrarias han provocado censuras, como ocurrió en el Suena Caracas 2014 donde Desorden Público fue retirado de la programación televisada después de sus comentarios emitidos en tarima”, dice Contreras.
“El otro día Maduro apareció mostrando una versión de Despacito pero con la letra de la canción alterada y apoyando su enmienda de reformar la Constitución. Estoy seguro que a quien hizo esa bazofia le pagaron bien”, señala D’Arthenay.
Sin insumos ni técnicos
Otro de los retos a los que se enfrentan tanto productores como músicos venezolanos es a la escasez y a la incertidumbre en los precios que genera la crisis económica del país, así como a la salida de técnicos y especialistas por la falta de oportunidades laborales en Venezuela. “Cuando todo sube de precio día a día es imposible planificar giras a grabaciones y lanzamientos”, menciona el vocalista de La vida bohème.
“En un periodo muy corto de tiempo una gran parte de los integrantes del movimiento ha decidió salir del país, y esto sigue pasando, no solo se están yendo las bandas, los productores musicales, la gente de los medios, sino que gran parte del público que consumía rock en español hecho en Venezuela también se ha ido”, dice Mattia Medina, vocalista de la banda de rock, Charlie Papa.
Para Ferraz los suplementos, repuestos e instrumentos musicales son prácticamente “inaccesibles” en el país sudamericano, lo que agrega incertidumbre a los conciertos independientes, que ahora mismo en Venezuela son muy pocos.
“Otra desventaja trágica es la cantidad de estudios musicales que cerraron sus puertas por la crisis y la cantidad de personal relacionado a la industria musical (técnicos, ingenieros, managers, publicistas, etc.) que tuvieron que emigrar del país”, señala D'Arthenay.
Los entrevistados citan como ventajas dentro de la crisis la independencia y la autogestión que les permite tener Venezuela, “un país sin disqueras”, como dice el vocalista de La vida bohème, y que en ocasiones puede ser más barato grabar un disco en dicho país por la devaluación de la moneda frente a las divisas extranjeras.
La música no es importante
El desabasto de alimentos y otros bienes básicos en Venezuela hace que el entretenimiento y la música sean poco prioritarios en la agenda venezolana. “Es difícil enfocarse en un proyecto musical cuando se tienen problemas tan básicos como conseguir comida, medicamentos, etcétera, y cuando el dinero no te alcanza para pagar una grabación o comprar instrumentos y equipos musicales”, dice Ferraz.
Algo en lo que coinciden la mayoría de los entrevistados es en la necesidad de alzar la voz desde el lugar en que se encuentran y hacer visibles a los músicos que permanecen en Venezuela. “Desde el 2013 sólo hemos tocado una vez en nuestro país y fue en un concierto de protesta llamado Tu voz es tu poder, organizado por la ONG Un mundo sin mordaza. Igual ha pasado con muchos de nuestros colegas que decidieron quedarse: han convertido su trabajo en arte de protesta”, dice Adrián Salas, bajista y corista de la banda de rock Viniloversus.
Medina (Charlie Papa) cita una frase de la canción Déjà vú de Gustavo Cerati para dar su conclusión sobre la movida cultural en medio de una crisis económica y de gobierno en Venezuela: “Sacar belleza de este caos es virtud”.
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